viernes, enero 01, 2010

¡Felices 5.800.000!

Hace ya 5.800.000 años que el Ardipithecus Kadabba vivió en este planeta. Un millón de años más antiguo que el Ardipithecus ramidus, el A. Kadabba es considerado como el eslabón entre el chimpancé y los primeros homínidos. Y esto es lo que debemos celebrar, 5.800.000 años de evolución de nuestra especie y no 2010 años de represión, dominación y genocidio, todo ello santificado en nombre de una idea cínica divinizada.

Sin lugar a dudas esta fecha – 5.800.000 años- es motivo de celebración, ya que es la historia de nuestra evolución, de nuestros andares por este planeta sin dios alguno que nos amargara la existencia – la noción de dios es de reciente formación, apenas 30.000 años-, de cómo nos fuimos adaptando al entorno. Es la historia del descubrimiento del fuego, de una nueva dieta, rica en carnes, y de cómo ésta desarrolló nuestras capacidades cerebrales y gracias a ello la gestación de los primeros avances tecnológicos que nos permitió sobrevivir a nuestro entorno, y de garantizar la existencia de nuestros semejantes. Es la narración de nuestra animalidad y el fin del burdo mito de nuestra descendencia divina. En fin, es la historia de cómo llegamos a ser sapiens.

Pero, en lugar de celebrar nuestros más de 5.800.000 años de existencia y evolución, festejamos sólo los últimos 2010 años, los peores de nuestra existencia. Y digo peores, por que son los años en los que el asunto se comenzó a tornar difícil para nuestra existencia. No quiero decir con esto, que los tiempos de los romanos y griegos fueron maravillosos, al contrario. Pero tenemos que admitirlo, lo peor que nos ha pasado es el surgimiento del cristianismo y en sí de la sociedad occidental.

Celebramos los últimos 2010 años en los que se nos mutiló nuestra sexualidad, nuestra libertad y nuestra existencia. Celebramos los 2010 años de carnicerías en el continente americano, africano y asiático, en nombre de esa idea cínica divinizada –esa que llaman dios-, de asesinatos sistemáticos de todos aquellos que no comulgaran con la ortodoxia cristiana y capitalista.

Se celebran las muertes de aquellos que murieron en las hogueras de la Inquisición, del colonialismo europeo, de la civilización. Celebramos la muerte de aquellos que fueron decapitados y asesinados por la espada/cruz europea y los misiles patriotas lanzados desde los submarinos “corpus cristi” estadounidenses. O la sacralización del genocidio realizada por el capo-dictador filonazi Ratzinger.

Festejamos, con fuegos artificiales incluidos, la revolución industrial y la aparición del capitalismo –que por dicha ya tiene los días contados-, y la destrucción de este planeta, nuestro hogar desde hace 5.800.000 años.

¡Qué alegría nos llena el imaginar lo que nos espera un nuevo año! Que, sin lugar a dudas, serán más guerras, golpes de estado, fascismos, genocidios, hambrunas, imperialismos, hundimientos económicos, crisis energéticas, destrucciones ambientales… en fin, la profundización del Colapso Mundial (Eduardo Saxe Fernández, 2005). Todo lo anterior anhelado por aquellos predicadores de la muerte, que nos han amargado la existencia desde hace más de 2010 años.

Contradictoriamente, no celebramos nuestros 5.800.000 años de existencia, de cómo nos hicimos sapiens, si no de cómo hemos dejado de serlo.

En fin, en este nuevo año de nuestra existencia – que deberíamos celebrarlo durante el solsticio de diciembre- , más allá de prometernos bajar unos cuantos kilitos, comprar carrito nuevo, o planear un viaje a Disneylandia a tomarnos fotitos con patos imperialistas, deberíamos procurar seguir existiendo unos cuantos años más. Eso sí, que sigamos existiendo todos, blancos; negros; amarillos o verdes, de todas las sexualidades, olores y sabores y no sólo un puñado de gente que, sin derecho alguno, se han erigido como los amos del mundo, y nos han aguado la fiesta a todos durante estos 2010 años – y más años, llegando al punto en que a algún imbécil se le ocurrió hablar de jerarquías y dioses-.

En mi caso, y para finalizar, celebro nuestros 5.800.000 años de lucha por sobrevivir y existir, e invito a que no hablemos, ni celebremos, de nuestra historia desde el nacimiento de ese cáncer, la sociedad occidental, sino, como diría Nietzsche, a partir de su destrucción.

¡Felices 5.800.000 años de existencia! Esperemos que sigamos existiendo, todos juntos, sin jerarquías y sin dioses; sin hambre, muerte, o represiones sexuales; sin cristianismo, judaísmo, islamismo, y en sí, sin religiones; sin capitalismo u otras ortodoxias necias; sin discriminación, odio y violencia; sin personas extremadamente ricas o pobres, presidentes belicistas, dictadores, o papas adoradores de Hitler…

¡A la mierda el 2010! ¡Felices 5.800.000 años de existencia!