viernes, septiembre 18, 2009

Carta a un periodista parcializado

Aún espero sus argumentos. Espero ver toda su investigación histórico-periodística sobre los vínculos de Hugo Chávez con el narcotráfico y el terrorismo; su amenaza para la región, o que es un dictador. ¿Dónde están los argumentos? Ustedes, los acríticos defensores del oficialismo, deslegitiman toda crítica por que, o sólo presentan una crítica sin soluciones o propuestas, o las críticas son consideradas como imposibles de alcanzar. Pero ¿dónde están sus argumentos que sustenten sus “investigaciones periodísticas” u opiniones? Es ahí cuando se enojan y lanzan insultos con los mismos propósitos de un misil, destruir a su objetivo.

Bueno, imagino que un periodista, un editorialista y un diario de “respeto” buscan informar con algún grado de objetividad y no ser sensacionalistas, amarillistas y parcializados ad nauseam. Aunque ambos sabemos que tal aseveración es una ingenuidad un tanto idealista. Primero sabemos que al igual que dios, la objetividad no existe y que todo es subjetivo. No existe imparcialidad alguna, como en la guerra la neutralidad es tomar partido, en este caso con el bando asesino e invasor.

Segundo, lo sensacionalistas, amarillistas y parcializados ad nauseam, lo comprendo a la perfección: el fin justifica los medios ¿No? Cumple objetivos políticos. Ambos sabemos muy bien qué es la política, bueno o al menos espero que muy en el fondo tenga una ínfima noción de ella. El/La político/a sabe muy bien que la gente de a pie no conoce y/o entiende cabalmente ese arte y ciencia que representa la política. No entienden nada de eso de la lucha por el poder. Menos van saber sobre esto último, el poder, entendido como el control, de una o varias personas, sobre las mentes y las acciones de otras personas, parafraseando a Hans Morgenthau.

Me queda claro, su posición y la del diario y demás medios alineados y partícipes de la policracia autoritaria, ese singular pacto intra inter-oligárquico para gobernar este país. Esto en cuanto “Bloque Histórico”, de acuerdo con Antonio Gramsci, busca alcanzar la hegemonía, entendiendo a ésta –la hegemonía- como el consenso y la coacción. Lo que se pretende es la dominación mental suficiente para proseguir conservando –y acumulando- poder. Por cierto, ¿sabía usted que el III Reich también se caracterizó por una policracia autoritaria?

Pero sabe, ahí es donde todo se viene abajo, en que siguen subestimando a la gente. Por eso es que el neoliberalismo y demás políticas están fallando en este continente principalmente. Por que la explotación es exagerada, al igual que las mentiras que se reproducen diariamente por algunos medios de comunicación. Es que es tan exagerado todo esto, que termina por parecerse a una violación, y tras de eso nos piden que sonriamos mientras nos ultrajan. Si algo he aprendido es que la gente no es idiota, y no se si usted algún día lo entenderá.

Y si nos encontramos ad portas del fin del ya fracasado proyecto neoliberal, es por culpa de los neoliberales mismos, por miopes y explotadores. Y ahora buscan acabar con sus demonios, Chávez es uno de ellos. Los Chávez, los Evo y los Correa, entre otros, son el resultado de décadas y siglos de explotación, persecución, represión y asesinato en estos lares, desde tiempos de la colonia.

Pero sus ataques contra Chávez y demás presidentes latinoamericanos que no se apegan a los mandatos y que no son del agrado del establishment estadounidense, en realidad no nos dicen nada contra Chávez y los otros presidentes. Por el contrario, lo que esos ataques nos hablan y describen son a quienes los perpetran. Es decir, esas monstrificaciones no nos dicen nada del monstruo o del monstrificado, sino que nos describen al monstrificador. Por eso ven a Chávez en todas partes, por que en todas partes necesitan justificar sus asesinatos, persecuciones, represiones y golpes de Estado.

Terminan por convertir a los presidentes latinoamericanos no alineados con ustedes, en unos Emanuel Goldstein, en el villano cuasi omnipresente y que constantemente atentaba contra el orden establecido en la novela de George Orwell, 1984. Pero recordemos que nada se nos decía de Emanuel Goldstein, al contrario, toda la novela nos describe al verdadero villano omnipresente: el Gran Hermano.

Por eso cuando nos hablan de la “peligrosa” carrera armamentista que se está desarrollando en América del Sur, y sobre todo presentar a Chávez como el culpable de ello, lo que nos están diciendo tácitamente, por que la información se oculta o tergiversa, es que la “peligrosidad” de esa carrera armamentista reside en el hecho de representar una defensa contra los embates del imperialismo, en las últimas “pataleadas” de un moribundo, que para mantenerse respirando, con gran dificultad, necesita de guerras y socavamiento de soberanías. Es peligroso por que amenaza los proyectos de explotación. Es peligrosísima esa carrera armamentista –siendo sarcástico-, por que a la mayor “potencia” militar del mundo, la que aporta el 42% del gasto militar mundial, es incapaz de ganar una guerra, y peor aún, contra Estados pequeños e “insignificantes”.

Todo esto trae a mi mente a dos personajes que podrían ser el reflejo de algunos periodistas. Me refiero al ciudadano Kane y a Joseph Goebbles. El primero, decía algo así como “ustedes pongan los ejércitos que yo pondré las guerras”, posiblemente me equivoque con la exactitud de la cita. El segundo, Goebbles, decía algo así como “miente, miente tantas veces hasta que sea verdad”. Inventar enemigos y mentir están a la orden del día. Nuevamente el fin justifica los medios. Por eso se lucen cuando utilizan el miedo a diestro y siniestro, cuando hacen gala del terrorismo mediático, ese que cubren con el manto del derecho a la “libertad de expresión”.

Esto me lleva a contarle una máxima que se me ocurrió sobre la libertad de expresión: “en nombre de la libertad de expresión se han dicho las peores estupideces y cometido las peores atrocidades”. Y esto no significa que hay que suspender la libertad de expresión, al contrario hay que comenzar a aplicarla ampliamente. Es inadmisible que sólo unos tengan derecho a expresarse libremente, saturándonos de mentiras, miedos e idioteces, y los otros, nosotros los de abajo, no podamos contestar y expresarnos cabalmente.

Ahora bien, Friedrich Nietzsche decía algo así como “se corre el riesgo de que al ver al abismo, el abismo termine viendo dentro de nosotros”. El problema de andar viendo monstruos en todas partes es que termina por hacernos monstruos también. Es una cuestión de los reflejos en el espejo, como apuntaría Franz Hinkelammert.

El andar inventando enemigos lo que genera es una profundización de la distinción política específica, la reafirmación del pensamiento de Carl Schmitt, el ius filosofo del Nacional-Socialismo. En otras palabras, la necesidad de inventar monstruos conlleva a la necesidad de declarar guerras, y con esto la necesidad de consolidar un Estado Total que garantice la unidad política y acabe con la disidencia, todo esto nos lleva a la aparición del fascismo. Al absolutizar al enemigo más totalizante debe ser el Estado, y se conduce a la declaración de una Guerra Total, una guerra de exterminio. La profundidad del abismo nos absorbe y controla.

Y todo esto nos lleva al maniqueísmo, a una dicotomía radical del bien y del mal, ya absolutizados. A usted le gusta mucho, o al menos así lo percibo, presentarse como el protector de la verdad, cubrirse con un manto de justicia que proyecta a la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo como causa justa. Entonces comienzan a utilizar la doctrina del bellum iustum –guerra justa-, muy parecida a la utilizada por los cristianos para justificar las invasiones que caracterizaron a las cruzadas. Por eso a quienes no piensen como usted, y como el establishment oligárquico nacional e internacional, es asociado con el narcotráfico y el terrorismo, y eso es muy grave.

La absolutización del bien y del mal conlleva al exterminio moral de todas aquellas personas que no comparten los cánones impuestos como verdaderos y buenos. El exterminio moral genera una deshumanización del otro. Unos/as otros/as deshumanizados/as, o no-personas, conlleva a la eliminación de derechos y garantías, un despojo de los rasgos fundamentales de la existencia humana. Se crean no-personas, seres vivos pero inexistentes que terminarán por ser exterminados. El exterminio moral y la deshumanización del otro presentan como bueno, moral y humanamente aceptable el exterminio físico de la otredad.

Por último, imagino que su único y mejor argumento, ad hominem por supuesto, es que soy chavista, o ¿dirá que soy un terrorista? En realidad, no tengo color político, no soy chavista, ni bolivariano, ni izquierda o derecha, ni socialdemócrata, ni neoliberal, ni capitalista ni comunista o socialista del Siglo XXI, ni nada. Eso no significa que sea neutral, al contrario, y como usted también puede afirmar, si no lo ha hecho ya, yo también defiendo principios e ideales. Sólo que los míos no los presento como verdaderos, ni únicos, ni emprendo cruzadas contra los que no piensen como yo, ni miento ni infundo miedo para que calen mis principios e ideales. En eso me diferencio de usted, no actúo como esbirro de las clases dominantes de ninguna de nuestras latitudes. Por cierto, lo que me motiva a seguir mis ideales, es precisamente eso, que son ideales y no causas perdidas, modelos fracasados, como el neoliberalismo y el capitalismo. Y por ser un sistema fracasado es que nos quieren volver a imponer el fascismo.

Pero sé que de igual forma me seguirá categorizando, ya que a falta de argumentos, sólo se disponen de los insultos. Es probable que ni siquiera entienda mis palabras, y por ello vuelva a decirme “mucha paja para no decir nada”. Se de antemano que jamás comprenderá ciertos vestigios stirnerianos que poseo: “nada ni nadie sobre mi. Nada ni nadie sobre nosotros”. Imagino que siente un terrible miedo y aversión hacia la libertad, por eso necesita de dioses y gobernantes a que servir y someterse.

Pero no me enojo, pienso que le gusta proyectarse. Que en el fondo, sabe que es usted el que no dice nada; el que nunca presenta argumentos; el que descalifica; el de los ad hominem; el que no informa sino que dicta e impone sentencias; y que pese a sentirse en el pináculo de algún remedo de jerarquía, no tiene los argumentos para debatir, que es servil y está ideologizado, pese a que le gusta aparentar ser objetivo. Todo un dogmático medieval en pleno siglo XXI.

En fin le recuerdo un aforismo de Nietzsche que dice así: “la forma más pérfida de hacer daño a una causa es defenderla intencionadamente con malos argumentos”.

No tengo más que decir.

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