miércoles, mayo 03, 2006

ABANDONANDO EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS:El retorno a la teomaquia por el poder internacional

Analizando la situación internacional, se puede constatar que se da un retorno al realismo clásico, y las demás teorías opuestas a ella, prácticamente son inútiles para explicar los cambios que enfrenta el sistema internacional. El realismo estructural, que pretendía explicar el comportamiento de los Estados, por medio del estudio de las estructuras internacionales, parece inútil a la hora de explicar la utilización de políticas revisionistas por parte de EEUU, que actúa más por la satisfacción de su interés nacional que por los constreñimientos estructurales, suceso que si lo explica el realismo clásico (conducta racional individualista de los Estados). A parte, los fenómenos económicos, la cooperación internacional y los procesos de internacionalización transnacionalista que estudiaban los neorrealistas-neoliberales, son coartados drásticamente con los atentados del 11 de septiembre de 2001, en el cual el proceso de globalización (en un sentido igualitario) prácticamente culmina y da paso a su verdadero rostro: el imperialismo. Además con la carrera armamentista que lleva a cabo la administración Bush II, se da una reactivación del dilema de la seguridad, lo que induce a los demás Estados a la conformación de Bloques de Contención Imperial, semejantes a las alianzas que se desarrollaron a finales del siglo XIX, para contener las aspiraciones hegemónicas del imperio alemán (el futuro será similar al presente y al pasado). Por lo tanto se puede deducir que el mundo ha adquirido una compleja tendencia nietzscheana-hobbesiana.

Cabe recalcar la dinámica del realismo clásico, explica acertadamente los cambios en la política exterior de un Estado-nación. Una nación puede cambiar de política en cualquier momento, con el propósito de aumentar el poder que ha conservado (de statu quo a imperialismo); Conservar el poder que ha obtenido (de imperialismo a statu quo); Mostrar el poder que posee (de statu quo a prestigio); O finalmente mostrar el poder que ha acumulado para intimidar a sus enemigos (de imperialismo a prestigio), sin que ese cambio de política sea un signo de debilidad.

La arena mundial es un campo de competencia permanente, en el cual se desata una teomaquia (lucha entre dioses, entre leviatanes, entiéndase Estados-Nación) por recursos escasos. Los Estados para obtener esos recursos, y con ello cumplir sus objetivos nacionales, históricamente han recurrido a la guerra, la cual se vuelve así un instrumento de la política exterior. Ello conduce a que los actores internacionales estatales, deban dotarse de ejércitos, con el propósito de ser utilizados para defenderse de los otros actores, o bien para promover militarmente sus objetivos exteriores (Aguilera, 2004: 133).

La política interna y la internacional son, en definitiva, dos manifestaciones del mismo fenómeno, esto es, la lucha por el poder. Cualquier política, sea interna o internacional, responde a tres modelos básicos o, dicho de otro modo, cualquier fenómeno político puede reducirse a tres tipos básicos. Una acción política procura mantener poder, aumentar el poder o demostrar poder. Una nación instrumenta una política exterior tendiente a conservar el poder y evitar el cambio de la distribución de poder en su favor, en última instancia desarrolla una política de statu quo. Por su parte una nación con una política exterior orientada a la adquisición de un mayor poder mediante un cambio de estructura de poder existente –cuya política exterior, para decirlo con más claridad, procura un cambio favorable en el statu quo del poder- lleva a cabo una política revisionista. Finalmente una nación cuya política exterior tiende a mostrar el poder que posee, para mantenerlo o incrementarlo, desarrolla una política de prestigio (Morgenthau, 1986: 63-64).

En esta teomaquia el objetivo principal es la conservación y/o mayor acumulación de poder y por ende se busca la supervivencia del más apto. Interpretando el darwinismo social, la lucha por la existencia es inherente a la vida de todos los Estados, por que, de acuerdo al principio de la progresión geométrica, el número sería pronto tan extraordinariamente grande que generaría la creación de estados fallidos incapaces de garantizar la seguridad de su población, lo que produciría guerras internas que desestabilizarían regiones enteras y por ende al sistema internacional. De aquí que, como surgen más Estados de los que pueden sobrevivir, tiene que haber en cada caso, una lucha por la existencia.

El retorno al realismo clásico

La situación en el mundo se caracterizó por la transformación dinámica del sistema de relaciones internacionales. Al culminar la época de la confrontación bipolar prevalecieron dos tendencias mutuamente exclusivas.
La primera tendencia se manifiesta en la consolidación de las posiciones económicas y políticas de la gran cantidad de Estados y de sus asociaciones integracionistas, en el perfeccionamiento de mecanismos de gestión multilateral de los procesos internacionales. Con esto el papel cada vez más creciente lo desempeñan los factores económicos, políticos, científico-técnicos, ecológicos e informativos.

La segunda tendencia se perfila a través de los intentos de construir la estructura de relaciones internacionales basada en el dominio en la comunidad internacional de los países avanzados occidentales y condicionar las soluciones unilaterales, principalmente las militares, para los problemas claves de la política mundial, ignorando las normas fundamentales del derecho internacional.

Durante la década de los noventa, el cual se caracterizó por el predominio de escuelas de pensamiento como el neoliberalismo y el neorrealismo o el institucionalismo transnacionalista, fue una época de incertidumbre donde se inauguró un periodo sin precedente de paz y de seguridad en la historia de las relaciones internacionales, sin embargo, no supuso sino un interludio entre estos hechos y el inicio de un conflicto de más amplias proporciones (Kagan, 2005: 113).

La guerra fue censurada, pasó de ser el instrumento de vital importancia para la sobrevivencia del sistema internacional y por ende del Estado, a una actividad moralizada. La guerra es sustituida por conceptos como “seguridad” que normaliza, naturaliza, cotidianiza, positiviza y justifica la guerra; -invierte los valores y se la emplea para suprimir la repulsión que se siente por el asesinato como fundamento ontólogico. Y sin embargo la guerra continuó siendo el centro de los procesos internacionales (Saxe, E. 2005: 1).

Se proclamó el fin de la historia, al argumentarse que por medio del comercio, la cooperación internacional y la resolución de conflictos a través de Organismos Internacionales, las guerras iban a ser cosa del pasado, y por lo tanto junto a la guerra, la seguridad nacional se vuelve obsoleta y vendría a ser sustituida por la seguridad colectiva. Esta época de incertidumbre se caracterizó por una securitización casi absoluta del entorno social de las relaciones humanas. Surgen términos como seguridad humana, democrática, ciudadana, entre otros. Sin embargo, se podría afirmar que toda esta securitización, colapsa y la seguridad nacional vuelve a ser el punto principal en la agenda internacional tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.

Esta época que finaliza el 11 de septiembre, inicia su decadencia en 1999, con los ataques a Kosovo, donde Estados Unidos, muestra políticas revisionistas (que siempre han estado presente en su política exterior) de dominio mundial y de creación de un superejército (simples pretensiones, ya que pese a no tener comparación militar, su ejército no es capaz de combatir y salir victorioso en dos teatros bélicos). Un hecho que la gran mayoría no avizoró, por vivir en el fantástico mundo de las maravillas de la economía, las finanzas, la securitización y la globalización. Y aún con las políticas revisionistas estadounidenses expuestas de forma tácita, muchos se niegan a abandonar Utopía.

La guerra recupera el rol preponderante en las relaciones internacionales que tuvo a través de la historia, siendo esta actividad la que permite la creación de un estudio de las relaciones entre los Estados. Como se apuntó anteriormente, la política internacional, al igual que todo tipo de política, es una lucha por el poder. No importa cuáles sean los objetivos finales de la política internacional, el poder se constituye invariablemente en el fin inmediato. (1986:64). Es por lo tanto característico de la naturaleza del Estado, acumular y mantener la mayor cantidad de poder con respecto a los otros Estados. Y es el poder el que permite que se desarrolle el fenómeno de la política, que debe ser entendida como “el control más o menos incompleto del comportamiento del sometido por medio de hábitos “voluntarios” de acatamiento combinados con amenazas de una coacción probable (Deutsch, 1990:23). Y al ser la guerra el principal mecanismo para la mayor acumulación de poder, puede concluirse, siguiendo la línea de Clausewitz, que la guerra es la continuación de la política por otros medios. Debe entenderse, que “la guerra no esta subordinada a la política, sino que constituye su máxima expresión, su perfección momentánea”. Por lo tanto, el Estado que dispone de débiles recursos y ejércitos insuficientes (o nulos, BGH) debe limitarse a desempeñar una modesta política en el concierto internacional, en tanto que el Estado que dispone de arsenales repletos y grandes reservas humanas y materiales puede realizar una “política” en alta voz (Naville, 2000:19).

Las intenciones de EEUU, son obvias. En un estado de guerra permanente, le permitiría salir del estado de recesión en el que se encuentra producto de la sobreproducción y la escasez de demanda que genera el capitalismo. Dándole mayor movilidad a su complejo industrial-militar-universitario
[1], permitiéndole generar nuevas tecnologías militares y salir de la crisis mediante la producción y la venta de armas. Para poder sostener la industria de armamentos, los Estados Unidos debe generar un estado de guerra permanente. Según un informe de la Fundació per la Pau, la dinámica de Guerra Global Permanente contra el “terrorismo” es la última creación de dicho complejo industrial-militar-universitario, que esgrime las amenazas (reales o ficticias) a la “seguridad nacional” como principal argumento para reclamar de forma permanente un aumento de los gastos militares y una apuesta decidida por el desarrollo de nuevas generaciones de armas.

Según datos de esta fundación, Estados Unidos es el primer productor y exportador mundial de armamentos, y cinco de las seis mayores empresas dedicadas a la producción de armas son norteamericanas. Esto no sería posible si los EEUU no fuesen también el país con el mayor presupuesto en I+D militar. Y para este años están presupuestados unos 75 mil millones de dólares, lo que representa más de dos tercios de los gastos mundiales. Y más de cuatro veces el presupuesto para I+D militar de todos los países de la UE.

En el mundo, el gasto militar superó el billón de dólares, de los cuales el 47% de ese gasto pertenece a los EEUU. Según el SIPRI, para finales de 2004 y principios del 2005, se gastó un billón treinta y cinco mil millones de dólares. De acuerdo con estos datos y con los de la Fundació per la Pau, el presupuesto de Defensa estadounidense es unas 25 veces mayor que el gasto conjunto ded los países identificados por el Pentágono como sus peores adversarios: Cuba, irán, Libia, Corea del Norte, Sudán y Siria. Más Rusia y China, gastan en sus ejércitos menos de una tercera parte del presupuesto militar estadounidense. en cuanto Irak, en el momento de la invasión, su presupuesto militar era 285 veces inferior al de los EEUU
[2].

EEUU, no tiene igual militarmente, fue catalogada por un diplomático francés como una hiperpotencia sin igual, pero por sus características y por sus tendencias imperialistas de dominación mundial, se podría catalogar más como un imperio, o mejor dicho un hiperimperio, que desea controlar todo (tanto al planeta entero, como al universo, y a la misma humanidad) para garantizarse su seguridad, mediante el establecimiento de un estado de guerra permanente que le ha sumado más enemigos que aliados, generándole más inseguridad. Los Estados Unidos buscan desesperadamente establecerse como un hiperimperio, ya que su hegemonía inicia su colapso de forma desenfrenada desde 1975.

Otra de las caracteristicas del realismo que se puede encontrar actualmente en el sistema internacional es la lucha por el poder, principalmente de forma militar. El primer gran asalto al poder mundial lo intentan con Alemania nazi por medio de la Segunda Guerra Mundial. Es un asalto ilusorio; aun así, muestra la agresividad y destructividad que tal asalto implica (Hinkelammert, 2005: 101).

Con la presidencia de Bush se comienza a gestar de nuevo este asalto al poder sobre el mundo entero. Celebraban el New American Century. De hecho se trata, después de la Alemania nazi, del segundo gran intento del asalto al mundo. Sólo que éste no es un intento ilusorio, como el nazi, puesto que se basa en un poder militar superior al del conjunto de todos los países del mundo. O sea, existe un poder militar mundial, falta entonces un nuevo poder económico y financiero mundial que lo sustente. Bush lo proclama: “somos una fuerza militar sin paralelo, tenemos el derecho a actuar en todo el mundo para imponer la economía de mercado y garantizar la seguridad energética y podemos atacar a quien consideremos una amenaza o a cualquier país que pueda convertirse en una competencia militar. El asalto al poder sobre el mundo necesita de un enemigo presente en el mundo entero que amenace al asaltante, ya que, para defenderse, éste debe tomar el poder sobre el mundo. Se inventa un monstruo de la conspiración mundial. Este monstruo le obliga a conquistar el mundo para liberarlo de él; no obstante, es tan terrorífico que hay que hacerse monstruo también para poder luchar contra él (2005:102-103).

El asalto al poder mundial por las burocracias privadas de empresas transnacionales para salir de la actual crisis de la estrategia de globalización precisa de un poder político que les abra el camino, y para ellas es evidente que EEUU, es el único poder que puede hacerlo. Sigue siendo válido que las burocracias privadas de las empresas transnacionales están tomando el poder sobre el mundo y precisan de una dictadura mundial de seguridad (2005:110).
¿Globalización o Imperialismo?

Los atentados del 11 de septiembre de 2001 no solo marcan el inicio de una nueva era dominada por el realismo clásico, sino también, como se explicó anteriormente, el fin de una era de incertidumbre donde el estudio de las relaciones internacionales estuvo dominada por teorías como el neorrealismo-neoliberalismo y por ende del fenómeno de su estudio, mejor conocido como la globalización. El capitalismo se ha transformado en un sistema universal de sojuzgamiento colonial y de estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta por un puñado de países “adelantados” (Lenin, 1977:9). Acaba con su fantasmagórica máscara, y muestra su verdadero rostro el imperialismo. Ese capitalismo de la libre competencia, con su regulador absolutamente indispensable, la Bolsa, pasa a la historia. En su lugar ha aparecido el nuevo capitalismo, que tiene los rasgos evidentes de un fenómeno transitorio, que representa una mezcolanza de la libre competencia y del monopolio. Surge de manera natural la pregunta: ¿en qué desemboca la “transición” del capitalismo moderno?. Desemboca esta transición del capitalismo moderno, del capitalismo en su fase imperialista (Lenin, 1977: 43)

De todos los fenómenos que caracterizan a la globalización, el más sobresaliente es el de la “internacionalización económica”, lo que viene a significar que es un proceso de desarrollo capitalista, por lo que es intrínsicamente expansionista, con grandes rasgos coloniales e imperiales (Saxe, J. 1999: 9).
[3] Por lo que muestra que el nuevo campo de acción continúa con las experiencias anteriores en cuanto al asimétrico contexto de poder internacional y nacional, dentro del cual, ocurren los flujos comerciales, de inversión, y las transferencias de tecnología y de esquemas productivos (1999: 11)[4]. El proceso de globalización conlleva a la inequidad, el conflicto, la dominación, la apropiación del excedente y las contradicciones interestatales, de clase y etnia, de género y de mercados. Por dichas razones, la globalización es un proceso del imperialismo producto del sistema polarizante del capitalismo.

Es un proceso polarizante, ya que concomita con la construcción de centros de dominación y de periferias dominadas. En esta teoría de la expansión mundial del capitalismo, las transformaciones cualitativas de los sistemas de acumulación entre una fase y otra de su historia construyen las formas sucesivas de la polarización asimétrica centros / periferias, es decir, del imperialismo concreto (Amin, 2003: 6).

Pablo González Casanova, afirma que “... la globalización es un proceso de dominación y apropiación del mundo. La dominación de estados y mercados, de sociedades y pueblos, se ejerce en términos político-militares, financiero-tecnológicos y socio-culturales. La apropiación de los recursos naturales, la apropiación de las riquezas y la apropiación del excedente producido se realizan –desde la segunda mitad del siglo XX– de una manera especial, en que el desarrollo tecnológico y científico más avanzado se combina con formas muy antiguas, incluso de origen animal, de depredación, reparto y parasitismo, que hoy aparecen como fenómenos de privatización, desnacionalización, desregulación, con transferencias, subsidios, exenciones, concesiones, y su revés, hecho de privaciones, marginaciones, exclusiones, depauperaciones que facilitan procesos macrosociales de explotación de trabajadores y artesanos, hombres y mujeres, niños y niñas. La globalización se entiende de una manera superficial, es decir, engañosa, si no se le vincula a los procesos de dominación y de apropiación” (González, 1999:12).

Es por lo tanto, el actual proceso de globalización, que vive el mundo, la fase de imperialización del capitalismo más salvaje, lo que podríamos catalogar como el capitalismo cínico, una tendencia que no reconoce derechos humanos frente a los derechos empresariales. Una corriente que se fundamenta en la economía de la vida, una lucha por la supervivencia de los más aptos. El resto, siguiendo esta tendencia, ya no deben ser olvidados, como se suponía anteriormente, creyendo que en su mediocridad, poco a poco iban a desaparecer, sino más bien, deben de ser considerados como nopersonas.
[5] “La estrategia de acumulación llamada globalización de ese capitalismo salvaje quiere el dominio total, acelera el automatismo autodestructor del mercado y transforma paulatinamente la sociedad burguesa en una sociedad fundamentalista, que busca imponer sus puntos de vista en todas partes, por la violencia policial y militar si es necesario” (Merino, 2003:6).

Una contradicción que presenta el discurso de los globalistas es sobre la desaparición del Estado, o simplemente la reducción de sus funciones y la posible aparición de lo que podríamos llamar Estados-Corporación, empresas transnacionales, que podrían sustituir a los Estados-nación, como los encargados de la formulación de las políticas con las que se rige el sistema internacional. Sin embargo, el rol estatal conserva su primacía porque “es de gran importancia la diferenciación territorial de los Estados y el mantenimiento de las fronteras estatales para la generación de precios nacionalmente diferenciados de bienes “no transables”, es decir que no circulan a través de las fronteras o cuya circulación trasnacional es muy reducida (servicios nacionales como comunicaciones, combustible, rentas inmobiliarias; estructura de precios en la industria de la construcción y otras similares)”. Además que “los recursos políticos-militares de los Estados siguen siendo estratégicos para mantener o ampliar los espacios económicos y comerciales” (Vilas, 1999: 90). Aparte de esto es importante recalcar que “los Estados pervivirán en la medida en que es preciso que exista una instancia que imponga alguna disciplina, permita generar cierta confianza y opere a la manera de corrector de los desequilibrios más agudos en los momentos de crisis”(Taibo, 1999: 180).

En este punto podríamos referirnos a la teoría nacional-socialista, expuesta por Karl Haushoffer, de la Grossraumwirtschaft. Donde se afirmaba que la era de los Estado-nación, como unidad económica, ya había pasado, y que estos debían reemplazarse por la idea de las grandes áreas (Grossräume) que presentaran una cierta unidad geográfica y económica (Saxe, 2001:169). Sin embargo lo que se pretendía con dicha teoría era la creación de “bloques económicos” en torno a Estados industrializados, desde los cuales dichos Estados, podrían aprovechar las materias primas y los recursos de sus bloques respectivos. En otras palabras, dichos bloques llegarían a constituirse como lebensraum (espacios vitales) de los estados de capitalismo monopólicos o imperialistas.

Teoría del Caos y Relaciones Internacionales

El Sistema Internacional es un sistema caótico y, debido a esa condición, es muy difícil “predecir” con exactitud el atractor
[6] de ese sistema, ya que por una pequeña variación cualquier predicción podría errar. Sin embargo, la teoría del caos permite predecir el atractor o la trayectoria de determinado sistema, a corto plazo. Podemos crear un escenario hipotético, basado en los actuales acontecimientos y, tomando en cuenta sus condiciones iniciales y las que dieron origen a la Segunda Guerra Mundial, que se asemejan a las actuales, tratar de proyectar analógicamente la crisis en la que se encuentra el mundo en la actualidad.

La Comunidad Internacional al ser un sistema caótico, lo hace vulnerable a las mega perturbaciones (acumulación de perturbaciones económicas, políticas, militares, ecológicas, sociales, culturales, ontológicas). Su centro precipitador son los EE.UU., que ha acelerado el proceso de perturbación del sistema, el cual podría llevar al mundo a una crisis de tal magnitud que produzca una Cuarta Guerra Mundial (suponiendo que la Guerra Fría fue la tercera). El Atractor de ese sistema caótico podría ser un Nuevo Orden Internacional de carácter imperial. Es por lo tanto que Estados Unidos, al detonar esas mega perturbaciones provoca que todo el sistema internacional se encamine a su destrucción. Ahora bien, una de las principales características de los sistemas caóticos, es que en determinado tiempo se reorganizan. Este punto explica la paradoja de la guerra preventiva ya que, en un determinado lapso, el sistema internacional se reorganizará, pero esta vez bajo el dominio total de EEUU, creando un sistema imperial que responda a los designios de Washington. Se establecerán nuevos regímenes que le permitan mantenerse como hiperpotencia hegemónica y un Derecho Internacional basado en su Derecho Interno. Claramente, este sistema internacional, vendría a ser el sueño hitleriano de un Reich que durase mil años.

Actualmente podemos observar, y como se afirmó anteriormente, que las demás potencias del sistema internacional, al notar los planes megalómanos de la administración Bush II, y conociendo el atractor al cual los EE.UU. está encaminando al sistema, han iniciado la formación de bloques de contención imperial, más de carácter militar que económico. Esto lo podemos ver reflejado, en las alianzas de Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay y Cuba, y en los acercamientos de este bloque suramericano con Rusia, la UE, China e India. Y el apoyo brindado a Siria e Irán, por parte de los gobiernos ruso y venezolano. Todas estas acciones tomadas por estos bloques de contención imperial, tienen como objetivo encaminar al Sistema Internacional hacia otro posible atractor: un nuevo equilibrio de poder.

Las políticas revisionistas de los EE.UU. son exageradamente fuertes, principalmente por su carácter dogmático, político y económico. A diferencia de la antigua URSS, cuando la hegemonía de EE.UU. colapse, llevará al mundo a una guerra total, que destruirá a todos los ecosistemas y seres vivos que haya en el planeta. Por dichas razones, debemos descartar la idea de Kant de una paz perpetua, ya que hemos entrado a un mundo donde la paz significa recargar tus armas.

___________________________

[1] Este concepto es reformulado por Eduardo Saxe Fernández, por la inversión que es dada a las universidades en EEUU, para que realicen estudios e investigaciones sobre tecnología militar. De acuerdo con la investigación realizada por la campaña por la paz: la investigación militar: la cara oculta de la ciencia. La investigación y desarrollo de las nuevas armas consume, enormes presupuestos públicos, muy superiores a las que los EEUU dedican a cualquier área civil. En cuanto a los receptores de dichos fondos, el 24% va a parar a los laboratorios propiedad del gobierno federal, el 6% a universidades y más del 66% a las empresas de armamentos. Estas son, pues, las principales beneficiarias de los presupuestos de I+D militar; sólo dos de ellas (Lockheed Martín y Boeing) se llevaron, en el 2002, más de 10000 millones de dólares, en otras palabras, casi el 20% del presupuesto para I+D militar de aquel año.
[2] Fundació per la Pau. 2005. Investigación militar: la cara oculta de la ciencia. en Campaña por la paz
[3] “Como categoría histórica, la globalización es un equivalente a la “internacionalización económica”, y por lo tanto es un fenómeno íntimamente vinculado con el desarrollo capitalista, intrínsicamente expansivo y que tiene en la experiencia colonial e imperial una de sus más claras expresiones históricas y contemporáneas”.
[4] “El fenómeno de la internacionalización económica, es decir, el de la globalización entendida como una categoría científica, con base en el análisis histórico plantea que el presente estadio del capitalismo no muestra rupturas fundamentales con la experiencia del pasado en lo que se refiere al asimétrico contexto de poder internacional y nacional... Es un caldo de cultivo de relaciones profundamente leonino en el orden económico-estratégico, conocido en la literatura científica como “imperialismo”.
[5] Palabra de la neolengua, inventada por George Orwell, en su libro 1984. Se utilizaba para hacer referencias a las personas que no poseían derecho alguno, excluidos de la sociedad y que pronto serían exterminadas.
[6] Atractor es una singularidad en el "espacio de acción" donde ocurre un fenómeno, hacia el cual convergen las trayectorias de una dada dinámica, que encuentran en su atractor una condición local de mínima energía. La existencia de un atractor se puede detectar observando la disipación de algún tipo de energía. El atractor (puntual) de un péndulo oscilando libremente es su punto más bajo. Además de atractores puntuales, hay atractores cíclicos (o ciclos límites) y atractores caóticos o atractores extraños (el conjunto límite de una trayectoria caótica). El atractor de algunos sistemas complejos coincide con su estado de autoorganización. El atractor de algunos sistemas orientados a satisfacer una meta, es la meta misma. http://club.telepolis.com/ohcop/atractor.html

Sobre la Guerra Justa

Antes de realizar un análisis sobre la guerra justa, se deben definir los elementos de guerra y de justicia.

La guerra es el mecanismo por excelencia para la acumulación de poder por parte de los Estados, y también se podría considerar como un mecanismo para el mantenimiento del status quo en el sistema internacional. Es por medio de la coacción que se logra mantener un control de la situación internacional. Una política que puede cambiar con relativa rapidez, y la lealtad y los hábitos de acatamiento existentes entre los miembros del sistema. Es por lo tanto acertada la afirmación de Clausewitz, “la guerra es la continuación de la política por otros medios” y al ser una actividad política se encuentra regulada por distintas leyes. Es una actividad amoral entre los Estados.

Clyde Eagleton, por otra parte, afirma que “la guerra es un medio para lograr un fin, un arma que puede ser utilizada con buenos o malos propósitos, y que ha sido utilizada para resolver disputas, mantener derechos, curar males y son funciones que deben cumplirse”
[1].

En lo referente al término justa, se dice que es conforme a justicia o razón, o a derecho o ley. Cuando hablamos de justicia
[2] se hace referencia a la virtud[3] que nos obliga a dar a cada uno lo suyo; lo que debe hacerse según derecho o razón; y por último, pena o castigo público.

Por lo tanto se podría afirmar que la guerra justa, es un mecanismo de coacción legitimo que busca mediante la utilización de la fuerza restablecer la paz y la seguridad mundial ante gobiernos, y por consiguiente Estados que representen una amenaza para el status quo internacional.

Es un esfuerzo serio para normar el fenómeno de la guerra, el cual ha evolucionado hasta nuestros días para convertirse en una parte importante del Derecho Internacional. Siguiendo esta línea la doctrina de la guerra justa llega a ser la base para la creación de los principios de derecho internacional: Ius ad Bellum y del Ius in Bello.

En el caso del Ius ad Bellum, se llega a delimitar el uso de la guerra por parte de los Estados, llegando a establecer una serie de pasos que se deben cumplir para la utilización de la guerra: Ser proclamada por una autoridad legitima; Causa justa y; Rectitud de intenciones.

En lo referente al Ius in Bello, la doctrina guerra justa llega a “humanizar” la actividad bélica al proponer la necesidad de regular y establecer normas de cómo se va llevar a cabo la guerra. Consta de tres requisitos: El de Fuerza mínima; El de proporcionalidad y; El de discriminación.

La fuerza puede ser utilizada para restablecer derechos naturales concedidos por el Derecho Internacional y que han sido conculcados
[4].

Según Vittoria, “la guerra justa es aquella llevada a cabo por una autoridad legítima, destinada a defenderse de una agresión, o a reponer un derecho natural, vulnerado con el objeto final de lograr paz duradera”.

Ha diferencia de lo que muchos creen, la guerra justa nunca debe ser catalogada como santa, y mucho menos una guerra santa ser catalogada como justa. Esto porque, la guerra justa tiene como objetivo el restablecer un derecho conculcado, manteniendo así el orden establecido. La guerra justa es proclamada por una autoridad legítima, quien debe acarrear con las responsabilidades de su declaración. Por el contrario, una guerra santa está conducida por motivos religiosos, tiene por objetivo el imponer una serie de dogmas a los enemigos. La responsabilidad no recae sobre ninguna autoridad, puesto que es santa, entendiendo el sentido de santidad, como conformidad con la ley de un dios. Por lo tanto, la guerra santa, es una guerra declarada por la voluntad de dios, y este nunca se equivoca, por lo tanto es justa. Sin embargo, dios, no es más que una idea superflua, la razón cínica divinizada. Una idea, una invención de una clase que ostenta y busca mayor poder, es incapaz de poseer sentido de responsabilidad, y sobre todo de justicia. Una guerra santa no puede ser justa, ya que tiene por objetivo acabar con la libertad de otro, y por que no posee una autoridad legítima, una causa justa y mucho menos una rectitud de intención.

La guerra justa, es una actividad amoral, ya que lo que realmente prevalece es el interés internacional y nacional, de mantener un equilibrio en el sistema, debido a la anarquía que lo caracteriza, se opta por mantener esa convivencia estatal. El moralismo contamina y distorsiona la realidad. La guerra es pragmática.

Guerra Justa y Derecho Internacional en la actualidad.

Según Bianchetti, En el Derecho Internacional el punto más se cuestiona en cuanto a su legitimidad o su efectividad es su falta de fuerza para aplicar las sanciones, por lo que el cumplimiento de las normas del Derecho Internacional quedan entregadas a la buena fe y el honor de los Estados. Sin embargo y al finalizar la Segunda Guerra Mundial, las potencias aliadas, deciden formar la Organización de Naciones Unidas, como ente encargado de resguardar la paz y la seguridad internacional, adaptándose en su carta constitutiva lo planteado en el pacto Briand-Kellogg, en lo que respecta a la decisión de los Estados a renunciar al uso de la fuerza, como medio para resolver disputas.

Nos encontramos en un sistema anárquico, no existe un gobierno mundial, que posea la capacidad de ejercer un control de los Estados que forman parte del sistema internacional, mediante el monopolio de la coacción. Y es característico de la naturaleza de los Estados, acumular cada vez más poder. La única manera por la cual se puede regular, de cierta manera esa naturaleza del Estado, y para evitar que se desarrollen conflictos como los que tuvieron lugar en el siglo XX, se crea la ONU, y con ello, se faculta al Consejo de Seguridad, la decisión o no de cuando es o no es determinada situación causa de guerra.

Pese a los inconvenientes que posee el Consejo de Seguridad, puede y debe ser considerado como la autoridad legítima, para declarar una guerra justa. De acuerdo con la carta, todos los miembros de Naciones Unidas convienen en aceptar y cumplir las decisiones del Consejo de Seguridad. Este es el único órgano de las Naciones Unidas cuyas decisiones los Estados miembros, conforme a la carta, están obligados a cumplir
[5]. Las funciones y poderes del Consejo de Seguridad en lo que respecta a la justificación de una guerra se podrían citar: Determinar si existe una amenaza a la paz o un acto de agresión y recomendar qué medidas se deben adoptar y Emprender acción militar contra un agresor. En lo que respecta a la causa justa, el Consejo de Seguridad, es quien decide cuando o no un ataque atenta contra la paz y la estabilidad internacional, y de acuerdo con el artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas, se puede recurrir al uso de la fuerza, cuando se ha lanzado un ataque injustificado contra un Estado. El Estado atacado puede recurrir a la legitima defensa, solo con la aprobación del Consejo de Seguridad. Y conforme al Capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad puede tomar medidas coercitivas para mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales.

Es por lo tanto que el Consejo de Seguridad, actúa como autoridad legítima, pues posee la capacidad de declarar una guerra. Entre sus funciones se encuentra la de determinar cuando es o no es una causa justa. Y entre la rectitud de intenciones, prevalece la de hacer valer el derecho internacional y el de mantener la paz y seguridad internacionales. Exige que primero sea utilizados todos los mecanismos pacíficos para resolver las controversias, pero si no se logra, se pueden emprender campañas militares, pero a la vez, exige que se de la proporcionalidad, y la utilización de la fuerza mínima, que permita alcanzar los objetivos planteados.
La guerra es característica fundamental de todas las especies, en una lucha por su supervivencia. En el caso del humano, es algo perteneciente a su estado natural. Nuestra naturaleza es violenta, y la única manera de garantizarnos cierta seguridad es uniéndonos en sociedad. Podríamos catalogarnos como Homo Bellyus, en lugar de Sapiens. Es mediante la doctrina de guerra justa que se regula de cierta manera esa violencia natural que caracteriza a la guerra, permitiendo así que los homínidos seamos humanizados.
_________________________________
[1] Citado por Dougherty, J. y Pfaltzgraff, R., Teorías en Pugna en las Relaciones Internacionales. Buenos Aires: GEL, 1994, p. 350.
[2] En este trabajo no se utilizará el concepto religioso de justicia, entendiéndolo como la virtud cardinal de someterse a la voluntad de Dios. Por el simple hecho de ser dios, una idea, una razón cínica divinizada, una entidad inexistente, y por lo tanto incapaz de regular las actividades de los seres vivos.
[3] Entendiendo la virtud como la actividad o fuerza de las cosas para causar sus efectos.
[4] Concepto elaborado por Bartolomé de las Casas, con relación a los indígenas americanos. Se sustituye la idea de un dios que otorga derechos, por un derecho internacional elaborado por los Estados, ente supremo que sí es capaz de otorgar derechos, siguiendo la línea de Hobbes..
[5] Naciones Unidas. 1998. ABC de Naciones Unidas. Nueva York: Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas. Pp. 9-10.

60 años de mentiras

“¿Y si el pasado y el mundo exterior fueran una creación de la mente y, por ser la mente controlable, pueda, también controlarse el pasado y lo que consideramos la realidad?.”
George Orwell, 1984

El pasado 8 de mayo, se cumplieron 60 años de la capitulación del Tercer Reich alemán y el fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa (es hasta el 2 de septiembre de 1945 que Japón capitula y con esto se da el final definitivo de este conflicto).
Quien gana la guerra, escribe la historia, recita uno de los asertos del realismo. Y es lo que se ha aplicado a través de toda la historia de la humanidad. Utilizado por los griegos, luego por los romanos y los victoriosos de la Segunda Guerra Mundial, no se quedaron atrás.
Uno de los hechos que más impacto causó de la Segunda Guerra Mundial fue el número de muertos que ascendió aproximadamente a 50 millones de personas, muchos de ellos civiles. Una cifra aterradora que indiscutiblemente marcó todo un récord en la historia, como el costo más elevado de vidas humanas producto de una guerra. Hitler fue uno de los responsables, pero también lo fueron Churchill, Roosevelt, Mussolini, Hiro-hito y Stalin. Pero solo fueron juzgados y condenados los perdedores.
Ahora bien, todos hablan de los famosos campos de concentración que poseían los nazis, nos invaden con las temibles historias de Auschwitz-Birkenau, todos lloraron por la historia relatada en un diario de una pequeña niña, que estuvo encerrada en Bergen Belsen, muchos se estremecen con las abominables atrocidades cometidas en Treblinka. Se habla de los 23 campos de exterminio de los nazis (Auschwitz–Birkenau, Belzec, Bergen Belsen, Buchenwald, Chelmno, Dachau, Flossenbürg, Grob Rosen, Majdanek, Mauthausen, Mittelbau Dora, Natzweiler, Neuengamme, Plaszow, Ravensbrück, Sachsenburg, Sachsenhausen, Sobibor, Stutthof, Theresienstadt, Treblinka, Varsovia, Vught), pero nunca se mencionan los campos de exterminio de Eisenhower en los Estados Unidos, ni los de Siberia en la antigua URSS, ni mucho menos se habla de los campos de concentración en Costa Rica y en otros países aliados, donde se encerraban a ciudadanos por el simple hecho de ser alemanes, italianos o japoneses.
Para justificar sus acciones el Estado debe controlar la mente de su pueblo, por lo tanto, al controlar la historia y la mente de las personas, es muy posible que se pueda controlar la realidad misma, esto se realiza controlando los medios de comunicación. Para las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, era de vital importancia controlar la historia, colocarse como los libertadores del mundo de las garras de los monstruosos fascistas, creados por ellos mismos. La Segunda Guerra Mundial, no fue solo provocada por los países del eje. Fue maquinada por todas las potencias capitalistas que buscaban una manera para salir de la crisis en la que se había caído en 1929 y esto fue mediante el establecimiento de una economía de guerra. La Segunda Guerra Mundial se empieza a gestar desde finales de la Primera Guerra Mundial, “no cabe la menor duda que no era tal la intención (cooperar estrechamente, BGH) de las potencias vencedoras, ya que con todo lo que hicieron no pretendían otra cosa sino mantener a la Alemania vencida bajo una intensa presión militar y política, y levantar entre vencedores y vencidos una barrera insalvable. Las obligaciones económicas y financieras que se le impusieron además a Alemania tenían que confirmar necesariamente tal impresión: la de ser incumplibles”
[i]. El propósito de estos sanciones, era el de poder contener a Alemania, quien pese a ser derrotada en la contienda, lo que le produjo un debilitamiento económico temporal y sumándole las duras condiciones que le fueron impuestas por los Tratados de Paz, continuaba siendo potencialmente más fuerte que las potencias vencedoras: Inglaterra y Francia[ii]. Con el ascenso de Hitler al poder en 1933, quien poseía una política de anticomunismo y de antibolchevismo. Los nazis llegaron a contar con el apoyo de los líderes de los países occidentes, principalmente Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, quienes temían una posible expansión del socialismo por todo el mundo. Estas potencias incentivan a Hitler y a Hiro-hito atacar a la URSS con todo su poderío militar y con esto “acabar con dos pájaros de un solo tiro”: acabar con la URSS y con el socialismo; y debilitar a Alemania y a Japón, que se perfilaban como rivales en lo económico de estas potencias. Esto se puede ver reflejado en los acuerdos de Munich del 29 de septiembre de 1938, donde París, Roma, Londres y Washington le permitieron a Berlín anexionarse los Sudetes.
En los juicios de Nuremberg (1945-1946), los nazis fueron acusados y condenados por sus atrocidades. Pero no fueron juzgados ni condenados los líderes de los aliados que ordenaron el bombardeo a la ciudad alemana de Dresde, el 13 de febrero de 1945, año para la cual Alemania ya se encontraba derrotada, y con este ataque asesinaron a decenas de miles de civiles, muchos de ellos indefensos y también muchos refugiados. Porque no se condenó a Truman y a sus generales, por la masacre provocada en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, donde también murieron miles de civiles indefensos, bajo la potencia destructora del “Fatman” y del “Littleboy” (nombre que se les asignó a las bombas atómicas). Por que no se juzgó a Stalin, por los quinientos mil oficiales polacos asesinados y descubiertos por los alemanes en 1943 en Katyn
[iii]; y por los éxodos o marchas forzadas de las tropas alemanas y poblaciones desplazadas en 1945 que llegaron a provocar aproximadamente unos dos millones de alemanes muertos[iv].
Han pasado 60 años, y nuestro pensamiento se estancó en la Segunda Guerra Mundial. Se realizan ceremonias conmemorativas, se proyectan nuevos filmes donde se muestran las atrocidades cometidas en los campos de concentración de los nazis, y siempre se muestran a los soldados estadounidenses, principalmente, como los grandes héroes y los libertadores del mundo (de gran relevancia para el fomento del nacionalismo en los Estados Unidos). Aun nos espantamos del imponente Auschwitz-Birkenau, de los crímenes que ahí se realizaban, y es ahí mismo donde nos estancamos, nadie se da cuenta que la Segunda Guerra Mundial terminó, los que en ella lucharon están desapareciendo, de ella solo nos quedan documentales. Y sin embargo, 60 años no fueron los suficientes para que la humanidad aprendiera la lección. No tenemos nada de que envidiar de la Segunda Guerra Mundial, los nazis asaltaron nuevamente el poder en Washington y en el Vaticano, y con ellos sus políticas radicales; se implantó un sistema capitalista nihilista y salvaje, que aboga más por una Lex Mercatoria, que consiste en destruir toda forma de ley que represente limitaciones para la mercancía
[v], en detrimento de los Derechos Humanos de las personas corporales. Un sistema que busca acabar con las distorsiones del mercado: las personas corporales y sus derechos, y establecer los nuevos derechos que protejan a las personas jurídicas, se pregunta Hinkelammert: “¿tiene Microsoft derechos humanos? ¿ O tienen los seres humanos derechos humanos cuya validez hace falta imponer frente a Microsoft?”[vi]. Lacan afirmaba que: “la antigua esclavitud fue sustituida por hombres reducidos al estado de productos (...) que se pueden consumir igual que los otros”[vii].
El sistema de Estados creado a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial, “calificado por Washington como ‘multilateral’ o ‘internacional’, cuando en realidad fue concebido fundamentalmente como parte de un esquema mayor de la ‘Pax Americana’, para permitir a la presidencia imperial ejercer formas específicas de ‘bilateralismo selectivo”
[viii]. Este sistema internacional ha empezado a colapsar producto de las acciones megalómanas de los Estados Unidos y con esto poder establecer su imperio mundial, donde su derecho interno sea el derecho internacional; sus tribunales pasen a ser los tribunales internacionales; su ejército poseería el monopolio de la fuerza mundial y universal. Encontramos una gran simetría entre este sistema internacional con el sistema de la Sociedad de Naciones, que llega a colapsar producto de las “pretensiones imperialistas” de la Alemania nazi.
Tampoco debemos mirar hacia el pasado para hablar del Apartheid, ya que actualmente vivimos en una época de discriminaciones que nada envidia a la de los nazis: “dentro de un capitalismo extremo, surge una especie de anarco-capitalismo, que busca la creación de un humano “superior” y otros “inferiores”, a su servicio, pondrían al género humano en una etapa post-nazi del desarrollo social. He ahí los resultados de un neoliberalismo que ante nada se detiene”
[ix]. Esto lo vemos reflejado actualmente en Europa, donde “se discriminan a los inmigrantes negros provenientes de África, latinoamericanos, y a los musulmanes provenientes de Marruecos y de otros países”[x]. También lo podemos encontrar una discriminación en el campo ideológico: en un mundo dominado por el occidente judeo-cristiano, los ateos e islamitas, principalmente, somos discriminados fuertemente y en últimos años ha iniciado una campaña para su exterminio, mediante el establecimiento de una nueva inquisición (se radicaliza con el asenso al poder de Joseph Ratzinger, un inquisidor filonazi) y el desarrollo de una nueva cruzada (las invasiones a países del Medio Oriente)[xi].
Se formularon cuatro cargos contra los dirigentes nazis: (a) Crímenes contra la paz (actuaciones que llevaran a la planificación o ejecución de violaciones de tratados internacionales o comisión de actos de agresión injustificada contra naciones); (b) crímenes contra la humanidad (planificación, ejecución o participación en exterminios o genocidios); (c) Crímenes de guerra (violaciones de las leyes y convenios internacionales sobre la guerra) y; (d) Conspiración (actuación con otros o asociación con ellos para cometer cualquiera de los crímenes señalados en los cargos anteriores). Fueron ejecutados por los crímenes que se cometieron en sus campos como Auschwitz-Birkenau, Treblinka y Bergen Belsen, entre otros, también por sus políticas expansionistas que buscaban el establecimiento de su lebensraum (espacio vital). Pero sesenta años después un gobierno comete las mismas atrocidades que cometieron los nazis (precisamente son aplicables los mismos cargos) y no han sido juzgados por ello. Porque no son juzgados Bush y sus halcones por los crímenes que cometen en sus campos de concentración, como lo son Guantánamo, donde los inspectores de la Cruz Roja tiene prohibida la entrada; Abu Ghraib en Irak y Bagram en Afganistán, estos son campos de concentración donde son practicadas las torturas contra los prisioneros”
[xii]. Aparte, el actual gobierno fascista estadounidense ha implementado políticas imperialistas donde tienen por objetivo consolidar al mundo como su lebensraum.
A diferencia de las guerras anteriores, que eran enfrentamientos armados entre Estados, la actual guerra contra el terrorismo, debe ser considerada como una guerra civil social mundial, donde el enemigo ya no es un Estado definido, al contrario son organizaciones “terroristas” que se ocultan en la población civil, por lo que es “justificable” atacar mercados, templos, hogares, escuelas; ya que en ella se hayan terroristas, si por mera casualidad, muere un civil este es considerado como un daño colateral.
Por 60 años se nos ha inculcado la idea de los “pobrecitos judíos” que debieron resistir la discriminación y la persecución de los nazis por más de 6 años, aunque cabe mencionar la investigación realizada por Robert Gellately quien afirmaba que: “... el antisemitismo tuvo al principio poca importancia, no sólo porque privar a los judíos de sus medios de vida habría ido en perjuicio de la recuperación económica del país, sino también porque, en 1933 a la mayoría de los alemanes no les preocupaban tanto los judíos ni tenían una idea tan negativa de ellos como Hitler y los nazis. Por consiguiente, los primeros objetivos del nacionalsocialismo no fueron los judíos, sino los individuos y los grupos considerados desde hacía tiempo una amenaza para el orden social (como, por ejemplo, los comunistas) o para el universo moral, como por ejemplo, los delincuentes, los elementos ‘asociales’ (‘Asoziale’), y otros casos problemáticos”
[xiii]. De hecho se nos ha inculcado, como se menciona anteriormente, la idea del “genocidio judío”, y no de otros pueblos que conforman la sorprendente cifra de cincuenta millones de muertos. Por medio del nuevo discurso de la extrema derecha (cristianos), que afirma que Israel es el pueblo elegido de dios, y por la industria del holocausto hollywoodiense ha provocado que nos quedemos en el pasado, y que no miremos hacia el Medio Oriente, donde ellos, los israelitas, bajo un gobierno nazi-sionista, han establecido una masacre sistemática, semejante o incluso más atroz a la que ellos vivieron en el Tercer Reich, contra el pueblo palestino, al que primero invadieron su territorio y ahora buscan su exterminio con el apoyo de los Estados Unidos.Cabe recalcar, que la Segunda Guerra Mundial, si le dejó grandes enseñanzas a la humanidad, como la fabricación y utilización de armas de destrucción masiva, la eficiencia de los campos de concentración y otros métodos para el aniquilamiento de personas, otras especies y de los ecosistemas. Lecciones positivas, no hemos aprendido ninguna, la exorbitante cifra de los 50 millones de personas producto de la Segunda Guerra Mundial, ha sido ya igualada y pronto superada por pandemias como el SIDA, el hambre, entre otras. El ser humano se preocupa más por desarrollar mejores armas en lugar de invertir en salud y educación ( en el último año, la inversión mundial de armamento fue de 1,04 billones de dólares, cantidad 12 veces mayor al monto anual de la ayuda oficial para el desarrollo)[xiv]. El peligro de nuestro exterminio es mil veces mayor que en la Segunda Guerra Mundial; ese cataclismo es tan grande, que no lo notamos, es supraliminal, podemos ser aniquilados unas 250 veces, y no somos capaces de notar esa amenaza. Sin embargo si sentimos que el planeta esta colapsando y lo manifestamos con un aumento de violencia. La hegemonía estadounidense está colapsando, y a diferencia del colapso de la URSS, cuando Estados Unidos colapse totalmente, es muy posible que junto a él, destruya a todo lo que nos rodea[xv]. Los nazis han asaltado nuevamente el poder mundial, bajo el mandato de Bush II, Tony Blair, Ariel Sharon y Joseph Ratzinger, principalmente, con sus “pretenciones imperialistas” están llevando a la humanidad a su genocidio total. Y nosotros todavía seguimos condenando a Adolf Hitler.
____________
[i] Treue, W. Alemania desde 1848:Ojeada Histórica. Alemania, Franz Steiner, Verlag, 1968. p. 78.
[ii] Deborin, G. La Segunda Guerra Mundial. Cuarta Edición. Moscú, Editorial Progreso, 1977. p. 8.
[iii] Lacroix-Riz, A. El papel “olvidado” de la Unión Soviética. Le Monde Diplomatique número 34. Edición colombiana. Mayo 2005. p. 34
[iv] Ramonet, I. Lecciones de Historia. Le Monde Diplomatique número 34. Edición colombiana. Mayo 2005. p. 32
[v] Dufour D. De la reducción de cabezas a la transformación de los cuerpos. Le Monde Diplomatique número 33. edición colombiana. Abril 2005. p.34
[vi] Hinkelammert, F. Solidaridad o Suicidio Colectivo. Heredia: Ambientico Ediciones, 2003. p. 15
[vii] Dufour. Op. Cit. p. 35.
[viii] Saxe-Fernández, J. Banco Mundial en acción: secuelas económicas, sociales, ecológicas y militares. En John Saxe-Fernández y Gian Carlo Delgado Ramos. Imperialismo y Banco Mundial en América Latina. La Habana: Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, 2004. p. 15.
[ix] Dufour. Op. Cit. p. 34
[x] González, B. La Unión Europea y el sueño hitleriano. Documento inédito. p. 4.
[xi] Desarrollo más este tema en un ensayo que próximamente será publicado como documento de estudio: Sobre la guerra preventiva de Estados Unidos, y también hago mención en una crítica al libro: Terrorismo Global de Fernando Reinares, que será publicado en la revista Relaciones Internacionales #69.
[xii] Ramonet, I. Imágenes y Verdugos. Le Monde Diplomatique. Edición Chilena. Junio 2004.
[xiii] Gellately, R. No Sólo Hitler. Barcelona: Editorial Crítica, 2002. p. 17. (Énfasis BGH)
[xiv] “cifras desorbitantes en gasto militar en 2004”. El Economista, 8 de junio de 2005: http://www.eleconomista.com.mx/online4.nsf/0/2B75D59B0DBD30DF0625701A00571088?OpenDocument
[xv] Eduardo Saxe Fernández, es quien sostiene la tesis de los colapsos ontológicos ecosociales mundiales, además de las debilidades de Estados Unidos como hegemón y su futuro colapso, todo esto en un trabajo titulado Colapsos Mundiales, que próximamente será publicado.