jueves, octubre 08, 2015

Invocación profanatoria a María Sabina. El rol de los Estudios Latinoamericanos en un mundo que se hunde...

Debes construir la lengua que habitarás y debes encontrar las antepasadas que te hagan más libre”. Tiqqun

“La América Latina habla en femenino”, es el lema que adoptamos para celebrar nuestro 40 aniversario. El contexto en el que se propone este lema es en torno al lenguaje inclusivo. ¿puede contemplar y abarcar a todas una palabra en masculino, siendo el lenguaje del patriarcado, excluyente?Dejo ahí planteada la pregunta.

Se nos planteó la propuesta de pensar los Estudios Latinoamericanos para el siglo XXI. De inmediato, pensé en el contexto, por mi deformación en Relaciones Internacionales: ¿cuál debe ser el rol de los Estudios Latinoamericanos en un mundo que se hunde? Para ello, para responder a ello, debo sentipensar con cuerpo propio. ¿Desde dónde hablo? ¿Quién habla? ¿Para quién hablo? ¿Cómo experimento o siento lo que hablo? ¿Cuál es mi propósito?

Ante estas dos situaciones, y por las ideologías y filosofías que cruzan mi cuerpo, es que asumo esta exposición desde una postura política, crítica si se quiere: hablo como joven, como pensador latinoamericano, quien padece directa e indirectamente la violencia de un mundo que se hunde, de la región que habita, desangrada por una guerra absurda, una guerra declarada para nunca ser ganada. Una guerra que pretende controlar los últimos recursos estratégicos que quedan, y dominar nuestros cuerpos, para que no resistamos, no luchemos, no gritemos, ni profanemos a este mundo excluyente y asesino...

Y es en este punto en el que las situaciones que se presentaron a la hora de pensar estas palabras, descritas arriba, se entremezclan y funden: ¿Cómo hablar en femenino ante una situación de exclusión y violencia, síntomas de un mundo patriarcal, que estrepitosamente se hunde, arruinando todo a su paso?

Ante esto, se me presenta una gran limitación epistemológica, más que por una condición de clase, que si afecta, está el problema de mi asignación biopolítica: soy hombre. ¿Cómo hacer?¿cómo pensar el rol de los estudios latinoamericanos en un mundo que se hunde, bajo esta limitante?

Para esta ocasión, un primer intento, recurriendo a una ecología de saberes, como lo planteara Sousa Santos; desde un “todo vale” a lo Feyerabend, y con la frase de Tiqqun que abre estas palabras, es que decido recurrir a una invocación, pero no cualquier tipo de invocación, sino una con un profundo carácter profanatorio: “Profanar significa abrir la posibilidad de una forma especial de negligencia, que ignora la separación o, sobre todo, hace de ella un uso particular” (Agamben, 2005: 99)1. A esto, agrega Agamben, “el pasaje de lo sagrado a lo profano puede, de hecho, darse también a través de un uso (o, más bien, un reuso) completamente incongrente de lo sagrado. Se trata del juego” (Agamben, 2005: 99).

Invoco, profanatoriamente, a la figura de aquella mujer que nos decía que era ella la mujer del medio, “la que puede entrar y salir del reino de la muerte”. Invoco a la María Sabina, aquella que muchos llamaron “Santa”, terriblemente divinizada, siendo esto la castración de todo lo humano. Y como Santa, como dicta la “sanctio”, fue prohibida, nos fue negada2.

Todo comienza con un hombre, extraño a esas tierras, quién portaba con una carta del gobierno mexicano en el que se le solicitaba a la María Sabina que le enseñara todos sus conocimientos sobre enteógenos al etnobotánico, entonces vicepresidente de JP Morgan Chase, Robert Gordon Wasson, quien en un acto cuasi prometéico nos entregó el secreto de “los dioses” y con él alcanzamos nuestra liberación entéogena de nuestros cuerpos.

A pesar de que para nosotras representó esa liberación, significó la explotación de los conocimientos de la María Sabina, quien murió en la pobreza. ¿No es acaso su vida una metáfora de la historia de América Latina? Explotada de sus riquezas y padeciendo la más extrema de las pobrezas.

Pero ahora bien, ¿A qué quiero llegar con todo esto? ¿De qué manera estoy profanando la imagen de María Sabina? ¿Y qué tiene que ver todo esto con el rol de los estudios latinoamericanos en el siglo XXI?

Pues, basta comprender el contexto que padecemos, esta guerra civil social mesoamericana que nos desangra, que nos desaparece a nuestros hijos y amigos, que viola y asesina a nuestras hermanas, para comprender que mi invocación profanatoria lo que pretende es un cambio de perspectiva, sobre el cómo debemos estudiar a nuestra región. Sabina, es nuestra alucinación en este trance.

La guerra es la manifestación más violenta del patriarcado. Una guerra contra las drogas, como la que padecemos, es una guerra contra nuestros cuerpos. Cargadas por la distinción política específica entre amigo y enemigo (o en su sentido biopolítico, sano/enfermo).

Una guerra que nos la declaran no sólo los políticos y los militares, sino también los curas y los padres de familia. Una figura de autoridad que nos impone, que marca nuestros cuerpos con la idea de que son templos de adoración divina, y no campos de experimentación antagónica.

No sé si lo habrán notado, peronos faltan 43, 43 de los casi 25 mil desaparecidos de esta guerra contra las drogas, sólo en México. Y siguen desapareciendo. ¿Cuántos más serán suficientes? ¿Cuántos más serán suficientes para que acabe esta guerra? En la Argentina de la dictadura, desaparecieron 30 mil personas. ¿Qué nos diferencia de aquellos tiempos?

En nombre de esta guerra han policializado nuestras existencias. Vivimos encerradas, vigiladas, custodiadas, inmunizadas. La policía aparece con sus perros en escuelas y colegios, en operativos especiales que, más que decomizar alguna sustancia ilegalizada, pretenden moldear cuerpos dóciles siempre anuentes a respetar a la autoridad. Lo mismo se viene para las Universidades,con el objeto de dar muerte a los últimos vestigios de lo que queda de la autonomía universitaria. Vemos ya protocolos de acción entre los guardias de las Universidades y las fuerzas policiales para capturar y expulsar del campus universitario, a aquellos cuerpos disidentes que experimentan antagónicamente.

En nombre de esta guerra, se nos ha coartado nuestros derechos, en especial, el de la reunión. Nosotras, las jóvenes somos tratadas como delincuentes en nuestras calles, en nuestros parques. Lo que pretenden es una neutralización de nuestras amistades políticas.

En nombre de esta guerra nos envenenan por la falta de controles sobre lo que se vende y comercia. Ninguna regulación sobre los narcos, mucho menos sobre las farmacéuticas.

La sociedad se policializa, la juventud se criminaliza, las sustancias se prohiben, y terminan por negarnos la experiencia de conectarnos, no sólo entre nosotras, sino también con esta tierra.

De ahí la importancia profanatoria de esta invocación. Jugar con la María Sabina. Que los estudios latinoamericanos, los estudios de esta tierra que habitamos, de esta sociedad que padecemos, nos invite no sólo a crear pensamientos críticos, sino también corporalidades críticas.

Esta invocación profanatoria, lo que pretende es hacer notar el atraso epistemológico en el que nos encontramos, y el epistemicio que estamos padeciendo. Que no podemos permitir que sean los militares, los policías, los políticos, los curas ni las farmacéuticas, la que nos impongan corporalidades o usos de nuestros cuerpos.

Los estudios latinoamericanos no pueden seguir obviando la realidad que está padeciendo América Latina. No pueden seguir ocultos bajo los discursos del poder. No podemos seguir hablando con ese lenguaje hegemónico, con ese lenguaje del patriarcado. Que excluye, que impone, que amenaza, que asesina. La guerra contra las drogas no podemos seguir estudiándola desde estas perspectivas morales y pudorosas que sólo nos conducen a la negación de nuestros cuerpos, mientras nos golpean, nos desaparecen o nos asesinan. Necesitamos construir otros lenguajes, que nos permitan comprender mejor esta situación. Que nos permitan enfrentarla....

Heredia, Miércoles 12 de noviembre de 2014
IDELA-UNA, 40 Aniversario

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1“El término religio no deriva, según una etimología tan insípida como inexacta, de religare (lo que liga y une lo humano y lo divino), sino de relegere que indica la actitud de escrúpulo y de atención que debe imprimirse a las relaciones con los dioses, la inquieta vacilación (el “releer”) ante las formas -las fórmulas- que es preciso observar para respetar la separación entre lo sagrado y lo profano. Religio no es lo que une a los humanos y a los dioses, sino lo que vela para mantenerlos separados, distintos unos de otros. A la religión no se oponen, por lo tanto, la incredulidad y la indiferencia respecto de lo divino sino la “negligencia”, es decir una actitud libre y “distraída” -esto es, desligada de la religio de las normas- frente a las cosas y a su uso, a las formas de la separación y a su sentido” (Agamben, 2005: 99)

2Lo santo, no es otra cosa que prohibición, sanctus refiere a lo que tenemos prohibido, es la ley que sanciona la separación entre lo humano y lo divino, en otras palabras, lo sacro. Respecto a la sacratio, nos remite a la idea de la salvación, y por tanto a la idea de protección. En última instancia la sacralización nos sumerge en un umbral de indistinción entre la conservación de la vida y la producción de la muerte, que se manifiesta en la idea del sacrificio.

viernes, septiembre 28, 2012

La Mirada del Leviatán


Al mirar el cuadro de Velázquez pienso que la figura central no son las niñas, ni mucho menos lo considero una representación de la familia de Felipe IV, ni siquiera el mismo Felipe IV. Por el contrario, pienso que la figura central del cuadro es el mismo cuadro, lo que representa, o en otras palabras, la figura central a pesar de su ausencia, de su invisibilidad, se encuentra presente en el cuadro en sí, en el conjunto de los personajes, en el espacio que en el que estos interactúan. Es la representación del Estado, la versión de Velázquez del Leviatán de Hobbes.

El cuadro fue pintado en el año de 1656, 8 años después de la Paz de Westfalia, cuando surge la figura del Estado, el comienzo de la modernidad política y a escasos 5 años de que Hobbes publicara su libro “Leviatán. O Materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil” cuya portada era también una representación de lo que Hobbes consideraba que era el Estado.

La imagen de la portada del libro de Hobbes representaba al Estado como un gigante formado por una multitud de personas unidas sin vínculo alguno. Esto es fundamental pues la figura hobbesiana representa la asociación y la disociación de las personas. Se disuelven los vínculos comunitarios anteriores al pacto social. Esto en cuanto que las relaciones pre-pacto, lo que Hobbes catalogará como el estado de naturaleza, estaba caracterizadas no por una distinción política específica entre amigo y enemigo, sino por una relación de enemigo-enemigo, lo que Hobbes resumirá en su máxima Homo hominis lupus, esto en cuanto que era la enemistad lo que se compartía (he ahí la esencia de la communitas, es decir el intercambio común y recíproco).

Considero que es importante recordar que la paz de Westfalia inaugurará la modernidad en el pensamiento político, cuyo meta-relato sobre el que se fundamentará la obligación política moderna será la figura del contrato social. Los contractualistas suplantan la idea del poder derivado de los dioses por la idea de la sucesión del poder a un soberano por medio de un contrato social entre humanos racionales –buenos, malos o libres, depende del autor- que han decidido abandonar su estado natural y unirse en sociedad.

Con el contrato social, se rompe con este tipo de asociación, la disuelve, y se instaura así una nueva concepción individualista en el que cada persona cede poder a un soberano que regulará la “naturaleza humana”. De ahí que las personas son asociadas, sin vínculo alguno, en un espacio determinado. Sujetos, por el miedo, a la autoridad, surgiendo así una nueva forma de relación, pero esta ya caracterizada por la distinción política específica entre amigo y enemigo. A este último se le declarará una guerra para mantener la unidad resultante. No es de extrañar que en teoría política, teóricos como Carl Schmitt sostengan que la guerra es el fundamento de la política, su inminencia posibilita la política.

Pero, ¿y esto qué tiene que ver con el cuadro de Velázquez?

Pienso que por la proximidad cronológica y espacial con la Paz de Westfalia (1648), del que será parte el mismo Felipe IV, y con la publicación en 1651 del Leviatán, ambos sucesos en el mismo continente europeo, y por su gran importancia, el cuadro de Velázquez se encuentra inmerso en la vorágine política de la época.

A diferencia de la portada del libro de Hobbes, Velázquez invisibiliza al gigante, lo que le concede más realidad, en cuanto que el Estado como abstracción se caracteriza por su ausencia. Y sin embargo, se haya presente por el vínculo de todos sus personajes, unidos todos, en el mismo espacio, pero sin vínculo alguno más que el acuerdo, el contrato social que les permite estar juntos. No la considero una representación de la familia real, pues, a pesar de la imagen de fondo, los reyes están ausentes, mientras que aparecen personajes que no son parte de la realeza.

Lo que une a los personajes, y he aquí el elemento hobbesiano del cuadro, es el miedo. De ahí que todos los personajes observan al poder, están sujetos al poder. Observan la ley, pues esta es la que los reúne en el cuadro, esto es, en el espacio sobre el cual se ejerce el poder, la soberanía. No es de extrañar, entonces, que al espacio del cuadro se le refiera como la habitación real.

Las miradas son fundamentales, pues considero que representan la sujeción al poder. Resulta interesante que la mayoría de los personajes tienen la mirada enfocada hacia el frente, hacia el ausente, el estado. Y cada uno de los personajes mira al ausente desde su propia condición. La enana, grotescamente pintada, representaría a los grupos populares, los otros súbditos, y su mirada representaría la observación que tienen estos del Estado. Al fondo, el punto de fuga del cuadro, la mirada de quien huye, siempre atenta, fijada hacia la ausencia. Su huida debe valerse de observar el accionar de quien huye.

Las 2 niñas que rodean a la infanta considero son de gran importancia no sólo por sus miradas, sino también por sus acciones, la reverencia y la servidumbre, esto es, la sujeción al poder. Una mira directamente al Estado, reverencia al poder. La otra mira a la infanta, que considero es la representación de la sucesión del poder, elemento con el que los contractualistas eliminan la idea de la derivación divina del poder. Además, esta niña sirve a la infanta, acata una orden. Ambas observan a la ley, creada por el poder.

El pintor, con su mirada fija hacia la ausencia, con el pincel en la mano, listo para crear las manifestaciones artísticas y culturales necesarias para la constitución de un imaginario colectivo, el nacionalismo, que para la época era una cuestión de las élites, no es de extrañar que el pintor sea el de la realeza.

Tras las niñas se encuentran 2 personajes representan la vigilancia y la disciplina. Roles que posteriormente ocuparán la policía y la educación. Considero que son quienes instruyen, resguardan y disciplinan a las nuevas generaciones en la observancia de la ley.

También está la figura del niño, que observa y pisotea al perro. Considero que esta es la representación de una de las promesas de la modernidad: el dominio de la naturaleza. Esta se postra ante la humanidad moderna, su existencia ahora depende de la voluntad del poder.

Hay también una mirada que considero importante rescatar: la mirada del observado, del ausente. Es el ojo del poder, quien todo lo ve: observa quienes le acatan y le reverencia, a quienes tratan de huir, al pueblo, a quienes educan y vigilan, a la cultura, representada en la figura del artista, a la naturaleza y a quien la explota, a quienes le suceden en el poder, incluso se observa a sí mismo. Esta mirada del ausente, representaría al panoptismo que describirá siglos después Jeremy Bentham, es decir, la capacidad de vigilancia del Estado, pues este precisa de vigilar la observancia a su poder. De ahí que en la representación hobbesiana, el leviatán aparte del cetro del poder soberano, tiene en una de sus manos la espada, con la que hace valer su ley. El derecho, sin violencia, sin la capacidad de castigo, queda sin efecto.

Por último, me gustaría referirme a la figura al fondo, a la que perfectamente podríamos pensar que es espejo, y que en él se proyectan las imágenes de los reyes, es decir, de la autoridad, pero lo interesante es que en el espejo sólo se reflejan los reyes en sí mismos, los otros personajes que se encuentran en el cuadro, frente al espejo, no se ven reflejados, ni las niñas, ni el pintor, por lo que perfectamente podría ser, más bien, un cuadro y no un espejo. Que este cuadro se ubique al fondo y la infanta, por el contrario, se encuentra en el centro del cuadro, lo que considero que podría significar es la sucesión del poder. En La paz de Westfalia se manifestaron ya los signos de la decadencia del reino de España para tiempos de Felipe IV. En otras palabras, la Paz de Westfalia marcó los comienzos del fin de la figura monárquica y el surgimiento de la figura del Estado-Nación.

De ahí que no sea extraño que la infanta Margarita de Austria se encuentre en el centro de la obra: Ella nace en 1651, año en el que Thomas Hobbes publica “El Leviatán”, texto que marcará y transformará toda la teoría política hasta nuestros días.

miércoles, agosto 01, 2012

Sororidad, la communitas femenina.

¿Qué es la sororidad? Su raíz proviene del latín “sor” y significa “hermana”, por tanto sororidad es la hermandad entre las mujeres, o en palabras de Marcela Lagarde, feminista y antropóloga mexicana, la “amistad entre mujeres diferentes y pares, cómplices que se proponen trabajar, crear y convencer, que se encuentran y reconocen en el feminismo, para vivir la vida con un sentido profundamente libertario” (citada en Pérez, 2004).

A eso mismo hace referencia Gargallo, “el descubrimiento por parte de las mujeres de su “mismidad”, su identidad consigo mismas, y de su diferencia con los hombres, es decir que éstos no eran ni su medida ni su modelo” (Gargallo, 2006. P. 88).

En este punto es importante destacar que la mismidad femenina –y en sí toda mismidad no patriarcal- se diferencia de la mismidad del patriarcado, en cuanto que esta está constituida por un “nosotros enceguecido en su contemplación, nunca puede aceptar los monstruos que cree mirar a su alrededor, porque ello supone su fin en un potencial encuentro pleno de las diferencias. La mismidad, por sí sola, no puede ser nunca inclusiva, no puede reconocer la humanidad del otro” (Mora, 2007. P. 19).

Lo anterior evidencia como el patriarcado es una institución inmunitaria, esto es “la condición de refractariedad del organismo ante el peligro de contraer una enfermedad contagiosa” (Esposito, 2005. P. 16).

La rigidez del patriarcado, tanto en su cosmovisión como su estructura, tiende a inmunizar la vida, y en este aspirar a la protección de la vida, se termina por negarla. Según Esposito, “mediante la protección inmunitaria la vida combate lo que la niega, pero según una ley que no es la de la contraposición frontal, sino la del rodeo y la neutralización. El mal debe enfrentarse, pero sin alejarlo de los propios confines. Al contrario, incluyéndolo dentro de estos” (Esposito, 2005. Pp. 17-18).

De ahí que el patriarcado tienda a eliminar sistemáticamente a todo aquél que considere una amenaza, un peligro para su existencia. Un ejemplo de esa otredad que pone en peligro a la mismidad patriarcal a lo largo de la historia ha sido la mujer.

Frente a esta lógica patriarcal es que en el reconocimiento de su mismidad, surge la sororidad, es decir, “se trataba de la tarea de construir una nueva subjetividad femenina, diferente de la identidad que había sido edificada e impuesta por la cultura patriarcal hegemónica” (Gargallo, 2006. Pp. 89-90). Al romper con la lógica identitaria del patriarcado, caracterizada por la distinción política específica entre amigo/enemigo, las mujeres en su construcción subjetiva también rompen con esta distinción inmunitaria y comienzan a constituir lo contrario, la communitas, esto es “la relación que les hace no ser ya tales –sujetos individuales-, porque interrumpe su identidad con una barra que les atraviesa modificándolos: el “con”, el “entre”, el umbral sobre el cual se entrecruzan, en un contacto que les vincula a los otros en la medida en que los separa de sí mismos” (Esposito, 2010. P. 64)

El patriarcado al ser jerarquizante y excluyente, tiende a la competencia, a la guerra, al exterminio sistemático de la diferencia, de la diversidad. Promueve una unidad sin vínculo, un aprisionamiento de todos aquellos que encierra y enceguece su mismidad autocontemplativa. Mientras que lo que caracteriza a la mismidad femenina, a la sororidad es la comunidad, la no posesión, la no pertenencia, es un abrirse, una apertura. Y ahí reside su total diferencia con el patriarcado, según Esposito,
“su apertura no puede ser cerrada con ninguna reparación, si quiere seguir siendo, efectivamente, compartida. Porque en el concepto de lo “com-partido” el “con” está asociado justamente con la división. El límite al que alude es aquel que une, no como convergencia, como conversión, como con-fusión, sino más bien como divergencia, como disonancia, como difusión. La dirección es siempre del interior hacia el afuera, nunca del afuera al interior. La comunidad es la exteriorización del interior” (Esposito, 2010. P. 64-65).

De ahí que no extraña que las mujeres digan que “lo personal es político”, que la exteriorización de su interior es el acto más político existe. Por ello la sororidad se concibe también como un
“pacto político de género entre mujeres que se reconocen como interlocutoras. No hay jerarquía, sino un reconocimiento de la autoridad de cada una. Está basado en el principio de la equivalencia humana, igual valor entre todas las personas porque si tu valor es disminuido por efecto de género, también es disminuido el género en sí. Al jerarquizar u obstaculizar a alguien, perdemos todas y todos. En ocasiones, la lógica patriarcal nos impide ver esto” (Lagarde, 2009).

El carácter político de la sororidad dista completamente del carácter político del patriarcado, en cuanto este se caracteriza por la confrontación amigo/enemigo, confrontación que en un contexto de colapso mundial tiende a totalizarse. Por todo lo antes mencionado se evidencia como el concepto de lo político feminista, en conjunto con los movimientos GLBTTI, pretende romper con esa dicotomía identitaria, y basado en el principio de equivalencia humana, repensarnos. Sólo así podremos evitar que los procesos inmunológicos del patriarcado tardío, que colapsa, nos consuma. El “hacer comunidad”, la communitas, se ha tornado en un imperativo ontológico de nuestra especie si quiere sobrevivir a un mundo que se hunde.

Referencias
Esposito, R. (2010). Comunidad, inmunidad y biopolítica. Trad. García, A. Barcelona: Herder Editorial.
_______(2005). Immunitas. Protección y negación de la vida. Trad. Padilla, L. Madrid: Amorrortu.
 Gargallo, F. (2006). Las ideas feministas latinoamericanas. México: UACM
Mora, M. (2007). Los monstruos y la alteridad. Hacia una interpretación crítica del mito del monstruo. Heredia: Universidad Nacional, Escuela de Filosofía.

Referencias Internet.
Lagarde, M. (2009). La política feminista de la sororidad. En:
Pérez, M. (2004). La sororidad: nueva práctica entre mujeres. En:

sábado, marzo 17, 2012

The Dark Knight o la guerra por otros medios

Fuente: http://bucefalo.com.mx

El mismo título de la película evoca la marginalidad de la ley, su actuar en las sombras del Estado de Derecho, en la excepción. El caballero de la noche, no es otra cosa que el paladín de la anomia. No de la anomia que pretende romper con el derecho, sino de la anomia que suspende el derecho, para “protegerlo”, para reinstaurarse como anomia normativizada.

Batman es la figura idealizada por los grupos dominantes para la conservación del poder. Un súper héroe que ya no corre al auxilio de la población indefensa, sino por el contrario representaría al “otro mecanismo” con el que cuentan exclusivamente los gobiernos para hacer valer “el imperio de la ley”. Paradójicamente en la película Batman es presentado como un outlaw, un proscrito, un bandido, el Friedlos -el “sin paz” del antiguo derecho germánico-, en última instancia “quién está fuera de la ley”. Lo que resulta contradictorio pues el “hacer valer” el imperio de la ley esta en manos de quien está más allá de la ley, lo que nos remite a la lógica del estado de excepción: para defender el derecho, hay que suspender el derecho. En otras palabras, Batman es la medida excepcional para contextos excepcionales: la guerra civil social mundial.

Surge aquí la figura de Harvey “Dos caras” Dent, quien representaría una especie de “umbral” en el que hecho y derecho confluyen y confunden. Dent, sería en este caso la figura del Poder Soberano, en cuanto tiene el poder para decidir sobre el estado de excepción, quien también garantiza el anclaje al orden jurídico. Esto porque, “precisamente en la medida en que la decisión concierne aquí a la anulación misma de la norma; en tanto, es decir, el estado de excepción representa la inclusión y la captura de un espacio que no está ni afuera ni adentro (aquel que corresponde a la norma anulada y suspendida), “el soberano está fuera (steht ausserhalb) del orden jurídico normalmente válido, y sin embargo, pertenece (gehört) a él, porque es responsable por la decisión acerca de si la constitución puede ser suspendida in toto” (Agamben, 2004:75)

Es Dent el poder soberano que determina sobre el estado de excepción, quien decide sobre las medidas excepcionales a utilizar para hacer frente al colapso ontológico ecosocial mundial. Las medidas “normales” resultan ineficaces para enfrentar a un desbordado crimen organizado, las mafias han comprado a policías, jueces y políticos. Ciudad Gótica -que vendría a ser cualquier ciudad, cualquier Estado-, alegóricamente vendría a representar a una especie de “Estado Fallido”.

Es tal el grado de criminalidad que a quienes nos gobiernan “no les queda otra opción” más que hacer uso de medidas excepcionales (por ejemplo, militarizar la lucha contra el narcotráfico en México), lo que llega a poner en jaque al crimen organizado. Las mafias temen a la noche por Batman, y a lo que Batman representa, precisamente: la ley marcial. Entonces el crimen organizado contrarresta esta embestida, haciendo uso también de medidas excepcionales (Joker). Este argumento está influenciado extremadamente por un discurso neoconservador, con el que se pretendió vincular al narcotráfico y el crimen organizado, con guerrillas y grupos subversivos que fueron catalogados como terroristas.

Ante esta unión de criminales organizados y terroristas que también son 2 acepciones de la guerra civil social mundial, la única solución que se nos presenta es que esta amenaza latente debe ser enfrentada con toda la “fuerza de ley”. Y a esto nos dice Jakobs: “la supresión de derechos, encaminada no a la reparación del daño en un sentido amplio, sino al combate de una fuente de peligro, es lucha y -con ello-, guerra” (Jakobs, 2009: 42)

En el plano jurídico para hacer frente a este nuevo contexto se llega a adoptar la figura del derecho penal del enemigo. Al ser los mafiosos y el terrorista “individuos peligrosos” a ellos no se les puede juzgar por el derecho penal del ciudadano. Al representar un peligro para el orden establecido, la sociedad les suspende su categoría de personas, y con ello sus derechos elementales. Es por tanto válida la tortura, la amenaza de muerte, los atentados contra la integridad física y mental de los ahora declarados enemigos. Y este tipo de castigo nos explica Günther Jakobs, “no se dirige contra la persona en derecho -ésta ni oculta pruebas ni huye, esto es, no cumple los presupuestos de prisión preventiva- sino contra el individuo, el cual, con sus instintos y miedos naturales, deviene peligroso para el desarrollo correcto del proceso; esto es, se comporta en ese sentido como un enemigo” (Jakobs, 2009: 41).

Resulta interesante como nos presentan la figura del terrorista en esta película: el terrorista es un anarquista, es una de esas gentes que “solo quieren ver arder al mundo”, él no tiene un rostro y/o identidad definible (como si lo tienen los criminales organizados), su objetivo no es lucrar, sus propósitos son enteramente ideológicos: él quiere cambiar el mundo, al igual que las feministas, que la comunidad GLBTT, ambientalistas, indígenas, y demás movimientos sociales; y por eso es un criminal, pero más que un simple delincuente, él como terrorista, es un enemigo de la sociedad. De ahí que resulta interesante la figura del Joker, quién también vendría a ser un forajido, un outlaw, pero a diferencia de Batman, este es catalogado como un enfermo. Y por su “enfermedad mental”, no es de los que aprenden la lección, es por eso que “su medicina es la masacre”, como se puede leer en el camión en el que viajaba el Joker, en la escena de la persecución.

El terrorismo es más peligroso que el crimen organizado, nos dice la película. Y para hacer frente a esta amenaza, se deben adoptar medidas excepcionales, por que es la única forma de vencer, nos dicen. Y esto se ve reflejado en una idea que emerge en varias ocasiones. Nos dicen primero “nunca está tan oscuro como cuando amanece” y luego “las cosas tienen que empeorar para que mejoren”. El Joker, es un anarquista, y eso lo hace un terrorista y un enemigo de la sociedad. Él quiere acabar con el orden establecido, por eso, en defensa de ese mismo orden, el poder soberano, determina sobre el estado de excepción, es decir, suspende el derecho, para evitar que el derecho establecido sea suspendido. Y por eso Dent se alía con Batman, por que la única forma de vencer a un outlaw es siendo outlaw también. Es decir que nos sumerge en el dilema y ciclo del terrorismo: para vencer al terrorismo hay que ser terrorista también.

Y por estas razones la guerra civil social mundial, es también una guerra total. Una guerra que no acepta la disidencia, y que hará uso de todos los recursos disponibles para “hacer valer” su imperio de la ley. Esta es una película que evidencia la zona de indistinción en la que hemos caído, un mundo en el que hecho y derecho se confunden, así como lo militar y lo policiaco, el crimen organizado y el terrorismo, el amigo y el enemigo. Y ante este nuevo tipo de combate contra el peligro: “Se hace todo lo posible para combatir el peligro, y cuando se le combate todo está en regla” (Jakobs, 2009:36). Por eso el vigilar a toda la ciudad, destruyendo los límites entre lo privado y lo público, el rastreo de llamadas, a pesar de ser ilegal se justifica por pretender fines legales: el fin justifica los medios. Ya sea espiando a todas las personas para rastrear al terrorista, o bien viajando clandestinamente a China a secuestrar personas para ser juzgadas en tribunales de EEUU.

Ahora bien, hay un nuevo dilema ético que se evidencia en la película cuando el Joker coloca explosivos en 2 barcos repletos de gentes, y los pone a decidir sobre quiénes viven y quienes deben morir. En un barco hay civiles, y en el otro criminales. ¿Quiénes deben sobrevivir? Este acto del Joker resulta interesante en 2 aspectos: por un lado puede ser visto como una acción prometéica: en el sentido de que le otorga a la gente el poder soberano, que es también biopolítico, nos dice Agamben, para determinar sobre la vida y la muerte. Pero también nos remite a una “sociedad civil” indefensa, temerosa, incapaz de adoptar medidas excepcionales para protegerse. Es una sociedad que no es capaz de presionar el botón, por lo tanto, lo que nos dice es que para enfrentar a este nuevo tipo de criminalidad, no bastan los medios civiles, y que más bien estos no están a la altura de los acontecimientos, y por tanto debemos relegar nuestro poder a un grupo líder que si es capaz de adoptar esas medidas con tal de garantizar la paz y la seguridad. Al nadie presionar el botón para destruir al otro barco, la vida y la muerte ha sido relegada nuevamente al que está más allá de la ley, algo completamente hobbesiano...

Al final, nos presentan toda esta cuestión de la excepcionalidad como un sacrificio, que hacen ellos, quienes ostentan el poder, para protegernos en esta nueva guerra, se les odiará, pero es parte del sacrificio -No es de extrañar que Bush se preguntara por qué el mundo odia a los EEUU-, pero al final, la ilegalidad, si bien no es algo de qué enorgullecernos, nos dicen, es un medio que nos garantiza paz y seguridad. Por eso Batman no es un héroe, es un vigilante, un guardián, la fuerza anómica de la ley,... ¿Un hegemón benevolente?

Referencias
Agamben, G. (2004). Estado de Excepción. Trad. Costa, F/Costa, I. Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora.

Jakobs, G; Polaino-Orts, M. (2009). Terrorismo y Estado de Derecho. Colombia: Universidad Externado de Colombia.

jueves, septiembre 08, 2011

¿Bellum omnium contra omnes?


Nuestro sistema actual es una máquina universal para arrasar el medio ambiente y para producir perdedores con los que nadie tiene la más mínima idea de qué hacer”.
Susan George.

Bellum omnium contra omnes”, con estas palabras, Thomas Hobbes (1588-1679), proclamó que la "naturaleza humana" era una "lucha de todos contra todos", una lucha en la que todos somos lobos de nosotros mismos (homo hominis lupus). Dicha imagen de la naturaleza humana será reproducida a lo largo de toda nuestra historia, reforzada por los planteamientos de aquel pastor anglicano de Surrey, Thomas Robert Malthus (1766-1834) quien nos decía que el problema de este mundo no era el sistema social imperante, sino la reprodución de la especie humana. También por las erróneas interpretaciones a los planteamientos de Charles Darwin (1809-1882) sobre el origen de las especies, hechas por lo que se llegará a llamar "darwinismo social", una pseudociencia que reinterpreta (malinterpreta) la selección natural, planteada por Darwin, y la aplica a las relaciones humanas. Uno de sus principales exponentes fue Herbert Spencer (1820-1903). Cabe destacar que al igual que Karl Marx (1818-1883) nunca se declaró marxista, Charles Darwin nunca apoyó los postulados de estos "dawinistas" sociales.

Surge así la idea de una lucha por la supervivencia, en la que los más aptos serán los triunfadores. Nos cuenta Carl Amery que se llegó a concebir que "las miserias de las clases bajas no procedía de la poverté o de la inhumanidad innata del sistema industrial, sino de un material genético de menor valor" (Amery, 2002:29). Concepción que no sólo será defendida por los nazis en Alemania, sino que también será uno de los elementos medulares del capitalismo y que es la esencia de la figura de la "competencia".

Hemos reproducido hasta el cansancio el discurso del estado de naturaleza sin cuestionamiento alguno, sin darnos cuenta que el estado de naturaleza "no es una época real, cronológicamente anterior a la fundación de la Ciudad, sino un principio interno a ésta, que aparece en el momento en que la Ciudad es considerada tanquam dissoluta (algo similar, pues, al estado de excepción) (...) El estado de naturaleza hobbesiano no es una condición prejurídica completamente indiferente al derecho de la ciudad, sino la excepción y el umbral que constituyen ese derecho y habitan en él; no es tanto una guerra de todos contra todos, cuanto, más exactamente, una condición en que cada uno es para el otro nuda vida y homo sacer" (Agamben, 2003: 137).

La lógica del estado de naturaleza hobbesiano nos ha conducido a una zona de indistinción entre lo humano y lo animal. Una lógica que nos conduce al suicidio colectivo, en cuanto todos/as nos convertimos en los/as asesinos de nosotros/as mismos/as. Agamben nos dice que "esta lupificación del hombre y esta hominización del lobo son posibles en todo momento en el estado de excepción, en la dissolutio civitatis. Sólo este umbral, que no es ni la simple vida natural ni la vida social sino la nuda vida o la vida sagrada, es el presupuesto siempre presente y operante de la soberanía" (2003: 137-138).

En otras palabras, la reproducción del discurso del estado de naturaleza implica el mantenimiento de las estructuras y las mentalidades jerárquicas de la sociedad. Esto en cuanto la "mentalidad jerárquica fomenta la renuncia a los placeres de la vida. Justifica el trabajo pesado, el delito, y el sacrificio de los "inferiores", y el placer y la satisfacción indulgente de prácticamente todos los caprichos de los superiores" (Bookchin, 1999:23).

Se nos ha impuesto la supervivencia del más apto, desde prácticamente todos los aspectos de nuestra vida. La historia de Occidente se ha enmarcado en esa eterna lucha, en la que siempre ganarán los más aptos, que además se cubrirán con el manto de la moralidad: siempre están en lo correcto, son los buenos, los bellos, los que siempre tienen la verdad y por tanto también el derecho de sobrevivir. Nosotros, los "no aptos", estamos condenados, desde que nacemos, a morir, somos los morituri, los que sobramos en este planeta. Somos Homo Sacer, aquellos/as cuyas vidas son insacrificables, pero que cualquiera puede darles muerte. Somos nuda vida, un cuerpo sin existencia política y por tanto sin derechos algunos que nos permitan abogar por nuestra vida.

Desde niños/as se nos deja muy en claro que nuestra vida no se caracterizará por la búsqueda del placer, sino por el sobrevivir, por el competir. Nuestras vidas girarán en torno al homo homini lupus, y la debemos aceptar tal cual. Aceptar además que existe una naturaleza humana, y con ella, una condición innata de violencia, que no puede ser cambiada, sólo controlada.

Pero, como señala Jean Paul Sartre, “la existencia precede a la esencia” (Sartre, 1997:39), no existe una naturaleza humana, porque no existen dioses algunos que la determinen. La naturaleza humana es una de las mayores mentiras mejor elaboradas de nuestra historia. Con ella se mantienen intactas las estructuras jerárquicas de la sociedad.

Y si no existe tal naturaleza humana, tampoco existe esa violencia innata incambiable. Entonces, si no existe naturaleza humana, ni destino, ni dios alguno, eso significaría que cada uno de nosotros, como sujeto y como colectivo, existimos, sólo nos falta encontrarnos a nosotros mismos y con ello, determinar nuestra propia existencia. Tal vez, deberíamos aprendernos la máxima de Max Stirner (1806-1856), “Nada ni nadie sobre mí”, nada ni nadie sobre nosotros.

Pero, además, debemos tener presente que "el capitalismo, por emplear su nombre científico, no es el estado natural de la humanidad. Por el contrario, es un producto del ingenio humano acumulativo, un constructo social y, como tal, quizá el invento colectivo más brillante de toda la historia" (George, 2003:38) Y, a la vez, el accidente más catastrófico de toda nuestra historia.

Si el capitalismo tampoco es natural, y sólo es una construcción social, eso significa que también puede ser destruido. Es posible acabar con esa lógica que impregna a este sistema. No hay tal lucha por la supervivencia, lo que hay es una lucha por la acumulación, aquellos que quieren todo el pastel, que ya no quieren compartir las migajas que quedan. De ahí que la sobrepoblación no es en realidad lo que ha conducido a la destrucción, explotación y el uso irracional de los recursos, sino más bien la lógica de la acumulación la que nos ha llevado a esto.

Según Eudald Carbonell y Robert Sala “la estrategia de acumular alimentos forma parte de un comportamiento animal que perdura en el mundo de los primates humanos; un mundo en el que algunos continúan acumulando poder y riqueza siguiendo pautas etológicas y atávicas, condenando así, como cualquier otro animal, a grupos enteros de nuestra propia especie a la pobreza” (2002:76)

Cabe destacar, además, que los procesos de hominización que marcaron nuestra evolución, permitió la sobrevivencia de aquellos seres que ahora catalogamos como “no aptos”, que sin los avances tecnológicos de la época, no les habría sido posible sobrevivir. El descubrimiento del fuego, por ejemplo, “revolucionó la estructura social de la humanidad por que acentuó la cohesión social del grupo que lo usaba” (Carbonell/Sala, 2002: 119).

De ahí que, la “selección natural” fue contrastada por la “selección técnica”, no en los términos socialdarwinianos, sino que mediante la domesticación de animales y plantas, así como los descubrimientos medicinales, han permitido la sobrevivencia de personas que de lo contrario, no habrían logrado mantenerse con vida. Resulta interesante, por tanto, que en el largo proceso evolutivo, nuestra especie abogaba por la cohesión social, por la defensa y protección sus semejantes. Mientras que actualmente la lógica de nuestra especie no es siquiera un “sálvese quien pueda”, esto en cuanto que la supuesta “competencia” ni siquiera es justa, sino que nos caracterizamos por un “me salvó yo, y tú te vas para el infierno”. Me atrevería a pensar que el homo ha dejado de ser Sapiens, si alguna vez lo fue.

Nos hemos convertido en una sociedad unidimensional en la que “la enajenación de la totalidad absorbe las enajenaciones particulares y convierte los crímenes contra la humanidad en una empresa racional (…) Incluso los cálculos más insensatos son racionales: la aniquilación de cinco millones de hombres (sic) es preferible a la de diez millones, veinte millones y así por el estilo. Es inútil alegar que una civilización que justifica su defensa mediante tales cálculos proclama su propio final” (Marcuse, 1972:82-83)

Ahora bien, me pregunto ¿Quién determina quiénes son los “aptos y quiénes no? ¿Por qué unos saben que son aptos y saben, además, quiénes no lo son? ¿Será acaso posible que una entidad divina apareciera y determinara quiénes eran los elegidos y quiénes estábamos de más en el planeta? Si esto es así, no me queda de otra que imaginar a las deidades como fascistas, como viles genocidas, y en lo mínimo como representantes del amor.

En el mundo mueren 6 millones de niños/as de hambre1, sin ninguna posibilidad de demostrar que eran “más aptos” que otros para sobrevivir. Noto que en dicha “selección natural”, lo que menos impera es una “selección natural” y más una “selección política”. Miles de campesinos se suicidan al año, y no por la pobreza rural o el alcoholismo, como alegan algunos, sino por el simple hecho de que las políticas neoliberales impuestas por los gobiernos, sobre todo en la utilización de semillas transgénicas. De ahí que “al haber pedido préstamos a los prestamistas tradicionales a intereses abusivos, cientos de miles de pequeños granjeros se han tenido que enfrentar a la pérdida de su tierra al fracasar las caras semillas”2. Nuevamente me pregunto ¿Dónde está la selección natural? Yo solo veo la selección política y económica.

A 212 años que Thomas Robert Malthus editara An Essay on the Principles of Population, aún hay personas que creen que la soprepoblación afecta directamente sobre la cantidad de recursos. Sin embargo, lo que no nos dicen es que, por ejemplo “la mayor parte del agua de la Tierra está en los mares, la concentración salina de estos la hace inutilizable para el consumo. Solo el 3% del agua del planeta es dulce y el 99% de esta, está atrapada en los glaciares o en capas profundas de la Tierra, por lo que tenemos acceso solo al 1%. Esta cantidad sería suficiente para sostener al doble o al triple de la actual población mundial, el problema es que no está distribuida uniformemente” (Tablada; Hernández, 2003: 1)

En el caso de los alimentos, se pierde un 20% de la cantidad total producida a nivel mundial, por culpa de microorganismos3. Los alimentos alterados pueden ser más perjudiciales para la salud. Sin embargo, los gobiernos han adoptado políticas neoliberales, dictadas desde los centros metropolitanos, en las que se privilegia el cultivo de transgénicos.

Los neomalthusianos afirman que el problema de la crisis alimentaria se debe a que la sobrepoblación ha presionado la producción de alimentos. Sin embargo, “en este momento hay más alimentos para repartir de los que se necesita en realidad”4. Pero si nos preguntamos el cómo es posible que hayan miles de millones de personas que pasan hambre en el mundo, frente a otros miles de millones de personas que padecen de sobrepeso, lo que nos lleva a contemplar es que el problema no es la sobrepoblación, sino la prácticamente nula distribución y la exorbitante acumulación de los recursos y la riqueza. En otras palabras, el problema es la misma sociedad cristiana y capitalista.

Esta sociedad, apunta Marcuse, “es una unión de contradicciones. Obtiene la libertad a través de la explotación, la riqueza a través del empobrecimiento (…) El más alto desarrollo de las fuerzas productivas coincide con el más alto grado de opresión y de miseria” (citado por Pachón, 2008:18). Justifica, además, la sobrevivencia de unos (los pocos) mediante el aniquilamiento de otros (los muchos).

Este es un sistema social que nos dice que “la única forma de garantizar el máximo bienestar para el mayor número posible de personas, al mismo tiempo que se preserva el capitalismo, es reducir el número de personas” (George, 2003:95). Pero los/as que morirán nunca seremos nosotros/as, siempre serán los/as otros/as, somos una sociedad disociada, incapaces de concebir que los/as otros/as somos nosotros/as mismos/as.

La “bellum omnium contra omnes” no es parte de una supuesta naturaleza humana. No es en realidad una lucha a muerte de todos contra todos, como lo planteaba Hobbes, sino un constructo social que justifica/normaliza/naturaliza el asesinato sistemático de grandes cantidades de persona, en beneficio de unas pocas, que pretenden sostener un sistema estructuralmente insostenible, en un mundo que colapso por culpa de ese sistema que pretenden sostener.

Cuán acertado estaba Albert Jacquard, cuando en 1987 escribió: “la respuesta a la pregunta ¿cuántos seres humanos puede soportar la Tierra? Depende del tipo de seres humanos de que se trate. Si son campesinos de Mali o de Bangladesh, quince, veinte o treinta mil millones podrían subsistir sin demasiadas dificultades. Si son parisinos medios que todos los días emplean el coche y pasan sus vacaciones en un club en las Seychelles, los cinco mil millones (actualmente más de 6.700 millones, BGH) de hoy son ya insostenibles: agotarían los recursos del planeta, o lo contaminarían, lo harían definitivamente nada hospitalario para cualquier forma de vida evolucionada. La capacidad de carga de la Tierra no es un dato que ofrezca la naturaleza: depende de nuestro comportamiento. Por ello, el mañana depende de nosotros. No basta con gestionar nuestro efectivo: hay que tomar en serio la palabra igualdad” (citado por Taibo, 2009: 115-116).

Referencias.

Agamben, G. (2003) Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida. Trad. Cuspinera, A. Valencia: Pre-Textos.

Amery, C. (2002) Auschwitz, ¿comienza el siglo XXI? Hitler como precursor. Trad. García, C. México, D.F.: Turner-Fondo de Cultura Económica.

Bauman, Z.(2007) Miedo líquido. La sociedad contemporánea y sus temores. Trad. Santos, A. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica.

Bookchin, M. (1999). La ecología de la libertad. La emergencia y disolución de las jerarquías. Trad. Burello, M. Málaga: Nossa y Jara Editores.

Carbonell, E; Sala, R. (2002). Aún no somos humanos. Propuestas de humanización para el tercer milenio. Trad. Culí, R. Barcelona: Ediciones Península.

George, S. (2003) Informe Lugano: cómo preservar el capitalismo en el siglo XXI. 9ª ed. Trad. Wang, B. Barcelona: Intermón-Icaria Editorial.

Marcuse, H. (1972) El hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada. 9ª ed. Trad. Elorza, A. Barcelona: Editorial Seix Barral.

Pachón, D. (2008) La civilización unidimensional. Actualidad del pensamiento de Herbert Marcuse. Bogotá: Ediciones desde abajo.

Sartre, J. (1997) El existencialismo es un humanismo. Trad. Calvo, H. San José: Editorial Guayacán Centroamericana.
Tablada, C; Hernández, G. (2003) Petróleo, poder y civilización. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales.

Taibo, C. (2009). En defensa del decrecimiento. Sobre capitalismo, crisis y barbarie. Madrid: Los libros de la catarata.
1http://www.bolpress.com/art.php?Cod=2005004647
2http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=10881
3http://milksci.unizar.es/adit/conser.html
4http://www.dw-world.de/dw/article/0,,4792344,00.html

jueves, agosto 18, 2011

"Vamos a quemar la conferencia episcopal"


¿Desde cuando la iglesia católica teme al fuego? ¡Ah!, claro, desde que dejaron de ser ellos los que quemaban... Desde que perdió el monopolio de la hoguera, esta institución no hace más que quejarse y victimizarse por cualquier crítica que se les haga. Y cómo no van a quejarse, si antes no tenían que escuchar crítica alguna, bastaba con rostizarla o torturarla para “enderezar” así a las desviadas gentes que habían perdido el rumbo y se habían alejado de los caminos acríticos “del señor”.

La iglesia está indignada, gentes “inescrupulosas” compraron una réplica barata de la piedra y le colocaron harapos de papel. Una verdadera atrocidad si tenemos en cuenta que es una piedra a la que se viste con finos encajes y vestidos de oro, todo hecho a la medida. Semejante atropello a la piedra es imperdonable, fue como vestirla con ropa americana, y eso es lo peor que le pueden hacer a una piedra tan exclusiva como esa. Pero la iglesia se desquitará, no perdonará semejante insulto. No se extrañen que el próximo año el agua bendita contenga más materia fecal que de costumbre.

Pero no veo la indignación de la iglesia por el millonario viaje del capo-dictador del vaticano al Reino Unido. Eso no les parece atroz, más bien les resulta algo justo y necesario. Las gentes hambrientas del mundo pueden esperar unos días más su ración de comida, pero el papa no puede esperar para propagar sus sandeces. ¡No! El sistema capitalista requiere de sus servicios, necesita con urgencia que se les llene la cabeza a la gente de vidas transmundanas, mejores que ésta, para que nadie proteste y deseen, abiertamente, su propia muerte.

La iglesia “del pueblo” se olvida que éste tiene hambre y derechos. Se olvida que las mujeres no necesitan pudor ni recato, sino respeto. Ellas no necesitan que un necio cargado con complejos ocultos bajo una sotana venga a medirles el largo de la enagua o que les diga con quién o quiénes, cómo, cuándo y dónde disfrutar de su sexualidad plenamente. No necesitan ellas que se les petrifique para así poder exigir derechos y respeto.

Lo peor de lo esgrimido por esta institución es el autoproclamarse “experta en humanidad”, pero basta ver su “currículum” para notar su amplia experiencia, veamos unos pocos ejemplos:
  • Responsables de uno de los peores epistemicidios de la historia, así como el peor genocidio registrado en estas tierras: la conquista de América.
  • Sus vínculos con el III Reich, y sus silencios cómplices respecto al genocidio de la Segunda Guerra Mundial. En este punto vale recordar la beatificación de Eugenio Pacelli, mejor conocido como el papa nazi (o más bien el primer papa nazi, pues el actual no se le queda atrás). El apoyo incondicional del obispo alemán Ludwig Müller a Adolf Hitler, y sus exhortaciones al pueblo alemán para que apoyara la causa nazi, pues fue un orden dictado por la mismísima idea cínica divinizada -esa que llaman dios-, al propio Hitler. No está de más recordar las fotografías de sacerdotes haciendo el saludo nazi.
  • Su cercanía a las dictaduras de seguridad nacional latinoamericanas y su declaratoria de guerra a lo poco rescatable del cristianismo: la teología de la liberación, que criticó y enfrentó a esas dictaduras asesinas, aliadas siempre de la “santa sede”. Sería bueno que como argumento para la beatificación de Wojtyla, se diga que él, con su silencio y su cercanía a estos regímenes “milagrosamente” ayudó a la desaparición de miles de personas en toda América Latina. Las juntas militares latinoamericanas, son testigos de semejantes milagros, y se lo agradecen.

No podemos, por tanto, dudar de la “experiencia en humanidad” de la iglesia católica, pues todas sus referencias son de verdaderos expertos en determinar que es lo humano y que no: Adolf Hitler, Augusto Pinochet, Francisco Franco, entre otros, son quienes mejor nos retratan el por qué la iglesia es la primera en respetar los derechos humanos de quienes así sean catalogados. Para todas/os las/as demás existe el Malleus Maleficarum.

Sus llamados a catalogar las consignas y el performance de la marcha como herejía, no son más que la muestra de una mentalidad medieval que irrumpe con violencia en este periodo del patriarcado tardío, con el claro propósito de revitalizarlo. Recordemos, como advertencia, que la mentalidad medieval nos llevó a la hoguera. Y las palabras de Francisco Ulloa sólo evidencian los berrinches de una institución que exige que se le retribuya el monopolio sobre los cerillos, y con ellos su autoridad sobre nuestros cuerpos y nuestras mentes.

La inquisición se mantiene viva mientras persistan mentalidades medievales como los de la iglesia católica. Al hablar de herejía, la iglesia católica no hace más que incitar al odio y a la “quema” de todas aquellas gentes que no se adecuen a la “voluntad divina”... la ambición de los sacerdotes.

Las nociones no son inocentes, catalogar a alguien como hereje no la hará ganadora de una canasta de víveres ni de un pase especial al parque de diversiones... ¿Qué ocurría luego de que alguien era acusado/a de herejía? Ahí les dejo la pregunta...

La consigna “Vamos a quemar la conferencia episcopal, por machista y patriarcal”, no es una incitación a la violencia o al crimen, como lo pretende hacer ver los ensotanados. Es, por el contrario, el grito contestatario, que tuvo que esperar cientos de años, de todas aquellas mujeres que fueron víctimas del femicidio cometido por estos mismos que les exigen pudor y recato. Es el grito de las principales víctimas del patriarcado que llegó al punto de condenarlas a la hoguera, por ser mujeres que no se adecuaron a la visión patriarcal de lo femenino.

Lo importante es que el mensaje de la consigna fue muy claro, pues nadie quemó la conferencia episcopal, pero sí vimos arder al machismo y la misogina católica, por eso los sacerdotes echaban fuego por la boca, por eso lanzaron incendiarias sentencias de herejía, ardió tanto su misoginia que tuvieron que solicitar a gritos el retorno de las hogueras.

Respecto al performance que se realizó en la marcha, pues mi aplauso a la actriz y al actor, fueron quienes mejor representaron la violencia del machismo católico. La iglesia se indigna y afirma que dicha actuación atenta contra la moral pública (de un pueblo mojigato). Pero nada más indignante y una verdadera afrenta a la moral pública que la jerarquía de la iglesia católica encubra a acosadores y violadores. ¿Por qué no se pronuncia al respecto la conferencia episcopal? ¿Por qué si se habla de procesos judiciales contra 2 artistas y no contra pedófilos y quienes les encubren? ¿Y los actos de corrupción financiera perpetrados por la conferencia episcopal no atentan contra la moral pública?

Los gritos de alarma, las vestiduras rasgadas, las acusaciones de herejía, las susceptibilidades a flor de piel por la marcha de las putas solo evidencian que somos una sociedad analfabeta sexual y emotiva... quizás por eso se adora tan ciegamente a una simple piedra, que no hace nada, ni siquiera cosquillas, ni aunque le pongan baterías...

Permítanme, para finalizar, recitar otra consigna que a la conferencia episcopal también indigna y le hierve la sangre: ¡Estado Laico Ya!

domingo, agosto 14, 2011

En Costa Rica "Construimos un país seguro"

- Cuando yo uso una palabra -insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso-- quiere decir lo que yo quiero que diga... ni más ni menos.
- La cuestión -insistió Alicia- es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
- La cuestión -zanjó Humpty Dumpty- es saber quién es el que manda... eso es todo.

Lewis Carroll.

Costa Rica, el país de las maravillas, ha decidido resguardar su felicidad a toda costa y por todos los medios necesarios y/o excepcionales. “Construimos un país seguro” es el lema que aparece impreso en toda la documentación oficial del Poder Ejecutivo costarricense. De entrada esta frase nos parecería irrisoria, una tontería más de la nada culta y retrógrada oligarquía nacional.

¿Quién no se apresuró a hacer mofa de la frase, aseverando que los delincuentes desestimarán cometer sus fechorías al leerla?

Quizás una frase como esta, con una fuerte esencia autoritaria, no diga nada, pues “no responde a ninguna ideología, porque no lo rige ninguna idea, sino que es justamente todo lo contrario: es el vacío del pensamiento1. O quizás lo dice todo, pues ninguna noción es inocente.

La inocencia de la noción utilizada no está tan determinada por sus significados, sino por las intenciones de quienes la emiten. Ya lo evidenciaba Lewis Carroll en el diálogo entre Alicia y Humpty Dumpty, sobre la importancia de quién es el enunciante. Así también lo explicaba Carl Schmitt, el ius-filósofo nazi, a quien utilizaremos para comprender a los fascistas nacionales que asaltaron el poder: “el dueño del auténtico poder también está en situación de establecer por sí mismo la definición de los conceptos y los términos. Caesar dominus et supra grammaticam: el emperador también reina sobre la gramática2”.

En este caso, la noción de seguridad es la que presenta un sentido polémico, pues su lógica inmunitaria evidencia una formulación con vistas a un antagonismo concreto, es decir, está vinculada “a una situación concreta cuya consecuencia última es una agrupación según amigos y enemigos3”. Para comprender esta noción y otras de este tipo, es necesario saber a quién o quiénes “en concreto se trata en cada caso de afectar, de combatir, negar y refutar con tales términos4”.

Al presentarse como una distinción política específica entre amigo y enemigo, se tiende a la consolidación de una unidad política que no acepta disidencia alguna, por lo que cualquier protesta contra la estructura normativa de la sociedad o contra las políticas gubernamentales es visto como una muestra de enemistad y por tanto una amenaza social que debe ser combatida por todos los medios. Todos nos convertimos en personas potencialmente peligrosas y, por tanto, en objeto de vigilancia. Nuestra latente peligrosidad obliga a tomar medidas drásticas, excepcionales, para mantener el orden establecido, aunque eso implique suspender al mismo orden que se dice proteger. De ahí que “la supresión de derechos, encaminada no a la reparación del daño en un sentido amplio, sino al combate de una fuente de peligro, es lucha y -con ello- guerra5”.

En otras palabras la frase “construimos un país seguro” nos remite a la máxima protego ergo obligo, es decir que al presentarse como protectores contra las amenazas presentadas como inminentes, se arrogan el dominio de lo político, y con ello la capacidad de determinar quién es el enemigo, sobre la base del nexo indisoluble entre protección y obediencia.

De lo anterior, se llega a la conclusión que esta frase no fue ideada para combatir la delincuencia, ni su público meta son los delincuentes. Más bien está dirigida hacia una población en general a la que se le amenaza de que cualquier oposición a lo establecido se le combatirá por todos los medios que el Ejecutivo considere necesarios para mantener su dominio. En otras palabras, en su proceso de construcción y consolidación de una unidad política total, en el que se distinguirá entre amigos y enemigos, la frase no es otra cosa que una declaratoria de guerra.

Ahora bien, cabe preguntarnos ¿cómo piensan construir un país seguro? Pues muy sencillo, consolidando un Estado Policiaco-Militar que no sólo garantice el máximo de obediencia, sino también que permita reprimir indiscriminadamente cualquier disidencia.

Frente al hundimiento de la economía mundial, la administración Chinchilla hace uso del terrorismo de Estado para imponer su agenda, como lo evidencian las declaraciones del grupo económico del gobierno, tras su reunión con los representantes del Banco Central de Costa Rica para analizar la actual situación internacional. El vicepresidente Libermann sostuvo qué “A diferencia de 2008, hoy tenemos menos herramientas para mitigar los efectos de una crisis. Ante la situación fiscal actual, ampliar los gastos sería mucho más difícil, sino imposible”, concluyendo qué: “Sin reforma fiscal, los grados de maniobra son casi nulos”.

Pero sus palabras son, en realidad, las del Fondo Monetario Internacional (FMI), como lo evidencian las declaraciones de su director para el Hemisferio Occidental, Nicolás Eyzaguirre, en la X Conferencia Regional Anual del FMI, quien afirmó que Centroamérica está “menos preparada” para hacer frente al colapso de la economía mundial y, por tanto, debe fortalecer sus defensas fiscales, lo que “significa tener espacio para gastar en la eventualidad que haya una crisis”

Sin embargo, frente al miedo por un posible desplome económico por nuestro deficitario sistema fiscal, la administración Chinchilla, logra que se apruebe en un primer debate en el Congreso, que a las sociedades anónimas se les cobre un impuesto de ¢158.000 (aproximadamente $315), con el objeto de recaudar unos ¢37.000 millones anuales ($75 millones, aproximadamente) que se destinarán a la “Seguridad Ciudadana”. Impuesto que recuerda más bien al “impuesto para la defensa nacional”, por el que abogó la misma Chinchilla en lo más álgido del conflicto con Nicaragua, argumentando que el país requería “proteger” su territorio.

Pero se hace necesario contextualizar dicha suma para comprender su significado en la consolidación del Estado Policiaco-Militar. Lo recaudado anualmente por este impuesto debe sumarse a lo ya presupuestado anualmente para el ministerio de Seguridad6, que para el 2011 tiene asignado ¢157,874,000,000 (unos $320 millones), que destina la mayor parte de su presupuesto al rubro de “Seguridad Ciudadana”, ¢123,125,322,000 ($245 millones, aproximadamente). A dicho monto también se le deben agregar los $132 millones (aproximadamente unos ¢67,000 millones), como préstamo del BID destinado a seguridad, que el gobierno está solicitando su aprobación al Congreso. La suma de dinero que se destinará para el Ministerio de Seguridad irá aumentando según lo presupuestado cada año, mientras tanto, vivimos un abierto proceso desmantelamiento de las Universidades Públicas, a las que se les recorta su presupuesto, bajo la excusa de que no hay recursos para su sostenimiento.

Pero no podemos quedarnos allí, pues no son los únicos gastos en los que incurre el Estado en materia de seguridad. Debemos sumar, además, los dineros presupuestados para el Ministerio de la Presidencia en materia de seguridad: La Dirección de Inteligencia y Seguridad Nacional (DIS), nuestra policía política; y la Unidad Especial de Intervención (UEI), nuestras tropas especiales, entrenadas por el Comando Sur de EEUU en la Escuela de las Américas.

El Ministerio de la Presidencia tiene presupuestado para el 2011, ¢8,702,000,000 ($18 millones, aproximadamente), de los cuales el 45.51% se destina a seguridad: para la DIS el 31.76%, es decir¢2,763,704,000 ($6 millones, aproximadamente). Y el 13.75% restante a la UEI, ¢1,196,776,000 ($3 millones, aproximados).

El 54.49% restante de lo presupuestado para el Ministerio de la Presidencia es designado al rubro “Administración Superior”, que destina el 48.94%, es decir ¢ 2,320,169,000 (aproximadamente $5 millones) al Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD), entidad encargada de la guerra contra las drogas. Lo que nos muestra que el 94.45% de lo presupuestado para el Ministerio de la Presidencia se destina también al campo de la seguridad.

También debemos sumar lo destinado al Organismo de Investigación Judicial (OIJ) que para el 2011 tiene presupuestado la suma de ¢59,839,228,000 (unos $120 millones), es decir el 22.40% destinado al Ministerio de Justicia. Esto en cuanto a la siempre disposición del OIJ para reprimir violentamente, sobre todo si son estudiantes universitarios.

Tampoco podemos olvidar los dineros enviados vía cooperación internacional para el mismo rubro de la seguridad. Por ejemplo lo destinado para Centroamérica de la Iniciativa Mérida ($65 millones para cada nación centroamericana), así como lo destinado vía Iniciativa Regional de Seguridad para América Central (CARSI, por sus siglas en inglés), una extensión de la Inciativa Mérida, que inicialmente tenía presupuestado $165 millones, separados de lo destinado a la Iniciativa Mérida, para Centroamérica y su guerra contra el narcotráfico.

No podemos olvidar, al tener presente estas cifras, que estamos en un abierto proceso de militarización y de constitución de un violento Estado Policial, que se ha llegado al punto de que se den procesos de tortura y ejecuciones extrajudiciales o ajusticiamientos en nuestras cárceles; la reactivación de grupos paramilitares como “Costa Rica Libre”; ocupación militar; participación en ejercicios militares conjuntos, algunos realizados en el país. Además de un abierto y descarado saqueo de las instituciones estatales como la Caja Costarricense del Seguro Social, así como la gran cantidad de manifestaciones sociales, que reclaman sus derechos. Todo esto en contubernio con la iglesia católica costarricense, hartamente desprestigiada por sus abiertos atropellos a los Derechos Humanos y corrupción. Y por guardar silencio, la iglesia fue recompensada por el gobierno, con un nuevo concordato.

Ante este contexto, esta exorbitante suma de dinero para “seguridad”, en manos de una oligarquía entreguista, inculta y retrógrada, con abiertas intenciones militaristas y siempre anuente a aceptar cualquier invitación del Ejército de EEUU a invadir el territorio nacional, sólo evidencian que el país sí se está preparando para hacer frente al colapso mundial, específicamente a uno de sus aspectos más atroces, la guerra civil-social, que conlleva a la persecución, criminalización, violación flagrante de Derechos Humanos mediante tortura, y la eliminación sistemática de cualquier disidencia. Cabe recordar que la enemistad es la esencia de la guerra, y el Estado, por su condición de unidad política, le es atribuido inherentemente, el ius belli, es decir, “la posibilidad real de, llegado el caso, determinar por propia decisión quién es el enemigo y combatirlo7”. En otras palabras, el ius belli implica la capacidad de disposición, es decir, “la doble posibilidad de requerir por una parte de los miembros del propio pueblo la disponibilidad para matar y ser muertos, y por la otra de matar a las personas que se encuentran del lado del enemigo8

No olvidemos que esta administración ya declaró quienes son realmente sus enemigos: “los grupos radicales” que se opongan al saqueo del país, sentando así las bases de una declaratoria de guerra civil-social y la disposición de matar/morir de cada una de las personas que conforman esta nación.

A lo anterior debemos sumar las palabras del sátrapa nacional, Óscar Arias, quien afirmó que “Gobernar es educar, no complacer”. Dicha frase no sólo evidencia su despotismo y menosprecio por todo lo “democrático”, sino que además hacen gala de una lógica del poder disciplinario presente en las peores dictaduras de seguridad latinoamericanas. Son pues, una invitación a la totalización del Estado y por ende, la represión de cualquier disidencia.

La frase “Construimos un país seguro”, no es más que el envío de un mensaje en el que “se refuerza como prejuicio la convicción de que un mundo que se desordena se puede ordenar con disciplina impuesta con represión indiscriminada9.

Consolidando un Estado Policiaco-Militar, el gobierno se prepara para hacer frente a las consecuencias inmediatas del colapso mundial: la protesta social que aboga por alternativas.

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1Ver Zaffaroni, E. (2006) El Enemigo en el Derecho penal. Buenos Aires: Ediar. p. 78
2Ver Schmitt, C. (1932). El imperialismo moderno en el derecho internacional público. En Orestes, H. (2004). Carl Schmitt, teólogo de la política. México DF.: FCE. p. 112.
3Schmitt, C. (2009) El concepto de lo político. Trad. Agapito, R. Madrid: Alianza Editorial. p. 60.
4Schmitt, C. (2009). Op. Cit. p. 61.
5Jakobs, G; Polaino-Orts, M. (2009). Terrorismo y Estado de Derecho. Colombia: Universidad Externado de Colombia. p. 42.
6Todas las cifras son tomadas del presupuesto nacional 2011, que puede ser consultado desde el sitio de la Asamblea Legislativa: www.asamblea.og.cr
7Schmitt, C. (2009). Op. Cit. p.74.
8Schmitt, C. (2009). Op. Cit. p. 75.
9Zaffaroni, E. (2006). Op. Cit. p. 74.