viernes, junio 08, 2007

Globalización: Fantasmagoría del Imperialismo

La globalización es concebida como un proceso de apertura de mercados, libertad de comercialización, libre flujo de capitales, la integración mundial de bienes, servicios, procesos de producción, mercados de trabajo, tecnologías y capitales. Además cuenta con un auge y perfeccionamiento de las comunicaciones y un desarrollo del transporte mundial. Sin embargo, la globalización, actualmente, no cuenta con un significado concreto, comprensible y decisivo y en medio de sus muchas manifestaciones, es casi imposible establecer los campos a los que a ella pertenecen y menos aún entender las relaciones que se realizan en su seno.

Es en este punto que podemos preguntarnos: ¿este proceso, en que nos encontramos, es realmente la globalización? O ¿es simplemente una máscara que se le ha puesto al imperialismo de las potencias occidentales?.

La globalización puede compararse a la idea de dios. Ambos son inexplicables, invisibles, “ineludibles”, se supone que todos estamos sometidos ante ellos, omnipresentes, homogenizadores, aunque también marginadores. Pero sobre todo en lo que más se parecen es que ambos son ideas cínicas divinizadas creadas por “sacerdotes”, con el propósito de sostener su imperio, de justificar su insaciable necesidad de acumulación de riquezas, su incansable búsqueda de poder y el control del mundo.

Los atentados del 11 de septiembre de 2001 no solo marcan el inicio de una nueva era dominada por la Realpolitik
[1], sino también, como se explicó anteriormente, el fin de una era de incertidumbre donde el estudio de las relaciones internacionales estuvo dominada por teorías como el neorrealismo, neoliberalismo y el globalismo[2] y por ende del fenómeno de su estudio, mejor conocido como la globalización.

Ese mundo de las maravillas económicas que tanto defienden los idealistas económicos, ha dejado ya de existir, si es que alguna vez existió. Después de los atentados del 11 de Septiembre de 2001, culmina la globalización.

Lo que se desarrolló en la década de los noventa, fue el imperialismo suave, es decir, la tendencia por la cual se trata de “influir” (dominar, controlar) por medio de mecanismos como la cultura y el comercio
[3] a otros Estados. Y, aunque se de por mecanismos suaves, su objetivo es el mismo que del imperialismo duro o militar, la conquista de territorios y recursos para la metrópoli. Globalización fue el nombre con el cual se pretendió ocultar, normalizar, naturalizar, justificar y suavizar esa dominación.

Hinkelammert afirma que la globalización puede -debe- ser entendida como una estrategia frente a una globalidad de la tierra producida por hechos históricos, una estrategia de aprovechamiento frente a la accesibilidad del mundo
[4]. Fenómenos disímiles que en la retórica del globalismo han sido unificados para presentar a la globalización como la solución de todos los problemas de la humanidad. Sin embargo, la globalización no es la promotora ni la causante de la globalidad de la tierra, que prácticamente inicia, producto de los procesos de hominización, en el Pleistoceno Inferior, hace 1,7 millones de años. Debido a que “en la evolución de nuestro género hemos desarrollado de forma potente la capacidad técnica de transformación del mundo, y esta adaptación nos ha permitido sobrevivir más años de lo que sería natural” (Carbonell, E; Sala, R. 2002:27).

Entre las razones por las que se debe descartar la continuidad y/o la aplicación de la globalización, está el paso de una agenda internacional económica y de cooperación que imperó en la década de los noventa, a una agenda dominada por el campo militar. Todo cambia su contenido, las reuniones bilaterales y/o multilaterales llegan a poseer cláusulas militares, la economía pasa a ser economía de guerra, las fluctuaciones en las finanzas van a estar determinadas por las tensiones bélicas que se gestan en diferentes regiones del mundo, la formación de alianzas tienen un propósito estratégico, en un bando, la formación de una coalición que le permitirá al ya decadente hegemón consolidarse como imperio universal; mientras que en el otro bando, la concreción de Bloques de contención imperial. Esta nueva tendencia internacional es, de acuerdo con Wim Dierckxsens, también uno de los elementos por los que culmina la “globalización”, ya que las relaciones político-económico (incluso las militares) se desarrollarán intra-inter bloques
[5].

Este argumento se corroboraría sí interpretamos a la globalización como la puesta en práctica de la Grossraumwirtschaft, teoría nacional-socialista expuesta por Karl Haushoffer. En la cual se contemplaba que la era de los Estado-nación, como unidad económica, ya había pasado, y que estos debían reemplazarse por la idea de las grandes áreas (Grossräume) que presentaran una cierta unidad geográfica y económica (Saxe, J, 2001:169). Sin embargo lo que se pretendía con dicha teoría era la creación de “bloques económicos” en torno a Estados industrializados, desde los cuales dichos Estados, podrían aprovechar las materias primas y los recursos de sus bloques respectivos. Desarrollar políticas revisionistas en esas áreas de dominación, deponer gobiernos opositores y colocar (o simplemente apoyar) gobiernos clientelares (por ejemplo, las dictaduras de seguridad nacional en Latinoamérica, la mejor muestra del terrorismo estatal auspiciado por EEUU). Y como fin ulterior estos bloques llegarían a constituirse como lebensraum
[6] (espacio vital) de los estados de capitalismo monopólicos o imperialistas.

En la idea de sus promotores, la globalización debía conducir a una disminución de los conflictos al generalizar los beneficios del desarrollo económico y tecnológico y reforzar la transparencia internacional gracias a los medios de comunicación. Los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 obligan a realizar otra lectura del sistema internacional y de los fenómenos que en él se desarrollan. La adquisición de instrumentos de violencia radical por grupos o individuos cada vez más numerosos es ella misma un producto de la globalización. Uno de los principales rompecabezas de las políticas de control en la exportación de bienes y tecnologías sensibles es la dificultad actual de conocer el uso, civil o militar, de muchos productos cuya diseminación es difícil impedir porque tiene un doble uso potencial. La globalización incrementa también la posibilidad de contagio de los conflictos locales y permite que cualquiera mida las diferencias entre los distintos países o zonas geográficas. (Delpech, 2003b: 17)

A partir de ese día llegaba a su fin la fase expansiva de la posguerra fría y optimista de la globalización y se inauguraba otra etapa caracterizada como de “globalización defectiva” y “securitización” de la agenda global. (Bosoer, 2005: 93)

La principal economía del planeta, la estadounidense, inmersa en una situación de incertidumbre, redujo significativamente los niveles de su comercio exterior. Recuérdese al respecto que las importaciones estadounidenses recularon un 14% en septiembre del 2001, en tanto las exportaciones menguaron un 8%. Esto al margen, los atentados se saldaron, según una estimación, con una reducción de un 2% en el PIB de EEUU, un guarismo que, aunque doblaba el registrado con ocasión de la guerra de 1991 en el golfo Pérsico, era menor que el provocado por la crisis del petróleo de 1975 (3%) y 1982 (4%) (Taibo, 2005:121)

Y aunque EEUU sigue siendo formalmente el adalid de la globalización capitalista, en realidad estaría defendiendo una singularísima modalidad de ésta claramente subordinada a los intereses propios (2005:121). Sus políticas revisionistas muestran un claro abandono de la mano invisible de los mercados al utilizar un puño, cada vez más visible, hay que preguntarse -siguiendo la línea de Taibo-, ¿para que competir si se pueden imponer normas de obligado cumplimiento a los demás? (2005:122), para perder el tiempo en obedecer las leyes del libre mercado, parece ser lo que orbita en las mentes de los Think Tanks estadounidenses, si se puede recurrir a la fuerza para lograr los objetivos planteados. Thomas Friedman, es uno de esos claros ejemplos, pues afirma que “la mano oculta del mercado nunca funcionará sin un puño oculto. McDonald’s no podría florecer sin McDonell Douglas, el fabricante del F-15. Y el puño que oculto garantiza que el mundo es seguro para las tecnologías del Silicon Valley se llama ejército, fuerza aérea, armada y cuerpo de marines de EEUU” (citado por Taibo, 2005:122). Este puño oculto se puede encontrar en los “acuerdos de libre comercio” que EEUU ha realizado en la región latinoamericana, desde la ASPAN o TLCANplus
[7], hasta en el TLC con los países centroamericanos y República Dominicana. En este tratado, el recurso a la fuerza se encuentra plasmado en el capítulo 21 de Excepciones, en el punto 2, llamado “seguridad esencial” que puede y/o debe ser considerado como una cláusula policíaco-militar que abre paso a la posibilidad de invasiones militares en los países firmantes o el apoyo incondicional a las incursiones militares que EEUU realice en cualquier parte del mundo[8]. Es interesante, como una cláusula de esta envergadura no sea estudiada, ni mencionada, ni siquiera conocida por todos los “TLCfilos[9]” y se debaten más sobre si es un tratado o un acuerdo.

El surgimiento de un capitalismo salvaje era ya contemplado a inicios del siglo XX por Lenin, quien afirmaba que “el capitalismo se ha transformado en un sistema universal de sojuzgamiento colonial y de estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta por un puñado de países ‘adelantados’ (Lenin, 1977:9). Acaba con su fantasmagórica máscara, y muestra su verdadero rostro: el imperialismo. También sostenía que “ese capitalismo de la libre competencia, con su regulador absolutamente indispensable, la Bolsa, pasa a la historia. En su lugar ha aparecido el nuevo capitalismo, que tiene los rasgos evidentes de un fenómeno transitorio, que representa una mezcolanza de la libre competencia y del monopolio. Surge de manera natural la pregunta: ¿en qué desemboca la “transición” del capitalismo moderno?. Desemboca esta transición del capitalismo moderno, del capitalismo en su fase imperialista” (1977: 43)

De todos los fenómenos que caracterizaron a la globalización, el más sobresaliente fue el de la “internacionalización económica”, lo que viene a significar que es un proceso de desarrollo capitalista, por lo que es intrínsicamente expansionista, con grandes rasgos coloniales e imperiales (Saxe, J, 1999:9). Por lo que muestra que el nuevo campo de acción continúa con las experiencias anteriores en cuanto al asimétrico contexto de poder internacional y nacional, dentro del cual, ocurren los flujos comerciales, de inversión, y las transferencias de tecnología y de esquemas productivos
[10]. El proceso de globalización conlleva a la inequidad, el conflicto, la dominación, la apropiación del excedente y las contradicciones interestatales, de clase y etnia, de género y de mercados. Por dichas razones, la globalización es un proceso del imperialismo producto del sistema polarizante del capitalismo. Como afirma Habermas, “con la modernización capitalista ha prevalecido, (...) un proceso selectivo de racionalización que conduce a la colonización del mundo de la vida y a la generación de crisis y patologías”[11].

Según Eudald Carbonell y Robert Sala, la globalización “… consiste en continuar los procesos de colonización ya iniciados en la Antigüedad y que ha tenido tanto éxito en los últimos siglos. Su última expresión es la creación de zonas con una fiscalidad especial en países del Tercer Mundo para atraer a empresas del Primer Mundo que allí pueden ignorar impunemente las legislaciones encaminadas a proteger los derechos de los trabajadores –que en sus países de origen ha costado decenios de lucha conseguir- y ahorrarse un volumen importante de impuestos que servirían para conseguir una cierta redistribución de las rentas” (Carbonell y Sala, 2002:203).

Si se revisa el pasado, se contemplan las enseñanzas que deja la historia. “La destrucción progresiva de las estructuras intermedias del Antiguo Régimen en Francia durante los siglos XVII y XVIII, progresivamente aisló a los individuos frente al Estado y fue una de las grandes causas de la violencia revolucionaria. Si avanzamos doscientos años más tarde podemos ver en la globalización una radicalización a escala planetaria de un fenómeno comparable, precursor de movimientos revolucionarios de un nuevo tipo, que expone a los individuos directamente a las coerciones no del Estado sino de la economía global” (2003b: 18).

Es un proceso polarizante, ya que concomita con la construcción de centros de dominación y de periferias dominadas. En esta teoría de la expansión mundial del capitalismo, las transformaciones cualitativas de los sistemas de acumulación entre una fase y otra de su historia construyen las formas sucesivas de la polarización asimétrica centros / periferias, es decir, del imperialismo concreto (Amin, 2003).

Pablo González Casanova, afirma que “...la globalización es un proceso de dominación y apropiación del mundo. La dominación de estados y mercados, de sociedades y pueblos, se ejerce en términos político-militares, financiero-tecnológicos y socio-culturales. La apropiación de los recursos naturales, la apropiación de las riquezas y la apropiación del excedente producido se realizan –desde la segunda mitad del siglo XX– de una manera especial, en que el desarrollo tecnológico y científico más avanzado se combina con formas muy antiguas, incluso de origen animal, de depredación, reparto y parasitismo, que hoy aparecen como fenómenos de privatización, desnacionalización, desregulación, con transferencias, subsidios, exenciones, concesiones, y su revés, hecho de privaciones, marginaciones, exclusiones, depauperaciones que facilitan procesos macrosociales de explotación de trabajadores y artesanos, hombres y mujeres, niños y niñas. La globalización se entiende de una manera superficial, es decir, engañosa, si no se le vincula a los procesos de dominación y de apropiación”
[12].

Es por lo tanto, el actual proceso de globalización, que vive el mundo, la fase de imperialización del capitalismo más salvaje, lo que podríamos catalogar como el capitalismo cínico, una tendencia que no reconoce derechos humanos frente a los derechos empresariales
[13]. Una corriente que se fundamenta en la economía de la vida, una lucha por la supervivencia de los más aptos. El resto, siguiendo esta tendencia, ya no deben ser olvidados, como se suponía anteriormente, creyendo que en su mediocridad, poco a poco iban a desaparecer, sino más bien, deben de ser considerados como nopersonas[14]. “La estrategia de acumulación llamada globalización de ese capitalismo salvaje quiere el dominio total, acelera el automatismo autodestructor del mercado y transforma paulatinamente la sociedad burguesa en una sociedad fundamentalista, que busca imponer sus puntos de vista en todas partes, por la violencia policial y militar si es necesario”(Merino, 2003:6). Principalmente por parte de occidente, por lo que podríamos afirmar que la globalización debe ser considerada como occidentalización, en cuanto Occidente (principalmente Estados Unidos), busca imponerse ante todo el mundo, y con ello sus dogmas fundamentalistas excluyentes (capistalismo, cristianismo y “democracia”[15])

Se observa como esa economía de la vida se ve justificada en el discurso de los globalistas, cuando afirman que la idea de la dominación y la apropiación son resultados inevitables de la globalización porque se trata de una ruptura histórica y de un nuevo paradigma tecnológico ante los que no existen alternativas. Esto se ve reflejado en las crecientes inequidades, polarización, hiperconcentración de la riqueza y brutal redistribución regresiva del producto mundial bruto a favor de los países capitalistas avanzados, de sus empresas multinacionales y de su enramado de relaciones clientelares con el Tercer Mundo (1999:12). Otro de los argumentos de los globalistas es que la globalización se sigue como consecuencia de la internacionalización de la producción y distribución económicas. Lo más difícil es determinar el tipo de internacionalización de que se trata ahora, porque ha sido característica del capitalismo su expansionismo mundial (Saxe, E.,1999:293).

La globalización esta relacionada con “los procesos económicos de un mundo unificado (doctrina del One World) por la reuniversalización del capitalismo ante el llamado “colapso” de la URSS. En este sentido, Saxe-Fernández, recalca que la idea de globalización quiere decir, por una parte, universalismo capitalista, y por otra, hegemonía estadounidense” (1999:289). Esto debido a que es este país quien lleva la batuta en cuanto al control de la dirección del proceso de globalización. En otras palabras se podría afirmar que, el proceso de globalización, es simplemente la imperialización occidental del planeta bajo el dominio estadounidense. Además podemos ver en la actualidad como el proceso de globalización llega a mostrar su verdadero rostro: el imperialismo. Donde por medio de la doctrina de guerra permanente y su estrategia de la guerra preventiva, se pretende derrumbar el sistema internacional, con el fin de establecer un nuevo sistema que funcione en beneficio de los Estados Unidos
[16].

Otras de las contradicciones que presenta el discurso de los globalistas es sobre la desaparición del Estado, o simplemente la reducción de sus funciones y la posible aparición de lo que podríamos llamar Estado-Corporación, empresas transnacionales, que podrían sustituir a los Estados-Nación, como los encargados de la formulación de las políticas con las que se rige el sistema internacional. Sin embargo, se debe tener presente que “son de gran importancia la diferenciación territorial de los Estados y el mantenimiento de las fronteras estatales para la generación de precios nacionalmente diferenciados de bienes “no transables”, es decir que no circulan a través de las fronteras o cuya circulación trasnacional es muy reducida (servicios nacionales como comunicaciones, combustible, rentas inmobiliarias; Estructura de precios en la industria de la construcción y otras similares)”. Además que “los recursos políticos-militares de los Estados siguen siendo estratégicos para mantener o ampliar los espacios económicos y comerciales”(Vilas, 1999: 90). Aparte de esto es importante recalcar que “los Estados pervivirán en la medida en que es preciso que exista una instancia que imponga alguna disciplina, permita generar cierta confianza y opere a la manera de corrector de los desequilibrios más agudos en los momentos de crisis” (Taibo, 1999:180).

Alain Touraine sostiene que en efecto, “no sólo las economías siguen siendo ante todo nacionales –el caso de China y EEUU, por ejemplo- no sólo el mundo parece encaminarse hacia una trilateralización –Norteámerica, Japón y la Unión Europea; JSF-, más que hacia una globalización; no sólo en el terreno de las comunicaciones de masas asistimos a una hegemonía norteamericana más que a la internacionalización sino que, lo que es aún más importante, asistimos a la creación de redes financieras mundiales en lugar de a la creación de una economía mundial… estamos reviviendo a mayor escala lo que a principios del siglo XX se llamó imperialismo, es decir, el predominio del capital financiero internacional sobre el capital industrial nacional” (citado en Saxe-Fernández, J. 2006: 73-74).

La mundialización económica, que de lejos constituye a partir de los años noventa la dinámica dominante de nuestros tiempos, requería ser completada por un proyecto estratégico global en materia geopolítica para limitar la soberanía nacional
[17], y la guerra de Kósovo brindó la oportunidad para ello (Dierckkxsens, 2000b:71). Al querer poner límites a la soberanía nacional, también pone en discusión el status de las Naciones Unidas, como la expresión de los Estados-Nación unidos. Kósovo debía constituir un escenario exploratorio para imponer, mediante la fuerza militar hegemónica estadounidense dentro de la OTAN, un nuevo orden en las relaciones internacionales, útil para las negociaciones económicas estadounidenses en la OMC (2000b:72)

El paso de la exclusión de los contrincantes económicos por los mecanismos de mercado a su eliminación mediante el uso de la fuerza bruta, es lo que tiende a transformar, paulatinamente, el neoliberalismo en neofascismo
[18]. Es decir, en la actual crisis económica que vive el mundo, contrario a la estrategia de la globalización que buscaba la reducción (incluso la eliminación) de la soberanía nacional, para poder garantizar la estabilidad y la sobrevivencia de sus empresas, las potencias occidentales (en especial EEUU), deben recurrir a una mayor intervención estatal tanto nacional como internacionalmente, y con ello la promoción del nacionalismo (es aquí donde el discurso de la amenaza terrorista cumple su papel), por consiguiente, en esta lucha de las grandes transnacionales para acceder a mercados sin proteccionismos (sin soberanía), mediante el uso de la fuerza para el derrocamiento de la soberanía nacional, conduce a un fortalecimiento de la soberanía nacional de la potencia (EEUU) y como consecuencia sobresalen las políticas revisionistas del hegemón en decadencia.

Aunque EEUU y Occidente intenta protegerse del terrorismo (una nueva forma global de anarquía) a través del dominio soberano, la economía de mercado internacional (otra forma de nueva anarquía global) socava la propia idea de soberanía. Aunque EEUU ha construido el mundo a su imagen y semejanza, se ve forzado a controlar su propia economía, porque la interdependencia permite que el capital, el empleo y la inversión se trasladen a donde quieran, independientemente de la soberanía americana. EEUU puede difundir una civilización cultural pop de películas, música, software, comida rápida y tecnología de la información por todo el mundo hasta que éste renazca como un McWorld, pero no puede controlar el golpe de la yihad, pues la interdependencia concede a la yihad los medios necesarios para hacer frente al McWorld (Terrorismo Global), unos medios no menos impresionantes que los que posee el McWorld para combatir la yihad (mercados globales). De hecho, en cierto modo se trata de los mismos medios, en el sentido de que ambos se fundamentan en la anarquía global que promueven (Barber, 2004:22).

La exportación colonial de los criterios ultraliberales y de la cultura occidental a todo el planeta. La auténtica humanización no se consigue mediante la globalización así entendida y la imposición del pensamiento único sino por la integración de la diversidad cultural, por la creación de una cultura y de unos principios mundiales que surjan de la fusión, de la interfecundidad de las diversas culturas existentes (Carbonell y Sala, 2002:203-204).

Referencias

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[1] "Política de la realidad", es la política exterior basada en intereses prácticos más que en la teoría o la ética.
[2] “El neoliberalismo se ubica como una reflexión desde un capitalismo de mercado puro, y de régimen republicano (...) al mismo tiempo, dentro del capitalismo, el neoliberalismo representa una posición que tiende a no aceptar premisas o postulados histórico-sociales, afirmando más bien que el mercado es una entidad de la naturaleza, que funciona de forma natural, y que pertenece, por ejemplo, con la familia monogámica patriarcal, a formas heredadas biogenéticamente en el desarrollo de la humanidad y en tal sentido igual a como funciona un grupo animal social, o procesos bioquímicos o astronómicos” (Saxe, E. 1999b: 91). “La globalización denotaría un conjunto de procesos de renovada internacionalización del capital a finales del siglo XX. El globalismo, a su vez, sería una interpretación sesgada de esa globalización, que pone de relieve únicamente sus aspectos positivos, y que la considera como inevitable e incontrolable, y como solución a todos los problemas de la humanidad” (...) “Tanto el neoliberalismo como el globalismo se definen como constructos ideacionales excluyentes de todo otro constructo, se puede no encontrar alternativas, y en tal caso la lógica interna del neoliberalismo y del globalismo tenderá a hacer que se consideren no solamente como marcos interpretativos últimos (o primeros según se quiera), sino también como consecuentes e incontrastables” (1999b: 155).
[3] El imperialismo suave estaría formado por el imperialismo cultural el cual “no pretende la conquista de un territorio o el control de la vida económica, sino el control de las mentes de las personas como herramienta para la modificación de las relaciones de poder entre dos naciones” (Morgenthau, 1986: 86); y por el imperialismo económico el cual “resulta no tan directo y por lo general no tan eficaz como el militar. Tendencia a romper el statu quo para modificar las relaciones de poder entre la potencia imperialista y las otras naciones, realizarlo no mediante conquistas territoriales sino a través de dominio económico. Si una nación no puede o no desea conquistar territorios a los efectos de establecer su dominio puede lograr el mismo fin ejerciendo su dominio sobre quienes dominan su territorio” (Morgenthau, 1986: 84-85)
[4] Conferencia “Globalización y Mercado Total”, desarrollada en el marco de la II Semana de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional, 2006.
[5] Conferencia “El proceso de Desconexión y Transición en América Latina” desarrollada en el marco de la II Semana de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional, 2006.
[6] Planteado por Ratzel al considerar al Estado como un organismo vivo que necesita de recursos para sobrevivir, posteriormente desarrollado por Haushoffer. El espacio vital es un territorio suficientemente grande y vario en su estructura económica para que los grupos humanos que en él conviven tengan la posibilidad —siempre que trabajen sistemáticamente en colaboración y provecho recíprocos— de realizar una intensa producción de gran envergadura, una moderna división del trabajo y el intercambio de bienes y capitales precisos; es decir, lo necesario para que puedan llegar a un nivel de vida propio del siglo XX, logrando la independencia más completa posible frente a la política económica de los grandes capitalismos o de otros espacios vitales grandes, acaparadores de las materias primas. El espacio vital es un territorio suficientemente grande y dotado de energías, víveres y materias primas asequibles en todo momento y con seguridad, para preservar a los pueblos integrantes de vivir como “criaturas” inertes, sujetas a cualquier gran potencia de hegemonía marítima o estar expuestos a una muerte segura. Cada uno de los espacios vitales hoy existentes ha sido construido por una fuerte potencia directora, propugnadora del mismo tanto en lo “interno” como en lo “externo”.
[7] John Saxe-Fernández desarrolla la cuestión de la ASPAN en su artículo “México-EEUU: Seguridad y colonialidad energética”.
[8] El Capítulo 21.2 titulado “Seguridad Esencial” dice: “Ninguna disposición de este Tratado se interpretará en sentido de: a) obligar a una parte a proporcionar ni a dar acceso a información cuya divulgación considere contrarias a sus intereses esenciales en materia de seguridad; o b) Impedir que una Parte aplique medidas que considere necesarias para cumplir con sus obligaciones respecto al mantenimiento o restauración de la paz y seguridad internacional, o para proteger sus intereses esenciales en materia de seguridad (Subrayado nuestro, BGH). El texto del tratado, incluido este capítulo puede ser descargado directamente de la página web del COMEX (www.comex.go.cr), es aún más sorprendente que la página del tratado en la que se encuentra este capítulo posee el sello de aprobación del departamento de asesoría legal del COMEX, lo que denota un evidente, por parte del gobierno costarricense, apoyo incondicional a las “aventuras” militares estadounidenses.
[9] He dado en llamadar TLCfilia a ese apoyo incondicional por parte de diferentes grupos hacia el TLC. Pero no es cualquier apoyo, pues ha llegado a niveles casi patológicos sorprendentes. Han desarrollado prácticamente un culto al TLC, tan idéntico -y enfermo- a los dogmas religiosos, de NO discusión sobre el tema, la descalificación (aún no se a llegado a un tipo de Inquisición, en la cual se eliminan a los opositores al dogma), la degradación y censura de todos aquellos que ven en el TLC no como un mecanismo para el desarrollo de los países de la región, sino como una viva representación del imperialismo económico.
[10] “El fenómeno de la internacionalización económica, es decir, el de la globalización entendida como una categoría científica, con base en el análisis histórico plantea que el presente estadio del capitalismo no muestra rupturas fundamentales con la experiencia del pasado en lo que se refiere al asimétrico contexto de poder internacional y nacional... Es un caldo de cultivo de relaciones profundamente leonino en el orden económico-estratégico, conocido en la literatura científica como “imperialismo” (1999:11).
[11] Citado en Saxe, E. 1999. La Nueva Oligarquía Latinoamericana. El autor destaca la colonización del mundo de la vida, para interpretarla, en el sentido que “la perpetuación de esa colonización se basaría en el control del desarrollo ulterior del paradigma tecnoeconómico centrado en la información y la comunicación”. p. 161.
[12] Pablo González Casanova. “Los indios de México hacia el nuevo milenio” en La Jornada, 9 de septiembre de 1998, p. 12. Citado por Saxe-Fernández. 1999. Globalización: crítica a un paradigma. p. 12.
[13] Franz Hinkelammert explica extensamente sobre esta erradicación de las “distorsiones del mercado” en la estrategia de la globalización que “realizada por medios de los ajustes estructurales, ha borrado los derechos humanos de la vida humana. Los ajustes estructurales dejan sin efecto los logros anteriores en materia de estos derechos (derecho de la vida, salud, educación, alimentación, vivienda) y hacen imposible volver a recuperarlos. Los han sustituido por la absolutización de los derechos de las empresas (derechos de propiedad privada) como únicos derechos reconocidos (Hinkelammert, 2003:23).
[14] En neolengua –el lenguaje orwelliano de la novela 1984-, se utilizaba para hacer referencias a las personas que eran exterminadas, que ya no poseían derecho alguno, individuos que dejaron de ser seres humanos.
[15] Esto quiere decir, siguiendo el discurso occidental: no existe un sistema económico que no sea el capitalismo, sólo existe una religión verdadera y es el cristianismo, es impensable otro sistema político que no sea la democracia. Y a quien se le ocurra criticar al capitalismo; o rechazar la existencia de una idea cínica divinizada (mejor llamada dios) o creer en otros; o el simple hecho de dudar de la eficiencia de lo que se conoce como democracia, es catalogado como personae non gratae en esta sociedad, incluso en este planeta.
[16] Ver mi “sobre la guerra preventiva”, en donde expongo la paradoja de la guerra preventiva: esta estrategia ha sido utilizada por algunas potencias para retar al hegemón y con ello establecer un nuevo orden internacional que les beneficie. Fue utilizada por la Alemania nazi para retar a Gran Bretaña, y es utilizada por EEUU para retar al actual hegemón, que paradójicamente es él mismo.
[17] Históricamente se concebía que la soberanía se basaba en una fuerza armada suficiente para rechazar a los invasores, y la fuerza armada se adaptaba a la forma de un poder estatal centralizado. Actualmente, un Estado es soberano en la medida en que posea un centro político cuyas decisiones predominen sobre la voluntad de todas las autoridades subordinadas; es soberano respecto del mundo exterior en la medida en que pueda imponer su autoridad jurídica. Si se ve invadido por la fuerza armada, y no logra resistir, su autoridad desaparece junto con su soberanía, y esto ocurre cualesquiera sean su estructura social, su trama jurídica, su fachada constitucional o su régimen político. (Lichtheim, 1972: 11-15).
[18] Al agotarse la libre competencia de los más fuertes en el campo económico con pérdidas generalizadas, la lucha por la sobrevivencia de los más fuertes adquiriría un carácter extraeconómico al introducirse el uso de la fuerza. Se abriría otra lucha por mantener, a la fuerza, un lugar ganador en un mercado global, mercado que perdería sin embargo, todo dinamismo interno. He aquí el paso gradual de la exclusión de los contrincantes económicos mediante mecanismos del mercado a la amenaza de eliminarlos por la fuerza. Y con este paso de la exclusión a la eliminación, se introduce la amenaza de una eliminación eventual de poblaciones concretas (2000b: 82)

La Dominación Económico-Militar de EEUU en América Latina*

“La guerra no tiene ningún sentido oculto, afirma André Glucksmann, pone de manifiesto lo que es: una convincente ausencia de sentido” (Glucksmann, 1969:77). Pero, cómo entender la situación mundial, enmarcada en un estado de guerra. La etología nos permitiría saber que los primates no son seres ajenos a las guerras y que, en algunas ocasiones, cuando existe una confrontación, pueden llegar incluso al exterminio de la banda contraria (Carbonell; Sala, 2002:20). También nos permitiría comprender que la estrategia de acumulación forma parte de un comportamiento animal que perdura en el mundo de los primates humanos; un mundo en el que algunos continúan acumulando poder y riqueza siguiendo pautas etológicas y atávicas, condenando así, como cualquier otro animal, a grupos enteros de nuestra propia especie a la pobreza (y al exterminio, BGH) (Carbonell; Sala, 2002:76).

No obstante, y con una tendencia más hacia lo político, considero más acertado, la utilización del realismo clásico, para entender la dinámica mundial. Desde esta posición, se interpreta que, la política internacional, al igual que todo tipo de política, es una lucha por el poder. No importa cuáles sean los objetivos finales de la política internacional, el poder se constituye invariablemente en el fin inmediato. (Morgenthau,1986:64). Es por lo tanto característico de la naturaleza del Estado, acumular y mantener la mayor cantidad de poder con respecto a los otros Estados. Y es el poder el que permite que se desarrolle el fenómeno de la política, que debe ser entendida como “el control más o menos incompleto del comportamiento del sometido por medio de hábitos “voluntarios” de acatamiento combinados con amenazas de una coacción probable (Deutsch, 1990:23). Y al ser la guerra el principal mecanismo para la mayor acumulación de poder, puede concluirse, siguiendo la línea de Clausewitz, que la guerra es la continuación de la política por otros medios. Debe entenderse, que “la guerra no esta subordinada a la política, sino que constituye su máxima expresión, su perfección momentánea”. Por lo tanto, el Estado que dispone de débiles recursos y ejércitos insuficientes (o nulos, BGH) debe limitarse a desempeñar una modesta política en el concierto internacional, en tanto que el Estado que dispone de arsenales repletos y grandes reservas humanas y materiales puede realizar una “política” en alta voz (Naville, 2000:19). Además el realismo clásico plantea que no existe una armonía natural de los intereses entre los Estados, y que, en la “arena internacional” se desarrolla una competición constante, una “lucha por la supervivencia”. Por tanto, y desde mi punto de vista, de vital importancia para comprender la dinámica en América Latina, el mecanismo regulador de ese sistema de supervivencia, es el equilibrio de poder.

Ahora bien, considero importante utilizar esta teoría para comprender las políticas revisionistas de EEUU, porque a partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001, se marca el inicio de una nueva era dominada por la Realpolitik
[1], sustituyendo a las posiciones que imperaron en la década de los noventa: neoliberalismo, estructuralismo, globalismo. Y con ello el fin del colorido discurso de la “globalización”[2].

Cabe destacar que, durante esta época de incertidumbre, posterior al colapso soviético, no significa que no se hayan desarrollaron guerras en el planeta
[3] –como lo planteaban el grupo de amigos defensores del libre mercado y la democracia liberal-, sino que en el discurso “la guerra es sustituida por conceptos como “seguridad” que normaliza, naturaliza, cotidianiza, positiviza y justifica la guerra; -invierte los valores y se la emplea para suprimir la repulsión que se siente por el asesinato como fundamento ontólogico. Y sin embargo la guerra continuó siendo el centro de los procesos internacionales” (Saxe, E. 2005: 1).

“Caracterizar el momento actual, Afirma Ana Esther Ceceña, sobre la base de la militarización de las visiones y estrategias hegemónicas no descarta la identificación de la guerra, de la sustancia de la guerra, como un elemento inmanente, consustancial, a las relaciones capitalistas. Pero si bien la guerra es sólo otra forma de entender la competencia, históricamente se van modificando los énfasis o los terrenos en los cuales se desatan las estrategias de clase, en este caso de la clase dominante, y en que se configuran las diferentes modalidades o momentos en las relaciones de dominación. Hace cinco años o un poquito más nadie estaba hablando de que el militarismo fuera el elemento dominante y sin embargo estábamos en este mismo sistema. Se hablaba del neoliberalismo, del mercado, de que el eje ordenador de la sociedad eran las relaciones de mercado y que era a través de estas relaciones de mercado como se disciplinaba y como se concebía a la sociedad en su conjunto”
[4].

Ahora bien, considero que, lo que se desarrolló en la década de los noventa fue el imperialismo suave, es decir, la tendencia por la cual se trata de “influir” (dominar, controlar) por medio de mecanismos como la cultura y el comercio
[5] a otros Estados. Y, aunque se de por mecanismos suaves, su objetivo es el mismo que del imperialismo duro o militar, la conquista de territorios y recursos para la metrópoli. Globalización fue el nombre con el cual se pretendió ocultar, normalizar, naturalizar, justificar y suavizar esa dominación.

Tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en EEUU y el 7 de octubre de 2001 –inicio de la ofensiva militar estadounidense contra el “Tercer Mundo”- se puede encontrar la transición del imperialismo suave al duro, impregnado por el neomercantilismo
[6] y un cristianismo apocalíptico. Esta transición se corrobora en el paso de una agenda internacional económica y de cooperación, que imperó en la década de los noventa, a una agenda dominada por el campo militar. Esto no quiere decir, de acuerdo con Ceceña, “que el mercado desaparezca como disciplinador, quiere decir que la dimensión militar se sobrepone al mercado desplazándolo de su carácter de eje ordenador, que la visión del mundo adopta un contenido particularmente militarizado, y que es a partir de la visión militar que la totalidad no sólo se reordena sino que cobra un nuevo sentido”. Todo cambia su contenido, las reuniones bilaterales y/o multilaterales llegan a poseer cláusulas militares, la economía pasa a ser economía de guerra, las fluctuaciones en las finanzas van a estar determinadas por las tensiones bélicas que se gestan en diferentes regiones del mundo, la formación de alianzas tienen un propósito estratégico, en un bando, la formación de una coalición que le permitirá al ya decadente hegemón consolidarse como imperio universal; mientras que en el otro bando, la concreción de Bloques de contención imperial. Esta nueva tendencia internacional es, de acuerdo con Wim Dierckxsens, también uno de los elementos por los que culmina la “globalización”, ya que las relaciones político-económico (incluso las militares) se desarrollarán intra-inter bloques[7].

Este argumento se corroboraría sí interpretamos a la “globalización” como la puesta en práctica de la Grossraumwirtschaft, teoría nacional-socialista expuesta por Karl Haushoffer, en la cual se contemplaba que la era de los Estado-nación, como unidad económica, ya había pasado, y que estos debían reemplazarse por la idea de las grandes áreas (Grossräume) que presentaran una cierta unidad geográfica y económica (Saxe, J, 2001:169). Sin embargo lo que se pretendía con dicha teoría era la creación de “bloques económicos” en torno a Estados industrializados, desde los cuales dichos Estados, podrían aprovechar las materias primas y los recursos de sus bloques respectivos. Desarrollar políticas revisionistas en esas áreas de dominación, deponer gobiernos opositores y colocar (o simplemente apoyar) gobiernos clientelares (por ejemplo, las “dictaduras democráticas” de Arias en Costa Rica, Calderón en México, García en Perú, entre otras
[8]). Y como fin ulterior estos bloques llegarían a constituirse como lebensraum[9] (espacio vital) de los estados de capitalismo monopólicos o imperialistas.

Desde esta perspectiva, las Doctrinas de Seguridad Nacional se desarrollaron con el interés de la “gran potencia” de proteger sus “áreas de influencia” de la injerencia de otras potencias. Los nazis concebían a esas “áreas de influencia” como las Grossräume (grandes áreas), en las cuales las potencias dominantes de esas áreas, podían explotarlas libremente, eran sus espacios vitales. Dichas potencias dominantes poseían un raumsinn (sentido de espacialidad) es decir, para proteger su “soberanía”, y para sobrevivir, podían expandirse en todo el bloque que les correspondía. Si la potencia dominante no se expandía, era muestra de debilidad, y pronto se vería amenazada por otra potencia que buscaba una mayor acumulación de poder.

Agotado el anexionismo territorial como medio de consolidar un proyecto nacional que giró alrededor del principio de la especulación con la tierra en su primera fase, afirma John Saxe, EEUU ingresa prácticamente desde la Guerra Civil (1861-1865) a una etapa de construcción de una “esfera de influencia” hemisférica utilizando instrumentos de proyección económica (Inversiones, el “anexionismo comercial”, manejos de empréstitos, etc) con un constante apoyo de sus fuerzas de proyección militar naval y terrestre en México, Centroamérica y el Caribe (1900-1910) y posteriormente en América del Sur (1920-1930) (Saxe, J. 2006:45).

Debe entenderse que, las políticas estadounidenses pretenden el control absoluto del continente, no puede permitir que existan procesos o elementos que escapen de su control, esto porque, el continente funciona como plataforma para sus incursiones militares, enfrentamiento con otras potencias, y sus proyecciones globales. Por estas razones, se puede contemplar que sus políticas revisionistas muestran un claro abandono de la mano invisible de los mercados al utilizar un puño, cada vez más visible, hay que preguntarse -siguiendo la línea de Taibo-, ¿para que competir si se pueden imponer normas de obligado cumplimiento a los demás? (2005:122), para qué perder el tiempo en obedecer las leyes del libre mercado, parece ser lo que orbita en las mentes de los Think Tanks estadounidenses, si se puede recurrir a la fuerza para lograr los objetivos planteados. Thomas Friedman, es uno de esos claros ejemplos, pues afirma que “la mano oculta del mercado nunca funcionará sin un puño oculto. McDonald’s no podría florecer sin McDonell Douglas, el fabricante del F-15. Y el puño que oculto garantiza que el mundo es seguro para las tecnologías del Silicon Valley se llama ejército, fuerza aérea, armada y cuerpo de marines de EEUU” (citado por Taibo, 2005:122). Wim Dierckxsens afirma que, “El paso de la exclusión de los contrincantes económicos por los mecanismos de mercado a su eliminación mediante el uso de la fuerza bruta, es lo que tiende a transformar, paulatinamente, el neoliberalismo en neofascismo
[10].

Esta utilización del puño se puede contemplar a lo largo de la historia. “Al amparo de la campaña propagandística del Buen Vecino, silenciosa pero sistemáticamente Roosevelt giró instrucciones para el establecimiento y desarrollo de mayores vínculos militares bilaterales con los países latinoamericanos, sentando las bases sobre las que se desplegaría el poderío militar de EEUU hacia Latinoamérica durante la Guerra Fría” (Saxe, J. 2006:48).

En casos más recientes, en los “acuerdos de libre comercio” que EEUU ha realizado en la región latinoamericana, como el Área de Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN o TLCANplus
[11]), donde “el gobierno de Bush insiste en actuar por el lado de la oferta, ya sea desregulando áreas ecológicas protegidas en el Ártico, imponiendo, con la excusa de la guerra contra el terrorismo, esquemas leoninos como el de la Alianza (ASPAN, BGH), centrados en la extracción de combustibles fósiles de México y Canadá, o bien utilizando de manera directa la fuerza militar para lograr el acceso y control de yacimientos gigantes –por ejemplo en Irak, y según Rumsfeld, en Venezuela-, todo ello sin mayor esfuerzo por el ahorro y la eficiencia, especialmente en el área de transporte” (Saxe, J; 2006:159).

Para John Saxe Fernández, la Alianza “es la más reciente expresión de esa aspiración imperialista de agregar al manejo comercial, financiero y de inversión la sombrilla de la seguridad. El TLCAN es mucho más que un mero asunto comercial. La metástasis del TLCAN rápidamente se trasladó del comercio a otros de sus objetivos centrales: el dominio irrestricto sobre la Inversión Extranjera Directa (IED), la estrategia monetaria, la instauración de candados al nivel de seguridad nacional y el manejo, administración y usufructo del espacio geográfico mexicano y sus vastos recursos humanos, minerales y combustibles fósiles” (Saxe, J. 2006:179)

También se encuentra en el TLC con los países centroamericanos y República Dominicana. En este tratado, el recurso a la fuerza se encuentra plasmado en el capítulo 21 de Excepciones, en el punto 2, llamado “seguridad esencial” que puede y/o debe ser considerado como una cláusula policíaco-militar que abre paso a la posibilidad de invasiones militares en los países firmantes o el apoyo incondicional a las incursiones militares que EEUU realice en cualquier parte del mundo
[12]. Cabe recordar que EEUU, afirma Carlos Ernesto Motto, “ha enfocado sus propuestas diplomáticas y las actividades militares en la región, en especial con dos iniciativas: por una parte la creación de una brigada de despliegue rápido multinacional centroamericana[13] y por otra una armada multinacional caribeña[14]. Es interesante, como una cláusula de esta envergadura no sea estudiada, ni mencionada, ni siquiera conocida por todos los “TLCfilos[15]” y se debaten más sobre si es un tratado o un acuerdo.

Otros proyectos neomercantilistas que imperan en la agenda estadounidense para América Latina son el ALCA, el Plan Colombia, el Corredor Biológico Mesoamericano y el Plan Puebla-Panamá. En el caso del ALCA, James Petras afirma que “es una extensión del neoliberalismo hacia una dominación política y no solo económica, porque no se trata únicamente de bajar las barreras arancelarias, puesto que muchos países ya lo hicieron, sino que es también la continuidad de las políticas de privatización”. Entonces el ALCA –continúa Petras-, “no es más que el traslado del centro de decisión a Miami, desde donde EEUU va a dictar las condiciones de comercio, de privatización de los servicios públicos y las condiciones para la producción. En consecuencia, esta transferencia también significa que los gobiernos de Latinoamérica no tienen función económica. De esta manera el ALCA terminará copando las funciones estatales, consolidará un poder político cuyo objetivo es la exclusión de Europa y Japón como rompedores de EEUU, marginando también a los productores de América Latina, absorbiendo además los servicios de salud y educación que queda en manos de los gobiernos nacionales de los países de esta región y como si esto fuera poco, está la posibilidad de utilizar los ejércitos latinoamericanos más allá de las fronteras –como los gurkas en los famosos ejércitos de Inglaterra-. Ello además posibilitaría el reclutamiento de soldados de Suramérica a partir de de los conflictos mundiales para ponerlos a hacer trabajo bélico” (Petras, 2004:61).

Considero al ALCA como la mejor representación práctica de la grossraumwirtschaft, debido a que “el ALCA está hecho para maximizar la parte de EEUU en los mercados y en los recursos latinoamericanos. Ha sido elaborado para crear una “Fortaleza América” contra la competencia euro-asiática, y maximizar la extracción de beneficios para financiar la creciente crisis en EEUU” (Petras, 2004:83).

El IIRSA surge de una propuesta del Banco Interamericano de Desarrollo, la Corporación Andina de Fomento (CAF) y el FONPLATA. Debemos tener presente que se recurre al IIRSA producto al estancamiento del ALCA, pero el IIRSA es un instrumento importante de este proyecto de “libre comercio”. El BID y la CAF presentaron la iniciativa en el año 2000 en la Reunión de Presidentes de América del Sur en Brasilia.

IIRSA se presenta como una iniciativa multinacional, multisectorial y que abarca diferentes disciplinas o tipos de infraestructura. También oficialmente se dice que habrá mecanismos de coordinación entre los gobiernos, las instituciones financieras multilaterales (léase el BID, la CAF, el FONPLATA, etc.) y el sector privado.

Su principal objetivo, la explotación de recursos naturales de los lugares más recónditos a partir de corredores de desarrollo los cuales también pueden ser visto como corredores de infraestructura lo que esta claro es que uno conlleva al otro y viceversa.

Ahora este plan o instrumento lo que va a traer es un aumento de la deuda de los países latinoamericanos con el fin de beneficiar la extracción a las grandes transnacionales de los recursos naturales.

Es importante destacar que, afirma David Álvarez Dieppa, el “IIRSA no centra sus esfuerzos en un eje en específico, en cambio, si no, va hacia varios pedazos, como construyendo el mapa de un gran rompecabezas”.

Todos los proyectos vienen aparejados de un fuerte impacto ambiental, el principal –según Álvarez Dieppa- es la famosa hidrovía que unirá los ríos Orinoco, Amazonas con el Plata, el cual se puede viabilizar como una salida al Caribe de los recursos naturales, incluyendo el agua e introducirla hacia EEUU por la cuenca del Mississippi.

El Plan Puebla-Panamá (PPP) y el Corredor Biológico Mesoamericano (CBM), forman también parte de la estrategia imperial de EEUU. El PPP tiene varios componentes. “el primero es un intento del capital estadounidense de controlar la Cuenca del Pacífico mediante corredores interoceánicos, para tener acceso al mercado asiático. Este plan neoeconómico incluye la expulsión de millones de campesinos de sus tierras para emplearlos en las industrias que serán creadas en el paso de estos corredores, sobre todo maquiladores, donde se ensamblará mercancía estadounidense (…) que transitará velozmente entre los centros dinámicos de la economía mundial (Tablada; Hernández, 2003:48).

De acuerdo con Carlos Tablada y Gladys Hernández, “el objetivo fundamental de todas las inversiones es conectar en un 85% la infraestructura por carretera –y otras vías- al mercado estadounidense llamado el “Corredor Estratégico”, desde la ciudad de Matamoros en la frontera con los Estados Unidos, en el Estado de Tamaulipas, pasando por el litoral del Golfo de México y cruzando los Estados de Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Todo esto, continúan los autores, facilitaría la prospección geológica, inversión y explotación por parte de las transnacionales estadounidenses, de los ricos yacimientos de petróleo, gas, agua y biodiversidad de esta región”(Tablada; Hernández, 2003:49).

En el caso del CBM, que en 2001, el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), lo reconocen como parte del PPP, se caracteriza por asentarse “en una zona estratégica para la apropiación de la biodiversidad latinoamericana”. En cuanto a los recursos energéticos en esta región, que por la parte de México es la zona de donde “se extrae más del 90% de la producción petrolera mexicana, y también allí se encuentra la mayor parte de la capacidad de generación eléctrica del país”. Además que “todos los países centroamericanos involucrados en este Corredor Biológico tienen reservas petroleras probadas. El plan mejorará el control sobre las mismas, e incluye la construcción de una serie de gasoductos, como el gasoducto Mesoamericano” (Tablada; Hernández, 2003:50).

En un plano más militar –que se encuentra totalmente relacionado al político-económico anteriormente descrito- dentro de la estrategia imperial de EEUU encontramos desde la implantación de bases militares y la realización de ejercicios conjuntos y navales hasta el “complejo Plan Colombia”.

Chalmers Johnson afirma que “en otra época, se podía establecer la extensión del imperialismo contando sus colonias. La versión estadounidenses de la colonia es la Base militar y si observamos los cambios en la política mundial de Bases, podemos aprender mucho en relación con la expansión de nuestras “huellas” imperiales y el militarismo que crece con ellas”
[16].

El Plan Colombia cumple una estrategia “dominó”. Este plan “implica primero, la derrota de la guerrilla, luego, rodear y presionar a Venezuela y Ecuador antes de moverse hacia el aumento de la desestabilización interna. El objetivo estratégico es lograr la reconsolidación del poder en el norte de Sudamérica, asegurarse acceso irrestricto al petróleo y aplicar la ideología de “no existe alternativas a la globalización” en el resto de América Latina” (Petras, 2004: 187)
[17].

“Washington considera la guerrilla y los movimientos populares en Colombia como la principal amenaza a su “imperio” en América Latina. Una victoria, afirma Petras, de las fuerzas populares en Colombia establecería un sistema socioeconómico alternativo al modelo neoliberal dirigido por EEUU. Además alentaría a los países vecinos a romper con la tutela de EEUU, demostrando que la lucha de masas puede vencer al imperio. Colombia tiene petróleo, gas, agricultura e industria en un país de 40 millones –una capacidad suficiente para resistir las presiones económicas de EEUU-. Finalmente, una alianza colombiano-venezolana-cubana sería una fuerza económica-política-militar formidable, capaz de resistir la agresión imperial y ayudar a otros países en la región que quieran moverse hacia la transformación social” (Petras, 2004:86).

En cuanto a los ejercicios militares, Carlos Ernesto Motto afirma que “el Comando Sur de EUA organiza anualmente varios de estos operativos (Nuevos Horizontes y UNITAS) y su realización se concentra en la primera mitad del año, territorialmente tienden a concentrarse en América Central y el Caribe. Estos operativos son llevados adelante por miembros de las Guardias Nacionales de los EUA por unidades médicas y por batallones de ingenieros de Marines, la Armada o la Fuerza Aérea en conjunto con fuerzas del país anfitrión, suelen ocupar a centenares y hasta miles de efectivos y durar hasta un cuatrimestre completo
[18]. Prácticamente el objetivo fundamental de estos operativos, es la de vigilar a los movimientos sociales, “ablandar” a los pueblos en donde se lleva a cabo, y cumple funciones geoestratégicas como la protección de las zonas de interés estadounidense.

El poder de EEUU, ha sido mistificado por sus defensores y por los medios masivos de comunicación, que lo presentan como la hiperpotencia invencible, el paladín de los anhelos de la dignidad humana, poseedor de un súper ejército inigualable, y sin embargo, es una potencia sumamente endeudada, con fuertes crisis sociales como la pobreza y la violencia; y lo más importante incapaz de salir victorioso en dos teatros bélicos frente a países devastados por constantes bombardeos, embargos económicos, sanciones impuestas por EEUU y su organización títere, Naciones Unidas, y además de ser Estados prácticamente indefensos como es el caso de Afganistán e Irak.

Por lo tanto, para enfrentarse a EEUU, es necesario en primera instancia dejar de otorgarle poder que no posee, dejar de proyectarlo como un monstruo invencible y con ello el mundo que EEUU pretende implantar será simplemente una quimera.

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(*) Ponencia realizada en el marco de la conferencia "Geoestrategia Latinoamericana. 26 de Abril de 2007. Instituto de Estudios Latinoamericanos (IDELA), Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Costa Rica
[1] Se debe recordar que las tendencias en el estudio de la política internacional, se han tornado cíclicas: posterior a una guerra (realismo clásico) se implanta un tipo de idealismo político-económico que augura un futuro próspero, el fin de las guerras, de la historia, se generan años dorados en la economía que terminan en crisis económicas (característico del capitalismo) y posteriormente, vuelve a reaparecer el realismo como teoría dominante.
[2] Hinkelammert afirma que la globalización puede -debe- ser entendida como una estrategia frente a una globalidad de la tierra producida por hechos históricos, una estrategia de aprovechamiento frente a la accesibilidad del mundo. Fenómenos disímiles que en la retórica del globalismo han sido unificados para presentar a la globalización como la solución de todos los problemas de la humanidad. Sin embargo, la globalización no es la promotora ni la causante de la globalidad de la tierra, que prácticamente inicia, producto de los procesos de hominización, en el Pleistoceno Inferior, hace 1,7 millones de años. Debido a que “en la evolución de nuestro género hemos desarrollado de forma potente la capacidad técnica de transformación del mundo, y esta adaptación nos ha permitido sobrevivir más años de lo que sería natural” (Carbonell, E; Sala, R. 2002:27).
[3] De acuerdo con el reporte del SIPRI del 2004: en los 14 años de posguerra fría se produjeron 59 conflictos armados importantes en 48 lugares. La cifra de grandes conflictos armados en 2003 fue la menor para la totalidad del período, con la excepción de 1997, cuando se produjeron 18 conflictos armados importantes.

[4] “Los paradigmas de la militarización en América Latina”. Tomado del sitio web del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica: www.geopolitica.ws
[5] El imperialismo suave estaría formado por el imperialismo cultural el cual “no pretende la conquista de un territorio o el control de la vida económica, sino el control de las mentes de las personas como herramienta para la modificación de las relaciones de poder entre dos naciones” (Morgenthau, 1986: 86); y por el imperialismo económico el cual “resulta no tan directo y por lo general no tan eficaz como el militar. Tendencia a romper el statu quo para modificar las relaciones de poder entre la potencia imperialista y las otras naciones, realizarlo no mediante conquistas territoriales sino a través de dominio económico. Si una nación no puede o no desea conquistar territorios a los efectos de establecer su dominio puede lograr el mismo fin ejerciendo su dominio sobre quienes dominan su territorio” (Morgenthau, 1986: 84-85)
[6] James Petras afirma que “el concepto de imperialismo neoliberal no es válido. Estamos en una transición ya consumada del neoliberalismo al imperialismo neomercantilista, donde EEUU quiere monopolizar a América Latina a partir del ALCA –y demás acuerdos comerciales, BGH-, propuesta sumamente neomercantilista, para profundizar su penetración en América Latina y proteger sus propios mercados, industrias, agricultura; que no es competitiva, ni con América Latina, ni con Europa o Asia” (Petras, 2004:50).
[7] Conferencia “El proceso de Desconexión y Transición en América Latina” desarrollada en el marco de la II Semana de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional, 2006.
[8] Se caracterizan por ser gobiernos “electos” por una minoría, prácticamente colocados en el poder, por EEUU, en el caso de Costa Rica, Oscar Arias da un golpe técnico de Estado al buscar su reelección, las elecciones presentan irregularidades evidentes que los órganos encargados de la transparencia electoral no atienden (el caso de México y Costa Rica, son buenos ejemplos). Por estas razones los catalogo como “Dictaduras Democráticas”, claro está que lo democrático es una simple fachada. Se caracterizan por ser neoliberales, y desde el inicio de su gestión desarrollan estados policiales, por ende, si cuando el neoliberalismo se militariza se convierte en neofascismo, considero que cuando el neoliberalismo llega a un estado policial (anterior al militar) se convierte en un fascismo simpático.
[9] Planteado por Ratzel al considerar al Estado como un organismo vivo que necesita de recursos para sobrevivir, posteriormente desarrollado por Haushoffer. El espacio vital es un territorio suficientemente grande y vario en su estructura económica para que los grupos humanos que en él conviven tengan la posibilidad —siempre que trabajen sistemáticamente en colaboración y provecho recíprocos— de realizar una intensa producción de gran envergadura, una moderna división del trabajo y el intercambio de bienes y capitales precisos; es decir, lo necesario para que puedan llegar a un nivel de vida propio del siglo XX, logrando la independencia más completa posible frente a la política económica de los grandes capitalismos o de otros espacios vitales grandes, acaparadores de las materias primas. El espacio vital es un territorio suficientemente grande y dotado de energías, víveres y materias primas asequibles en todo momento y con seguridad, para preservar a los pueblos integrantes de vivir como “criaturas” inertes, sujetas a cualquier gran potencia de hegemonía marítima o estar expuestos a una muerte segura. Cada uno de los espacios vitales hoy existentes ha sido construido por una fuerte potencia directora, propugnadora del mismo tanto en lo “interno” como en lo “externo”.
[10] Al agotarse la libre competencia de los más fuertes en el campo económico con pérdidas generalizadas, la lucha por la sobrevivencia de los más fuertes adquiriría un carácter extraeconómico al introducirse el uso de la fuerza. Se abriría otra lucha por mantener, a la fuerza, un lugar ganador en un mercado global, mercado que perdería sin embargo, todo dinamismo interno. He aquí el paso gradual de la exclusión de los contrincantes económicos mediante mecanismos del mercado a la amenaza de eliminarlos por la fuerza. Y con este paso de la exclusión a la eliminación, se introduce la amenaza de una eliminación eventual de poblaciones concretas (2000b: 82).
[11] John Saxe-Fernández desarrolla la cuestión de la ASPAN en su artículo “México-EEUU: Seguridad y colonialidad energética”.
[12] El Capítulo 21.2 titulado “Seguridad Esencial” dice: “Ninguna disposición de este Tratado se interpretará en sentido de: a) obligar a una parte a proporcionar ni a dar acceso a información cuya divulgación considere contrarias a sus intereses esenciales en materia de seguridad; o b) Impedir que una Parte aplique medidas que considere necesarias para cumplir con sus obligaciones respecto al mantenimiento o restauración de la paz y seguridad internacional, o para proteger sus intereses esenciales en materia de seguridad (Subrayado nuestro, BGH). El texto del tratado, incluido este capítulo puede ser descargado directamente de la página web del COMEX (www.comex.go.cr), es aún más sorprendente que la página del tratado en la que se encuentra este capítulo posee el sello de aprobación del departamento de asesoría legal del COMEX.
[13] En Agosto de 2005, se firmó el acuerdo de comercio denominado CAFTA (Central América Free Trade
Agreement) con Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y la República Dominicana. En Octubre del mismo año el Secretario de Defensa de EUA Rumsfeld presidió la conferencia "Seguridad y Oportunidad Económica" en Florida, en la que propuso la constitución de una fuerza centroamericana permanente de 700 efectivos, como correlato a los acuerdo económicos, que permita superar los riesgos a la seguridad en la región y afianzar los negocios. En este sentido ha avanzado, la Conferencia de Fuerzas Armadas Centroamericanas (CFAC) en la conformación de Batallón de Infantería formado por tropas de El Salvador, Nicaragua, Guatemala y Honduras. Tomado del artículo de Motto, “Ejercicios militares de EUA en República Dominicana. Un eslabón más de la cadena imperial”.
www.geopolitica.ws
[14] Esta iniciativa llamada Amistad Duradera se encuentra en una primera fase de implementación apuntando a “la interoperabilidad en mando, control, comunicaciones e inteligencia (de) Jamaica, República Dominicana, Panamá y las Bahamas”.
[15] He llamado TLCfilia a ese apoyo incondicional por parte de diferentes grupos hacia el TLC. Pero no es cualquier apoyo, pues ha llegado a niveles casi patológicos sorprendentes. Han desarrollado prácticamente un culto al TLC, tan idéntico -y enfermo- a los dogmas religiosos, de NO discusión sobre el tema, la descalificación (aún no se a llegado a un tipo de Inquisición, en la cual se eliminan a los opositores al dogma), la degradación y censura de todos aquellos que ven en el TLC no como un mecanismo para el desarrollo de los países de la región, sino como una viva representación del imperialismo económico.
[16] El imperio Mundial: 737 bases militares estadounidenses.Tomado de www.rebelion.org
[17] Petras afirma que “la creencia de que el poder de EEUU es intocable, de que sus dictados están más allá del alcance del Estado-Nación (que la retórica de la globalización fortalece), ha sido un factor fundamental en el fortalecimiento del dominio material de EEUU (explotación económica, construcción de bases militares, etc.) (2004:187)
[18] Ibid.