miércoles, mayo 03, 2006

ABANDONANDO EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS:El retorno a la teomaquia por el poder internacional

Analizando la situación internacional, se puede constatar que se da un retorno al realismo clásico, y las demás teorías opuestas a ella, prácticamente son inútiles para explicar los cambios que enfrenta el sistema internacional. El realismo estructural, que pretendía explicar el comportamiento de los Estados, por medio del estudio de las estructuras internacionales, parece inútil a la hora de explicar la utilización de políticas revisionistas por parte de EEUU, que actúa más por la satisfacción de su interés nacional que por los constreñimientos estructurales, suceso que si lo explica el realismo clásico (conducta racional individualista de los Estados). A parte, los fenómenos económicos, la cooperación internacional y los procesos de internacionalización transnacionalista que estudiaban los neorrealistas-neoliberales, son coartados drásticamente con los atentados del 11 de septiembre de 2001, en el cual el proceso de globalización (en un sentido igualitario) prácticamente culmina y da paso a su verdadero rostro: el imperialismo. Además con la carrera armamentista que lleva a cabo la administración Bush II, se da una reactivación del dilema de la seguridad, lo que induce a los demás Estados a la conformación de Bloques de Contención Imperial, semejantes a las alianzas que se desarrollaron a finales del siglo XIX, para contener las aspiraciones hegemónicas del imperio alemán (el futuro será similar al presente y al pasado). Por lo tanto se puede deducir que el mundo ha adquirido una compleja tendencia nietzscheana-hobbesiana.

Cabe recalcar la dinámica del realismo clásico, explica acertadamente los cambios en la política exterior de un Estado-nación. Una nación puede cambiar de política en cualquier momento, con el propósito de aumentar el poder que ha conservado (de statu quo a imperialismo); Conservar el poder que ha obtenido (de imperialismo a statu quo); Mostrar el poder que posee (de statu quo a prestigio); O finalmente mostrar el poder que ha acumulado para intimidar a sus enemigos (de imperialismo a prestigio), sin que ese cambio de política sea un signo de debilidad.

La arena mundial es un campo de competencia permanente, en el cual se desata una teomaquia (lucha entre dioses, entre leviatanes, entiéndase Estados-Nación) por recursos escasos. Los Estados para obtener esos recursos, y con ello cumplir sus objetivos nacionales, históricamente han recurrido a la guerra, la cual se vuelve así un instrumento de la política exterior. Ello conduce a que los actores internacionales estatales, deban dotarse de ejércitos, con el propósito de ser utilizados para defenderse de los otros actores, o bien para promover militarmente sus objetivos exteriores (Aguilera, 2004: 133).

La política interna y la internacional son, en definitiva, dos manifestaciones del mismo fenómeno, esto es, la lucha por el poder. Cualquier política, sea interna o internacional, responde a tres modelos básicos o, dicho de otro modo, cualquier fenómeno político puede reducirse a tres tipos básicos. Una acción política procura mantener poder, aumentar el poder o demostrar poder. Una nación instrumenta una política exterior tendiente a conservar el poder y evitar el cambio de la distribución de poder en su favor, en última instancia desarrolla una política de statu quo. Por su parte una nación con una política exterior orientada a la adquisición de un mayor poder mediante un cambio de estructura de poder existente –cuya política exterior, para decirlo con más claridad, procura un cambio favorable en el statu quo del poder- lleva a cabo una política revisionista. Finalmente una nación cuya política exterior tiende a mostrar el poder que posee, para mantenerlo o incrementarlo, desarrolla una política de prestigio (Morgenthau, 1986: 63-64).

En esta teomaquia el objetivo principal es la conservación y/o mayor acumulación de poder y por ende se busca la supervivencia del más apto. Interpretando el darwinismo social, la lucha por la existencia es inherente a la vida de todos los Estados, por que, de acuerdo al principio de la progresión geométrica, el número sería pronto tan extraordinariamente grande que generaría la creación de estados fallidos incapaces de garantizar la seguridad de su población, lo que produciría guerras internas que desestabilizarían regiones enteras y por ende al sistema internacional. De aquí que, como surgen más Estados de los que pueden sobrevivir, tiene que haber en cada caso, una lucha por la existencia.

El retorno al realismo clásico

La situación en el mundo se caracterizó por la transformación dinámica del sistema de relaciones internacionales. Al culminar la época de la confrontación bipolar prevalecieron dos tendencias mutuamente exclusivas.
La primera tendencia se manifiesta en la consolidación de las posiciones económicas y políticas de la gran cantidad de Estados y de sus asociaciones integracionistas, en el perfeccionamiento de mecanismos de gestión multilateral de los procesos internacionales. Con esto el papel cada vez más creciente lo desempeñan los factores económicos, políticos, científico-técnicos, ecológicos e informativos.

La segunda tendencia se perfila a través de los intentos de construir la estructura de relaciones internacionales basada en el dominio en la comunidad internacional de los países avanzados occidentales y condicionar las soluciones unilaterales, principalmente las militares, para los problemas claves de la política mundial, ignorando las normas fundamentales del derecho internacional.

Durante la década de los noventa, el cual se caracterizó por el predominio de escuelas de pensamiento como el neoliberalismo y el neorrealismo o el institucionalismo transnacionalista, fue una época de incertidumbre donde se inauguró un periodo sin precedente de paz y de seguridad en la historia de las relaciones internacionales, sin embargo, no supuso sino un interludio entre estos hechos y el inicio de un conflicto de más amplias proporciones (Kagan, 2005: 113).

La guerra fue censurada, pasó de ser el instrumento de vital importancia para la sobrevivencia del sistema internacional y por ende del Estado, a una actividad moralizada. La guerra es sustituida por conceptos como “seguridad” que normaliza, naturaliza, cotidianiza, positiviza y justifica la guerra; -invierte los valores y se la emplea para suprimir la repulsión que se siente por el asesinato como fundamento ontólogico. Y sin embargo la guerra continuó siendo el centro de los procesos internacionales (Saxe, E. 2005: 1).

Se proclamó el fin de la historia, al argumentarse que por medio del comercio, la cooperación internacional y la resolución de conflictos a través de Organismos Internacionales, las guerras iban a ser cosa del pasado, y por lo tanto junto a la guerra, la seguridad nacional se vuelve obsoleta y vendría a ser sustituida por la seguridad colectiva. Esta época de incertidumbre se caracterizó por una securitización casi absoluta del entorno social de las relaciones humanas. Surgen términos como seguridad humana, democrática, ciudadana, entre otros. Sin embargo, se podría afirmar que toda esta securitización, colapsa y la seguridad nacional vuelve a ser el punto principal en la agenda internacional tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.

Esta época que finaliza el 11 de septiembre, inicia su decadencia en 1999, con los ataques a Kosovo, donde Estados Unidos, muestra políticas revisionistas (que siempre han estado presente en su política exterior) de dominio mundial y de creación de un superejército (simples pretensiones, ya que pese a no tener comparación militar, su ejército no es capaz de combatir y salir victorioso en dos teatros bélicos). Un hecho que la gran mayoría no avizoró, por vivir en el fantástico mundo de las maravillas de la economía, las finanzas, la securitización y la globalización. Y aún con las políticas revisionistas estadounidenses expuestas de forma tácita, muchos se niegan a abandonar Utopía.

La guerra recupera el rol preponderante en las relaciones internacionales que tuvo a través de la historia, siendo esta actividad la que permite la creación de un estudio de las relaciones entre los Estados. Como se apuntó anteriormente, la política internacional, al igual que todo tipo de política, es una lucha por el poder. No importa cuáles sean los objetivos finales de la política internacional, el poder se constituye invariablemente en el fin inmediato. (1986:64). Es por lo tanto característico de la naturaleza del Estado, acumular y mantener la mayor cantidad de poder con respecto a los otros Estados. Y es el poder el que permite que se desarrolle el fenómeno de la política, que debe ser entendida como “el control más o menos incompleto del comportamiento del sometido por medio de hábitos “voluntarios” de acatamiento combinados con amenazas de una coacción probable (Deutsch, 1990:23). Y al ser la guerra el principal mecanismo para la mayor acumulación de poder, puede concluirse, siguiendo la línea de Clausewitz, que la guerra es la continuación de la política por otros medios. Debe entenderse, que “la guerra no esta subordinada a la política, sino que constituye su máxima expresión, su perfección momentánea”. Por lo tanto, el Estado que dispone de débiles recursos y ejércitos insuficientes (o nulos, BGH) debe limitarse a desempeñar una modesta política en el concierto internacional, en tanto que el Estado que dispone de arsenales repletos y grandes reservas humanas y materiales puede realizar una “política” en alta voz (Naville, 2000:19).

Las intenciones de EEUU, son obvias. En un estado de guerra permanente, le permitiría salir del estado de recesión en el que se encuentra producto de la sobreproducción y la escasez de demanda que genera el capitalismo. Dándole mayor movilidad a su complejo industrial-militar-universitario
[1], permitiéndole generar nuevas tecnologías militares y salir de la crisis mediante la producción y la venta de armas. Para poder sostener la industria de armamentos, los Estados Unidos debe generar un estado de guerra permanente. Según un informe de la Fundació per la Pau, la dinámica de Guerra Global Permanente contra el “terrorismo” es la última creación de dicho complejo industrial-militar-universitario, que esgrime las amenazas (reales o ficticias) a la “seguridad nacional” como principal argumento para reclamar de forma permanente un aumento de los gastos militares y una apuesta decidida por el desarrollo de nuevas generaciones de armas.

Según datos de esta fundación, Estados Unidos es el primer productor y exportador mundial de armamentos, y cinco de las seis mayores empresas dedicadas a la producción de armas son norteamericanas. Esto no sería posible si los EEUU no fuesen también el país con el mayor presupuesto en I+D militar. Y para este años están presupuestados unos 75 mil millones de dólares, lo que representa más de dos tercios de los gastos mundiales. Y más de cuatro veces el presupuesto para I+D militar de todos los países de la UE.

En el mundo, el gasto militar superó el billón de dólares, de los cuales el 47% de ese gasto pertenece a los EEUU. Según el SIPRI, para finales de 2004 y principios del 2005, se gastó un billón treinta y cinco mil millones de dólares. De acuerdo con estos datos y con los de la Fundació per la Pau, el presupuesto de Defensa estadounidense es unas 25 veces mayor que el gasto conjunto ded los países identificados por el Pentágono como sus peores adversarios: Cuba, irán, Libia, Corea del Norte, Sudán y Siria. Más Rusia y China, gastan en sus ejércitos menos de una tercera parte del presupuesto militar estadounidense. en cuanto Irak, en el momento de la invasión, su presupuesto militar era 285 veces inferior al de los EEUU
[2].

EEUU, no tiene igual militarmente, fue catalogada por un diplomático francés como una hiperpotencia sin igual, pero por sus características y por sus tendencias imperialistas de dominación mundial, se podría catalogar más como un imperio, o mejor dicho un hiperimperio, que desea controlar todo (tanto al planeta entero, como al universo, y a la misma humanidad) para garantizarse su seguridad, mediante el establecimiento de un estado de guerra permanente que le ha sumado más enemigos que aliados, generándole más inseguridad. Los Estados Unidos buscan desesperadamente establecerse como un hiperimperio, ya que su hegemonía inicia su colapso de forma desenfrenada desde 1975.

Otra de las caracteristicas del realismo que se puede encontrar actualmente en el sistema internacional es la lucha por el poder, principalmente de forma militar. El primer gran asalto al poder mundial lo intentan con Alemania nazi por medio de la Segunda Guerra Mundial. Es un asalto ilusorio; aun así, muestra la agresividad y destructividad que tal asalto implica (Hinkelammert, 2005: 101).

Con la presidencia de Bush se comienza a gestar de nuevo este asalto al poder sobre el mundo entero. Celebraban el New American Century. De hecho se trata, después de la Alemania nazi, del segundo gran intento del asalto al mundo. Sólo que éste no es un intento ilusorio, como el nazi, puesto que se basa en un poder militar superior al del conjunto de todos los países del mundo. O sea, existe un poder militar mundial, falta entonces un nuevo poder económico y financiero mundial que lo sustente. Bush lo proclama: “somos una fuerza militar sin paralelo, tenemos el derecho a actuar en todo el mundo para imponer la economía de mercado y garantizar la seguridad energética y podemos atacar a quien consideremos una amenaza o a cualquier país que pueda convertirse en una competencia militar. El asalto al poder sobre el mundo necesita de un enemigo presente en el mundo entero que amenace al asaltante, ya que, para defenderse, éste debe tomar el poder sobre el mundo. Se inventa un monstruo de la conspiración mundial. Este monstruo le obliga a conquistar el mundo para liberarlo de él; no obstante, es tan terrorífico que hay que hacerse monstruo también para poder luchar contra él (2005:102-103).

El asalto al poder mundial por las burocracias privadas de empresas transnacionales para salir de la actual crisis de la estrategia de globalización precisa de un poder político que les abra el camino, y para ellas es evidente que EEUU, es el único poder que puede hacerlo. Sigue siendo válido que las burocracias privadas de las empresas transnacionales están tomando el poder sobre el mundo y precisan de una dictadura mundial de seguridad (2005:110).
¿Globalización o Imperialismo?

Los atentados del 11 de septiembre de 2001 no solo marcan el inicio de una nueva era dominada por el realismo clásico, sino también, como se explicó anteriormente, el fin de una era de incertidumbre donde el estudio de las relaciones internacionales estuvo dominada por teorías como el neorrealismo-neoliberalismo y por ende del fenómeno de su estudio, mejor conocido como la globalización. El capitalismo se ha transformado en un sistema universal de sojuzgamiento colonial y de estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta por un puñado de países “adelantados” (Lenin, 1977:9). Acaba con su fantasmagórica máscara, y muestra su verdadero rostro el imperialismo. Ese capitalismo de la libre competencia, con su regulador absolutamente indispensable, la Bolsa, pasa a la historia. En su lugar ha aparecido el nuevo capitalismo, que tiene los rasgos evidentes de un fenómeno transitorio, que representa una mezcolanza de la libre competencia y del monopolio. Surge de manera natural la pregunta: ¿en qué desemboca la “transición” del capitalismo moderno?. Desemboca esta transición del capitalismo moderno, del capitalismo en su fase imperialista (Lenin, 1977: 43)

De todos los fenómenos que caracterizan a la globalización, el más sobresaliente es el de la “internacionalización económica”, lo que viene a significar que es un proceso de desarrollo capitalista, por lo que es intrínsicamente expansionista, con grandes rasgos coloniales e imperiales (Saxe, J. 1999: 9).
[3] Por lo que muestra que el nuevo campo de acción continúa con las experiencias anteriores en cuanto al asimétrico contexto de poder internacional y nacional, dentro del cual, ocurren los flujos comerciales, de inversión, y las transferencias de tecnología y de esquemas productivos (1999: 11)[4]. El proceso de globalización conlleva a la inequidad, el conflicto, la dominación, la apropiación del excedente y las contradicciones interestatales, de clase y etnia, de género y de mercados. Por dichas razones, la globalización es un proceso del imperialismo producto del sistema polarizante del capitalismo.

Es un proceso polarizante, ya que concomita con la construcción de centros de dominación y de periferias dominadas. En esta teoría de la expansión mundial del capitalismo, las transformaciones cualitativas de los sistemas de acumulación entre una fase y otra de su historia construyen las formas sucesivas de la polarización asimétrica centros / periferias, es decir, del imperialismo concreto (Amin, 2003: 6).

Pablo González Casanova, afirma que “... la globalización es un proceso de dominación y apropiación del mundo. La dominación de estados y mercados, de sociedades y pueblos, se ejerce en términos político-militares, financiero-tecnológicos y socio-culturales. La apropiación de los recursos naturales, la apropiación de las riquezas y la apropiación del excedente producido se realizan –desde la segunda mitad del siglo XX– de una manera especial, en que el desarrollo tecnológico y científico más avanzado se combina con formas muy antiguas, incluso de origen animal, de depredación, reparto y parasitismo, que hoy aparecen como fenómenos de privatización, desnacionalización, desregulación, con transferencias, subsidios, exenciones, concesiones, y su revés, hecho de privaciones, marginaciones, exclusiones, depauperaciones que facilitan procesos macrosociales de explotación de trabajadores y artesanos, hombres y mujeres, niños y niñas. La globalización se entiende de una manera superficial, es decir, engañosa, si no se le vincula a los procesos de dominación y de apropiación” (González, 1999:12).

Es por lo tanto, el actual proceso de globalización, que vive el mundo, la fase de imperialización del capitalismo más salvaje, lo que podríamos catalogar como el capitalismo cínico, una tendencia que no reconoce derechos humanos frente a los derechos empresariales. Una corriente que se fundamenta en la economía de la vida, una lucha por la supervivencia de los más aptos. El resto, siguiendo esta tendencia, ya no deben ser olvidados, como se suponía anteriormente, creyendo que en su mediocridad, poco a poco iban a desaparecer, sino más bien, deben de ser considerados como nopersonas.
[5] “La estrategia de acumulación llamada globalización de ese capitalismo salvaje quiere el dominio total, acelera el automatismo autodestructor del mercado y transforma paulatinamente la sociedad burguesa en una sociedad fundamentalista, que busca imponer sus puntos de vista en todas partes, por la violencia policial y militar si es necesario” (Merino, 2003:6).

Una contradicción que presenta el discurso de los globalistas es sobre la desaparición del Estado, o simplemente la reducción de sus funciones y la posible aparición de lo que podríamos llamar Estados-Corporación, empresas transnacionales, que podrían sustituir a los Estados-nación, como los encargados de la formulación de las políticas con las que se rige el sistema internacional. Sin embargo, el rol estatal conserva su primacía porque “es de gran importancia la diferenciación territorial de los Estados y el mantenimiento de las fronteras estatales para la generación de precios nacionalmente diferenciados de bienes “no transables”, es decir que no circulan a través de las fronteras o cuya circulación trasnacional es muy reducida (servicios nacionales como comunicaciones, combustible, rentas inmobiliarias; estructura de precios en la industria de la construcción y otras similares)”. Además que “los recursos políticos-militares de los Estados siguen siendo estratégicos para mantener o ampliar los espacios económicos y comerciales” (Vilas, 1999: 90). Aparte de esto es importante recalcar que “los Estados pervivirán en la medida en que es preciso que exista una instancia que imponga alguna disciplina, permita generar cierta confianza y opere a la manera de corrector de los desequilibrios más agudos en los momentos de crisis”(Taibo, 1999: 180).

En este punto podríamos referirnos a la teoría nacional-socialista, expuesta por Karl Haushoffer, de la Grossraumwirtschaft. Donde se afirmaba que la era de los Estado-nación, como unidad económica, ya había pasado, y que estos debían reemplazarse por la idea de las grandes áreas (Grossräume) que presentaran una cierta unidad geográfica y económica (Saxe, 2001:169). Sin embargo lo que se pretendía con dicha teoría era la creación de “bloques económicos” en torno a Estados industrializados, desde los cuales dichos Estados, podrían aprovechar las materias primas y los recursos de sus bloques respectivos. En otras palabras, dichos bloques llegarían a constituirse como lebensraum (espacios vitales) de los estados de capitalismo monopólicos o imperialistas.

Teoría del Caos y Relaciones Internacionales

El Sistema Internacional es un sistema caótico y, debido a esa condición, es muy difícil “predecir” con exactitud el atractor
[6] de ese sistema, ya que por una pequeña variación cualquier predicción podría errar. Sin embargo, la teoría del caos permite predecir el atractor o la trayectoria de determinado sistema, a corto plazo. Podemos crear un escenario hipotético, basado en los actuales acontecimientos y, tomando en cuenta sus condiciones iniciales y las que dieron origen a la Segunda Guerra Mundial, que se asemejan a las actuales, tratar de proyectar analógicamente la crisis en la que se encuentra el mundo en la actualidad.

La Comunidad Internacional al ser un sistema caótico, lo hace vulnerable a las mega perturbaciones (acumulación de perturbaciones económicas, políticas, militares, ecológicas, sociales, culturales, ontológicas). Su centro precipitador son los EE.UU., que ha acelerado el proceso de perturbación del sistema, el cual podría llevar al mundo a una crisis de tal magnitud que produzca una Cuarta Guerra Mundial (suponiendo que la Guerra Fría fue la tercera). El Atractor de ese sistema caótico podría ser un Nuevo Orden Internacional de carácter imperial. Es por lo tanto que Estados Unidos, al detonar esas mega perturbaciones provoca que todo el sistema internacional se encamine a su destrucción. Ahora bien, una de las principales características de los sistemas caóticos, es que en determinado tiempo se reorganizan. Este punto explica la paradoja de la guerra preventiva ya que, en un determinado lapso, el sistema internacional se reorganizará, pero esta vez bajo el dominio total de EEUU, creando un sistema imperial que responda a los designios de Washington. Se establecerán nuevos regímenes que le permitan mantenerse como hiperpotencia hegemónica y un Derecho Internacional basado en su Derecho Interno. Claramente, este sistema internacional, vendría a ser el sueño hitleriano de un Reich que durase mil años.

Actualmente podemos observar, y como se afirmó anteriormente, que las demás potencias del sistema internacional, al notar los planes megalómanos de la administración Bush II, y conociendo el atractor al cual los EE.UU. está encaminando al sistema, han iniciado la formación de bloques de contención imperial, más de carácter militar que económico. Esto lo podemos ver reflejado, en las alianzas de Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay y Cuba, y en los acercamientos de este bloque suramericano con Rusia, la UE, China e India. Y el apoyo brindado a Siria e Irán, por parte de los gobiernos ruso y venezolano. Todas estas acciones tomadas por estos bloques de contención imperial, tienen como objetivo encaminar al Sistema Internacional hacia otro posible atractor: un nuevo equilibrio de poder.

Las políticas revisionistas de los EE.UU. son exageradamente fuertes, principalmente por su carácter dogmático, político y económico. A diferencia de la antigua URSS, cuando la hegemonía de EE.UU. colapse, llevará al mundo a una guerra total, que destruirá a todos los ecosistemas y seres vivos que haya en el planeta. Por dichas razones, debemos descartar la idea de Kant de una paz perpetua, ya que hemos entrado a un mundo donde la paz significa recargar tus armas.

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[1] Este concepto es reformulado por Eduardo Saxe Fernández, por la inversión que es dada a las universidades en EEUU, para que realicen estudios e investigaciones sobre tecnología militar. De acuerdo con la investigación realizada por la campaña por la paz: la investigación militar: la cara oculta de la ciencia. La investigación y desarrollo de las nuevas armas consume, enormes presupuestos públicos, muy superiores a las que los EEUU dedican a cualquier área civil. En cuanto a los receptores de dichos fondos, el 24% va a parar a los laboratorios propiedad del gobierno federal, el 6% a universidades y más del 66% a las empresas de armamentos. Estas son, pues, las principales beneficiarias de los presupuestos de I+D militar; sólo dos de ellas (Lockheed Martín y Boeing) se llevaron, en el 2002, más de 10000 millones de dólares, en otras palabras, casi el 20% del presupuesto para I+D militar de aquel año.
[2] Fundació per la Pau. 2005. Investigación militar: la cara oculta de la ciencia. en Campaña por la paz
[3] “Como categoría histórica, la globalización es un equivalente a la “internacionalización económica”, y por lo tanto es un fenómeno íntimamente vinculado con el desarrollo capitalista, intrínsicamente expansivo y que tiene en la experiencia colonial e imperial una de sus más claras expresiones históricas y contemporáneas”.
[4] “El fenómeno de la internacionalización económica, es decir, el de la globalización entendida como una categoría científica, con base en el análisis histórico plantea que el presente estadio del capitalismo no muestra rupturas fundamentales con la experiencia del pasado en lo que se refiere al asimétrico contexto de poder internacional y nacional... Es un caldo de cultivo de relaciones profundamente leonino en el orden económico-estratégico, conocido en la literatura científica como “imperialismo”.
[5] Palabra de la neolengua, inventada por George Orwell, en su libro 1984. Se utilizaba para hacer referencias a las personas que no poseían derecho alguno, excluidos de la sociedad y que pronto serían exterminadas.
[6] Atractor es una singularidad en el "espacio de acción" donde ocurre un fenómeno, hacia el cual convergen las trayectorias de una dada dinámica, que encuentran en su atractor una condición local de mínima energía. La existencia de un atractor se puede detectar observando la disipación de algún tipo de energía. El atractor (puntual) de un péndulo oscilando libremente es su punto más bajo. Además de atractores puntuales, hay atractores cíclicos (o ciclos límites) y atractores caóticos o atractores extraños (el conjunto límite de una trayectoria caótica). El atractor de algunos sistemas complejos coincide con su estado de autoorganización. El atractor de algunos sistemas orientados a satisfacer una meta, es la meta misma. http://club.telepolis.com/ohcop/atractor.html

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