El proyecto de investigación "Geoestrategia Latinoamericana a principios del siglo XXI", del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA), recientemente analizó la actual coyuntura en América del Sur. Los investigadores Eduardo Saxe Fernández y Bryan González Hernández, así como el analista Hermann Güendell, ofrecen el siguiente comentario al respecto.
La doctrina militar de EE.UU. se dirige a buscar mantener una primacía en este campo, actuando "preventivamente" contra posibles futuros retadores o contendientes. Es una doctrina que rompe con todas las normas del derecho internacional, tanto el principio de la inaceptabilidad de la guerra para solucionar disputas, como el principio de no emprender acciones bélicas sino solamente responderlas. La doctrina militar de agresión de EE.UU. es similar a la mantenida por la Alemania nazi y que fuera proscrita con la Carta de creación de la ONU. EE.UU. no ha escatimado esfuerzos para revertir los procesos autonomistas e independentistas que tienden a dominar en la región latinoamericana, y que son resistidos exitosamente desde la intentona de golpe en Venezuela en 2002.
Recientemente, Chávez no logra confirmarse como presidente futuro en un referendo, Brasil ha sido estremecido por movilizaciones y acciones de las mafias, y hace poco Colombia y EE.UU. atacaron a Ecuador. También hay una vasta campaña contra los gobiernos argentinos de Kirchner y de Fernández. En todos los casos, Washington incita a las oligarquías locales que lo apoyan, a generar caos y desorden y, de ser posible, guerras civiles o internacionales. A la vez que multiplica sus acciones desestabilizadoras, intenta mantener de pie a los gobiernos ilegítimos (casi todos) que lo apoyan en la región: Colombia y México, El Salvador y Costa Rica, principalmente, así como Perú.
Washington ha reactivado, después de más de 50 años, su Cuarta Flota, para amenazar a Sudamérica, no solamente a Venezuela sino a los ricos yacimientos petrolíferos brasileños, que se ubican a unos 300 kilómetros mar adentro. La administración Bush ha realizado esfuerzos inútiles para inducir la firma de un TLC con Sudamérica, para separar a Uruguay del grupo de MERCOSUR, y para detener el abandono del patrón dólar en la región.
En la planificación estratégica, es claro que en el papel resulta más fácil a EE.UU. enfrentar desafíos y el rompimiento de su hegemonía, en el hemisferio americano que en cualquier otra área del mundo. La desestabilización de los regímenes políticos opuestos a Washington se realiza por todos los medios, guerra clandestina y terrorista, campañas propagandísticas, financiamiento y dirección de grupos opositores buscando generar guerras civiles.
En el caso de Bolivia, se trata del "corazón" sudamericano, su control facilita o dificulta las políticas agresivas de Washington. Adicionalmente, Bolivia dispone de las mayores reservas de gas natural de la región, y se encuentra dividido geográficamente en una zona selvática muy rica en recursos estratégicos, y la región de la meseta andina, más pobre, mucho más poblada e integrada por los pueblos indígenas.
Las actividades de Washington han sido hasta ahora detenidas por la notable unión entre Brasil, Argentina y Venezuela, con el apoyo de los otros países sudamericanos, excepto Colombia. Ayer mismo, UNASUR mostró su unidad y su rechazo a cualquier intervención o desestabilización en Bolivia. Pero Washington continúa sus agresiones y parece que en el futuro próximo, sobre todo como impacto para las elecciones de noviembre, intentará crear más tensiones y conflictos.
Lo anterior se encuadra en una situación de crisis de hegemonía que tiende a agravarse, induciendo conductas cada vez más irracionales por parte de EE.UU. Así busca compensar su creciente debacle económica pero también política.
Heredia, Costa Rica, 16 de Septiembre de 2008
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