jueves, octubre 08, 2015

Invocación profanatoria a María Sabina. El rol de los Estudios Latinoamericanos en un mundo que se hunde...

Debes construir la lengua que habitarás y debes encontrar las antepasadas que te hagan más libre”. Tiqqun

“La América Latina habla en femenino”, es el lema que adoptamos para celebrar nuestro 40 aniversario. El contexto en el que se propone este lema es en torno al lenguaje inclusivo. ¿puede contemplar y abarcar a todas una palabra en masculino, siendo el lenguaje del patriarcado, excluyente?Dejo ahí planteada la pregunta.

Se nos planteó la propuesta de pensar los Estudios Latinoamericanos para el siglo XXI. De inmediato, pensé en el contexto, por mi deformación en Relaciones Internacionales: ¿cuál debe ser el rol de los Estudios Latinoamericanos en un mundo que se hunde? Para ello, para responder a ello, debo sentipensar con cuerpo propio. ¿Desde dónde hablo? ¿Quién habla? ¿Para quién hablo? ¿Cómo experimento o siento lo que hablo? ¿Cuál es mi propósito?

Ante estas dos situaciones, y por las ideologías y filosofías que cruzan mi cuerpo, es que asumo esta exposición desde una postura política, crítica si se quiere: hablo como joven, como pensador latinoamericano, quien padece directa e indirectamente la violencia de un mundo que se hunde, de la región que habita, desangrada por una guerra absurda, una guerra declarada para nunca ser ganada. Una guerra que pretende controlar los últimos recursos estratégicos que quedan, y dominar nuestros cuerpos, para que no resistamos, no luchemos, no gritemos, ni profanemos a este mundo excluyente y asesino...

Y es en este punto en el que las situaciones que se presentaron a la hora de pensar estas palabras, descritas arriba, se entremezclan y funden: ¿Cómo hablar en femenino ante una situación de exclusión y violencia, síntomas de un mundo patriarcal, que estrepitosamente se hunde, arruinando todo a su paso?

Ante esto, se me presenta una gran limitación epistemológica, más que por una condición de clase, que si afecta, está el problema de mi asignación biopolítica: soy hombre. ¿Cómo hacer?¿cómo pensar el rol de los estudios latinoamericanos en un mundo que se hunde, bajo esta limitante?

Para esta ocasión, un primer intento, recurriendo a una ecología de saberes, como lo planteara Sousa Santos; desde un “todo vale” a lo Feyerabend, y con la frase de Tiqqun que abre estas palabras, es que decido recurrir a una invocación, pero no cualquier tipo de invocación, sino una con un profundo carácter profanatorio: “Profanar significa abrir la posibilidad de una forma especial de negligencia, que ignora la separación o, sobre todo, hace de ella un uso particular” (Agamben, 2005: 99)1. A esto, agrega Agamben, “el pasaje de lo sagrado a lo profano puede, de hecho, darse también a través de un uso (o, más bien, un reuso) completamente incongrente de lo sagrado. Se trata del juego” (Agamben, 2005: 99).

Invoco, profanatoriamente, a la figura de aquella mujer que nos decía que era ella la mujer del medio, “la que puede entrar y salir del reino de la muerte”. Invoco a la María Sabina, aquella que muchos llamaron “Santa”, terriblemente divinizada, siendo esto la castración de todo lo humano. Y como Santa, como dicta la “sanctio”, fue prohibida, nos fue negada2.

Todo comienza con un hombre, extraño a esas tierras, quién portaba con una carta del gobierno mexicano en el que se le solicitaba a la María Sabina que le enseñara todos sus conocimientos sobre enteógenos al etnobotánico, entonces vicepresidente de JP Morgan Chase, Robert Gordon Wasson, quien en un acto cuasi prometéico nos entregó el secreto de “los dioses” y con él alcanzamos nuestra liberación entéogena de nuestros cuerpos.

A pesar de que para nosotras representó esa liberación, significó la explotación de los conocimientos de la María Sabina, quien murió en la pobreza. ¿No es acaso su vida una metáfora de la historia de América Latina? Explotada de sus riquezas y padeciendo la más extrema de las pobrezas.

Pero ahora bien, ¿A qué quiero llegar con todo esto? ¿De qué manera estoy profanando la imagen de María Sabina? ¿Y qué tiene que ver todo esto con el rol de los estudios latinoamericanos en el siglo XXI?

Pues, basta comprender el contexto que padecemos, esta guerra civil social mesoamericana que nos desangra, que nos desaparece a nuestros hijos y amigos, que viola y asesina a nuestras hermanas, para comprender que mi invocación profanatoria lo que pretende es un cambio de perspectiva, sobre el cómo debemos estudiar a nuestra región. Sabina, es nuestra alucinación en este trance.

La guerra es la manifestación más violenta del patriarcado. Una guerra contra las drogas, como la que padecemos, es una guerra contra nuestros cuerpos. Cargadas por la distinción política específica entre amigo y enemigo (o en su sentido biopolítico, sano/enfermo).

Una guerra que nos la declaran no sólo los políticos y los militares, sino también los curas y los padres de familia. Una figura de autoridad que nos impone, que marca nuestros cuerpos con la idea de que son templos de adoración divina, y no campos de experimentación antagónica.

No sé si lo habrán notado, peronos faltan 43, 43 de los casi 25 mil desaparecidos de esta guerra contra las drogas, sólo en México. Y siguen desapareciendo. ¿Cuántos más serán suficientes? ¿Cuántos más serán suficientes para que acabe esta guerra? En la Argentina de la dictadura, desaparecieron 30 mil personas. ¿Qué nos diferencia de aquellos tiempos?

En nombre de esta guerra han policializado nuestras existencias. Vivimos encerradas, vigiladas, custodiadas, inmunizadas. La policía aparece con sus perros en escuelas y colegios, en operativos especiales que, más que decomizar alguna sustancia ilegalizada, pretenden moldear cuerpos dóciles siempre anuentes a respetar a la autoridad. Lo mismo se viene para las Universidades,con el objeto de dar muerte a los últimos vestigios de lo que queda de la autonomía universitaria. Vemos ya protocolos de acción entre los guardias de las Universidades y las fuerzas policiales para capturar y expulsar del campus universitario, a aquellos cuerpos disidentes que experimentan antagónicamente.

En nombre de esta guerra, se nos ha coartado nuestros derechos, en especial, el de la reunión. Nosotras, las jóvenes somos tratadas como delincuentes en nuestras calles, en nuestros parques. Lo que pretenden es una neutralización de nuestras amistades políticas.

En nombre de esta guerra nos envenenan por la falta de controles sobre lo que se vende y comercia. Ninguna regulación sobre los narcos, mucho menos sobre las farmacéuticas.

La sociedad se policializa, la juventud se criminaliza, las sustancias se prohiben, y terminan por negarnos la experiencia de conectarnos, no sólo entre nosotras, sino también con esta tierra.

De ahí la importancia profanatoria de esta invocación. Jugar con la María Sabina. Que los estudios latinoamericanos, los estudios de esta tierra que habitamos, de esta sociedad que padecemos, nos invite no sólo a crear pensamientos críticos, sino también corporalidades críticas.

Esta invocación profanatoria, lo que pretende es hacer notar el atraso epistemológico en el que nos encontramos, y el epistemicio que estamos padeciendo. Que no podemos permitir que sean los militares, los policías, los políticos, los curas ni las farmacéuticas, la que nos impongan corporalidades o usos de nuestros cuerpos.

Los estudios latinoamericanos no pueden seguir obviando la realidad que está padeciendo América Latina. No pueden seguir ocultos bajo los discursos del poder. No podemos seguir hablando con ese lenguaje hegemónico, con ese lenguaje del patriarcado. Que excluye, que impone, que amenaza, que asesina. La guerra contra las drogas no podemos seguir estudiándola desde estas perspectivas morales y pudorosas que sólo nos conducen a la negación de nuestros cuerpos, mientras nos golpean, nos desaparecen o nos asesinan. Necesitamos construir otros lenguajes, que nos permitan comprender mejor esta situación. Que nos permitan enfrentarla....

Heredia, Miércoles 12 de noviembre de 2014
IDELA-UNA, 40 Aniversario

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1“El término religio no deriva, según una etimología tan insípida como inexacta, de religare (lo que liga y une lo humano y lo divino), sino de relegere que indica la actitud de escrúpulo y de atención que debe imprimirse a las relaciones con los dioses, la inquieta vacilación (el “releer”) ante las formas -las fórmulas- que es preciso observar para respetar la separación entre lo sagrado y lo profano. Religio no es lo que une a los humanos y a los dioses, sino lo que vela para mantenerlos separados, distintos unos de otros. A la religión no se oponen, por lo tanto, la incredulidad y la indiferencia respecto de lo divino sino la “negligencia”, es decir una actitud libre y “distraída” -esto es, desligada de la religio de las normas- frente a las cosas y a su uso, a las formas de la separación y a su sentido” (Agamben, 2005: 99)

2Lo santo, no es otra cosa que prohibición, sanctus refiere a lo que tenemos prohibido, es la ley que sanciona la separación entre lo humano y lo divino, en otras palabras, lo sacro. Respecto a la sacratio, nos remite a la idea de la salvación, y por tanto a la idea de protección. En última instancia la sacralización nos sumerge en un umbral de indistinción entre la conservación de la vida y la producción de la muerte, que se manifiesta en la idea del sacrificio.

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